Si tenemos necesidad de conocer con amplitud y profundidad el significado
del sacramento de la Eucaristía habremos podido comprobar que en internet hay
ya sobrada información al respecto desde diferentes perspectivas y con
distintos acentos, pero podemos hacer de todo ello una síntesis más que
decente.
No obstante, hay dos formas mucho mejores de documentarse:
- Nuestra propia experiencia. Es
viviéndolo, participando en las celebraciones eucarísticas, que mejor
podremos llegar a conocerlo.
- Buscando recursos formativos
presenciales. En nuestra propia parroquia o diócesis. Ellos nos permitirán afrontar al instante cualquier cuestión
que al respecto se nos plantee al mismo tiempo que interactuamos con otras
personas interesadas en el mismo contenido. El "aprendizaje
colaborativo" es una herramienta de grandes posibilidades.
Es importante también que detectemos primero cuáles son nuestras lagunas,
nuestras dudas al respecto, las necesidades,... pues de esta manera podremos
dirigir mejor nuestros pasos y también podremos ser mejor ayudados.
Con este artículo pretendemos también apuntar hacia la "educación en
la fe de nuestros hijos en relación con la Eucaristía".
"Vamos a Misa".
Con esta expresión estamos diciendo: "Vamos a dedicar un rato a
nuestra relación con Dios pero no a solas cada uno con Él sino en familia, en
comunidad con nosotros mismos pero también con otras familias que acudirán como
nosotros a participar de la celebración de este sacramento; vamos además con el
convencimiento de que acudimos respondiendo a una llamada, una invitación a
VIVIR la Cena del Señor,... con todo lo que ello significa".
Pero nuestros hijos no siempre adoptan una actitud receptiva y se muestran
críticos, reticentes y nos sueltan argumentos que... en parte compartimos, o
hemos expresado alguna vez también nosotros:
- "Es que me aburro, siempre parece todo lo mismo".
- "No me gusta porque no entiendo nada, dicen palabras muy
raras".
- "¿Para qué?, estamos allí una hora que podría emplear en hacer los
deberes o irnos a jugar al parque".
Y nosotros, los padres, cuando ellos no manifiestan disposición positiva
acudimos a mil argumentos más o menos razonables pero nos descorazona su falta
de motivación y tampoco sabemos cómo darle la vuelta a esto.
- El formulismo repetitivo hace
parecer que todo es lo mismo... (cuando en realidad sabemos que no es
así); ellos lo perciben así no obstante.
- Hay un amplio desconocimiento
de la simbología, de su significado y de su conexión con los lenguajes y
signos de hoy.
- Si no hay "actualización
de lenguajes, no hay conexión eficiente con su sentido". Utilizando
el lenguaje informático: es "como intentar hacer funcionar bien un
programa de última generación en la base de un sistema operativo que
funcionaba perfectamente para programas de su época... pero no tenía
previsto esto de ahora mismo".
- Y sobre todo: Estas respuestas,
sobre todo la del "para qué", nos hablan de "falta de
conexión de nuestra vida cotidiana con la Eucaristía y su
significado". Aquí está el núcleo del problema.
Algunas sugerencias para ir cambiando la situación.
Sin ánimo de dar recetas, porque no las hay, vamos a enumerar al menos
algunas propuestas:
- Vivir nuestra fe. Hacer vida lo
que creemos y de manera especial el significado de la Eucaristía. Ésta es
la primera, principal e insustituible manera de animar a nuestros hijos a
darle importancia a participar de la celebración eucarística.
- Asumiendo que somos los
primeros y principales catequistas de nuestros hijos, hagamos diálogo con
ellos de este sacramento:
- Acogiendo sus dudas y tratar
de resolverlas buscando juntos una respuesta.
- Dialogando sobre la Palabra de
Dios escuchada en la Eucaristía, de lo que ella nos está diciendo, de su
eco en nuestra vida cotidiana.
- Compartiendo nuestras
percepciones sobre lo que hemos visto, escuchado, sentido y vivido.
- Buscando juntos alguna
implicación práctica a vivir a lo largo de la semana relacionada con la
Eucaristía vivida.
- Tengamos una relación más
estrecha con la Comunidad cristiana de base o Comunidad parroquial, de
manera que "podamos compartir los padres y madres todas estas
cuestiones y aprender unos de otros maneras de afrontar mejor nuestra
labor catequética o de educadores en la fe de nuestros hijos".
- Presentemos siempre y en todo
caso la participación en este sacramento como:
- "Una oportunidad de
crecer en unidad consigo mismos": Jesús ha venido para curar a los
enfermos no a los sanos. Por lo tanto recibirle a Él no es un premio sino
una necesidad. Nuestros hijos -como nosotros- necesitan ver en Jesucristo
alguien que les reconcilia consigo mismos, alguien que les acoge como son
y les devuelve la paz que sólo Él puede dar.
- "Una ocasión de unirse
más a Jesús": recibiéndole en la Eucaristía forman uno con Él.
- "Un medio para vivir la
unidad con el resto del pueblo de Dios": Si todos le reciben, si
participan de Él en la Comunión,... todos somos uno con Él y en Él.
- "Camino y fortaleza para
vivir en el mundo con las mismas actitudes que vivió el Maestro de
Nazaret": Somos en la Comunión enviados a Anunciar el Reino de Dios
COMO Jesús lo hizo, amar COMO Jesús lo hizo.
Y una última recomendación más:
Si bien es cierto que la Iglesia Cristiana Católica insiste mucho por
activa y por pasiva en la necesidad de que el pueblo cristiano participe de
este sacramento, al menos los domingos y "fiestas de guardar", no lo
hace por obsesión del cumplimiento de una norma sino por la "convicción
profunda de cuán importante y esencial para un cristiano es vivir este
sacramento".
Si presentamos este sacramento sólo como una obligación... acabaremos
creando la idea de que "es una cosa más, una carga, una obligación
más,...". Cuando alguien que nos ama, como Dios nos ama, nos invita a
participar de su vida ¿cómo puede entenderse que lo que motive nuestra adhesión
a Él sea sólo una obligación que nos imponemos?.
No es ése el sentido de las recomendaciones de la Iglesia sino el de la
coherencia con lo que Jesucristo significa para nosotros.
La participación en la Eucaristía es una oportunidad para el gozo, la alegría del ENCUENTRO con Él, con el resto de la Comunidad y fuente de vida cristiana. Ése es el sentido de tanta insistencia en que participemos en ella.
PARA NUESTRA REFLEXIÓN:
- ¿Qué nos contestan nuestros
hijos cuando les decimos: "Vamos a Misa"?.
- Si, por el contrario, son ellos
quienes desean "ir a Misa" y somos nosotros los remolones...
(suele suceder en algunas familias que llevaron sus hijos a la parroquia
para la catequesis infantil y una vez que el hijo o hija tomó la 1ª
Comunión ya se olvidaron completamente de la parroquia) ¿qué nos indica
esto?, ¿qué podemos hacer?.
- ¿Cómo hemos interpretado hasta
ahora esto de "ir a Misa todos los domingos y fiestas de
guardar"?. ¿Cómo ha influido o influye esto en nuestros hijos?.
- ¿Hacemos conversación de este
tema ("educar en la vivencia del sacramento de la Eucaristía")
con otras familias de nuestra parroquia o comunidad cristiana?, ¿qué
conclusiones obtenemos?.
PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O PROFUNDIZAR:
- Benedicto XVI explica la
Eucaristía a los niños.
- Jesús, pan de vida.
- Catequesis de la Misa.
- ¿Por qué asistir a Misa los
domingos?.
- Iniciación a la Misa con
niños.
- Preparación de la Misa con
chicos.
- Las partes de la Misa (ilustraciones).
- Dinámicas para niños sobre la
Eucaristía.
- Recursos sobre la Eucaristía
para niños.
- Recursos para la catequesis.
- Recursos didácticos para la catequesis.
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