¿Es algo normal eso de las peleas entre niños en un colegio?.
Contestaremos con otra pregunta: "¿Es normal que haya peleas
entre hermanos en casa?". ¡No debiera haberlas!, eso es lo que
contestaríamos todos; debieran afrontar sus conflictos de manera respetuosa,
dialogante,... piensen en la manera de superar dicho conflicto de manera
satisfactoria para todos y luego actúen de manera coherente. La teoría la
sabemos todos de sobra.
De todos modos, ¿qué padre o madre no se asusta cuando ve llegar al niño a
casa y le observamos un moratón, o la marca de unos dientes en su brazo, o a lo
mejor un chichón que no es de caerse al suelo sino fruto de otro tipo de
"caricias"?. Todos podemos comprenderlo también.
Las agresiones no son el problema, forman parte del problema.
¿Cómo que no son el problema?, ¡pues bien que duelen!. Pues sí, pero
las agresiones físicas o verbales no son ni más ni menos que la expresión de
una manera de expresar frustraciones, conflictos,... que no se resolvieron
adecuadamente.
Si a los adultos nos sucede que "perdemos los papeles" al menor
roce que alguien produce en nuestro coche mientras conducíamos... ¿cómo no va a
suceder eso entre niños?.
Hay cuestiones de fondo que no estaban bien; ese roce, una mala
mirada o unas palabras desagradables o mal interpretadas... pueden ser en un
momento dado el detonante de una bronca descomunal: agarrones de pelo,
puñetazos, patadas, insultos abominables,... El asunto no es que
"Menganito me dio", el asunto es "¿qué pasó para que Menganito
reaccionara de esa manera?"... o cómo fue que hicimos lo que hicimos o dijimos
sin pensar en las consecuencias.
Con nuestros hijos.
Y cuando nuestro hijo llega a casa de determinada guisa y luego nos
cuenta,... ¿qué hacemos nosotros?:
- ¿Montamos en cólera peleando al
niño por "meterse en peleas" y luego pasamos de analizar la
situación?.
- ¿Nos volvemos al colegio hechos
una furia ese mismo día o al día siguiente dispuestos a armar una buena
"porque a mi niño no le toca nadie"?.
- ¿Analizamos con nuestro hijo el
asunto pero con calma?:
- ¿Cómo fue que tienes esto?.
- ¿Por qué te hicieron esto?,
¿qué habías hecho o dicho tú antes?.
- ¿Se llevaban bien antes de
esta pelea o ya había algún problemilla antes?.
- ¿Se hubiera podido evitar
esto?, ¿cómo?.
- ¿Qué crees que hay que hacer
cuando alguien...?.
- ¿Para qué adoptar maneras
nuevas o mejores, más adecuadas, de afrontar un conflicto?.
- ¿Qué podemos hacer ahora?,
¿qué vas a hacer tú cuando mañana vuelvas al cole?, ¿cómo lo vas a
hacer?.
- ¿Le resolvemos nosotros el
conflicto... o le aportamos instrumentos, recursos personales para que
nuestro hijo sepa cómo resolver sus conflictos?.
Con nosotros mismos.
Somos modelo para nuestros hijos, somos sus primeros y principales
educadores; nadie conoce mejor que nosotros a nuestros hijos. Y si acaso
necesitáramos mayor orientación al respecto... ahí están los docentes, el
servicio de orientación familiar, apoyo de especialistas,... aprovechemos los
diferentes puntos de vista sobre la misma situación y propongamos una reflexión
conjunta:
- Analicemos las causas del
conflicto, causas de todo tipo (incluso aquéllas que puedan estar
influyendo de manera indirecta).
- Observemos las maneras en que
se expresa el conflicto: sus consecuencias.
- Busquemos formas alternativas
de responder ante el conflicto mejores que las conocidas.
- Ensayemos sobre ellas y
analicemos el por qué y para qué emplear unas formas y no otras.
- Dispongámonos a poner en
práctica lo reflexionado y asimilado e insistamos en ello aunque cometamos
errores; lo esencial es mantener en ese empeño la constancia.
Con el colegio, con el resto de la comunidad.
La escena es harto elocuente:
Una madre llega al colegio llevando a su hijo consigo a los pocos minutos
de haber terminado las clases del día e inmediatamente se dirije a Recepción
donde pregunta por la tutora del niño y en cuanto la ve le suelta:
- "¡Mire a ver usted si esto es normal!" -y la madre muestra a la
maestra la marca de una patada en una pierna que su hijo sufrió por parte de
otro niño durante el horario de clase-. La madre sigue hablando:
- "Este colegio es una vergüenza y usted es una negligente, una
irresponsable". La maestra responde:
- "Pues sepa usted que ni sabía que el niño hubiera sufrido esto; no
le vi pelearse con nadie ni vi que se quejara de esto. ¡A saber si eso se lo
hizo en el colegio o se lo hizo en su casa!, así que no me venga usted con esos
aires fuera de tono".
- "¡Pues eso pasó hoy, y aquí!, ¿qué hacen ustedes con los niños?,
¡¿es que no vigilan nunca?!". La maestra observa que la cosa se altera y
trata de suavizar la situación:
- "Créame que lo siento; si quiere, podemos pasar a la sala y hablamos
sobre lo sucedido y así sabré qué hacer y cómo mañana cuando estén de nuevo
todos los niños y niñas en el aula".
-"¡No va a hacer falta!, no es la primera vez que pasa esto y ustedes
ni se enteran. Voy a denunciar al colegio y a usted la pienso citar como
principal culpable".
La madre sale con el niño agarrándolo con fuerza de la mano y sale del
lugar a paso muy ligero con voces de amenaza al profesorado y también a la
familia del otro niño, según ella culpable del daño que sufre su hijo.
Analicemos:
- Aunque podamos comprender la
reacción de esta madre ¿qué nos parece su actitud respecto a la
profesora y delante de su hijo?.
- ¿Qué podría haber hecho antes
de hacer lo que hizo?.
- ¿Qué consecuencias pensamos que
se producirán de lo que hizo y dijo?.
- ¿Podría la maestra haber
evitado llegar a este final?, ¿cómo?.
- ¿Por qué la maestra no fue
conciliadora desde el primer segundo?.
- ¿A qué puede deberse que un
niño esconda lo que pasa con otros niños en el aula y, por lo tanto, lleve
a que se haga difícil detectar las agresiones de otros niños sobre él?.
- ¿Es creíble siempre, por otra
parte, todo lo que los niños dicen, tal cual lo dicen?, ¿puede que
exageren, incluso y desplacen los hechos de lugar y también de las
verdaderas causas del problema?.
- ¿Cómo actuar, pues, en
consecuencia?. ¿Cómo hacer para resolver un conflicto como éste?.
- Los gestos de violencia entre los niños pueden ser tan "habituales" en el ámbito escolar como en el de nuestro hogar; si en nuestra casa hay peleas entre hermanos no tiene porqué sorprendernos que en el colegio haya lo mismo con otros niños.
- Siempre y en todo caso, cuando nuestros hijos nos hablen de problemas que tienen con otros compañeros del colegio escuchemos con atención lo que nos cuenta: para los niños sus problemas son SUS problemas y los valoran tanto como nosotros los nuestros.
- Para ayudarles a resolver sus conflictos, dialoguemos de manera crítica, analizando paso a paso -como antes mencionábamos- la situación tratando de llegar siempre, al final, a conclusiones prácticas y desde una perspectiva positiva, constructiva.
- Los equipos docentes de los centros escolares no son nuestros enemigos sino bien al contrario. Hablemos con estos profesionales de la enseñanza con respeto -como nos gustaría que nos hablaran a nosotros-, demostremos que buscamos la mayor objetividad posible, contrastemos informaciones y no nos dejemos llevar demasiado por el natural afecto que tengamos a nuestros hijos (a todos los padres nos parece que nuestros hijos son la perfección encarnada, unos angelitos y unas pobres víctimas de los demás).
- Busquemos conjuntamente la mejor manera de educar a nuestros hijos y alumnos suyos en su manera de afrontar los conflictos y resolverlos; establezcamos acuerdos que podamos revisar conjuntamente hasta ver el asunto resuelto y a nuestros hijos mejor preparados de cara a futuras situaciones similares.
- Sepamos también que "la pelea de un niño con otro hoy... puede parecer la tercera guerra mundial"... pero mañana cuando se vuelvan a encontrar "puede que los veamos jugando en el patio como si fuesen amigos íntimos de toda la vida"; para los niños todo empieza y llega a lo más alto en menos de nada. No hay en sus esquemas el rencor prolongado o la malicia eterna.
- Cuando lo que se observa, objetivamente, es auténtico acoso de unos niños sobre otros y eso se da no una vez sino con cierta frecuencia, entonces toda la comunidad educativa (familia y profesorado) debe implicarse buscando formas de solucionar esta situación conflictiva; por desgracia el acoso escolar no sólo trae sentimientos y actitudes de rechazo a la escuela sino también llega a provocar fuerte ansiedad, depresión, pérdida de la confianza en uno mismo y de su autoestima.
PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O PROFUNDIZAR:
- Cómo afrontar una pelea
familiar.
- Peleas entre hermanos.
- Peleas de niños ¿debemos
intervenir?.
- Cómo ayudar a los niños a
afrontar y resolver conflictos.
- Cómo enseñar a nuestros hijos a resolver problemas.
- El niño peleón.
- Disciplina y amor.
- Estrategias para enfrentar
los malos tratos y el acoso escolar.
- Su hijo y los niños agresores.
- Conflictos, mediación y
resolución de conflictos.
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