Cuando comenzamos una relación, al principio todo es amor, pasión y ganas de compartir momentos juntos. Ganas de descubrir al otro porque tenemos la sensación de que cuanto más sabemos, más nos gusta. Es una especie de caramelo de misterio que nos causa una gran satisfacción, que aderezada con el contacto físico se trasforma en algo extraordinariamente placentero y emocionante.
Sin embargo, el tiempo da paso a la rutina, al "descubrimiento" de los defectos… a la necesidad de hacer un ajuste real en las vidas de las dos personas que conforman la pareja para que ésta pueda seguir adelante.