Plantearse
buenos propósitos es innegablemente positivo, pues quien lo hace demuestra que
quiere avanzar, que es consciente de que hay aspectos mejorables y que su
máxima ambición no es quedarse como está, sino mejorar su vida, avanzar y
progresar.
Al plantearse propósitos es necesario que éstos sean lo suficientemente
ambiciosos como para lograr cambios sustanciales en la vida, pero que a la vez
sean metas alcanzables y realistas. Y que vayan acompañados de un plan de
acción.
Si uno
se plantea como propósito llegar al verano con un cuerpo de top model, o un míster universo, está
claro que eso no es un propósito, sino un deseo o un sueño; no está mal, es como una utopía: nos marca el camino a seguir pero....
Los
propósitos que funcionan, además de realistas y alcanzables, exigen un
compromiso con uno mismo para lograrlos. Y ese compromiso no se alcanza con un
simple deseo, sino que hace falta una gran motivación para ser capaces de
cumplir con nosotros mismos. Hace falta que por dentro, en nuestro interior, haya
habido un trabajo de fondo que ponga a todo nuestro ser, a nuestra voluntad, a
trabajar para alcanzarlo.
Pautas
de alimentación que sí funcionan.
Imaginemos que alguien nos dice lo que podemos hacer por nuestra salud en este año y nos propone las siguientes ideas:
- Rebajar drásticamente el consumo de azúcar y de hidratos de carbono (incluidos los complejos, como los cereales integrales).
- Incrementar el consumo de alimentos crudos de calidad.
- Evitar los refrescos (y más si tienen gas).
- Dejar de consumir productos industriales.
- Perder el miedo a las grasas saturadas "buenas".
- Aumentar el uso de hierbas y especias en la cocina.
Sin
embargo, tendríamos que saber que en esas 6 pautas anteriores se
concentran algunas de las claves de la buena salud y que, si se incorporan a
los hábitos de alimentación, logran por sí mismas, casi sin hacer nada más, que
quien las lleva a la práctica mantenga un peso óptimo y se encuentre
francamente mejor. Por lo tanto, los pondrá en marcha íntimamente convencido de
sus beneficios.
El
convencimiento interno, la verdadera palanca del cambio.
Mejorar
la alimentación es uno de los objetivos más frecuentes año tras año (como
aprender inglés o apuntarse al gimnasio, etc...).
Y más
cuando acabamos de salir de unas fechas en las que tradicionalmente se tienden
a cometer excesos con la comida (muchas veces acallando al Pepito Grillo que
llevamos dentro con la promesa de que a partir del 1 de enero nos alimentaremos
mejor).
De
hecho, según un estudio hecho público en plena Navidad basado en los datos de
una muestra de 200.000 personas recogidos a lo largo de cinco años, los
españoles ganan cada Navidad entre dos y cinco kilos de media (1,8 kilos las
mujeres y ¡4,3 los hombres!).
La
culpa la tienen los compromisos (con una agenda llena de comidas concentradas
en unos pocos días), la gastronomía típicamente navideña (mucho más calórica de
lo habitual) y el alcohol (con muchas calorías y pocos elementos nutritivos).
Perder
el exceso de peso y alimentarse mejor son buenos objetivos (más que buenos:
esenciales) y, sin embargo, en tantísimos casos abocado también al fracaso.
Salvo contadas excepciones, los cambios que perduran en la vida son fruto de
ideas y conocimientos a los que nos hemos expuesto una y otra vez, ideas que
han calado en nuestro interior, que nos han convencido no en un instante, sino
en nuestro yo más profundo.
Seamos conscientes de que quienes de verdad cambian y se mantienen firmes en sus propósitos
son los que se han empapado intensamente y a lo largo de un cierto tiempo de
los hechos que demuestran que es necesario cambiar. Y es que el trabajo se hace
en el subconsciente.
Somos lo que comemos.
Si en nuestra alimentación nos atiborramos de productos industriales, de
aditivos químicos, de alimentos para los que nuestro organismo no está
preparado, de productos indigestos... es inevitable que desarrollemos
intolerancias, desajustes, carencias...
Las plagas
de obesidad, de alzhéimer, de problemas digestivos, de diabetes, de alergias y
de cáncer, entre otras, no son fruto de la casualidad. Y es absurdo que luego
pretendamos que se solucionen a base de fármacos y más fármacos. Lo prueba el
hecho de que pese a que la industria farmacéutica está supuestamente realizando
más avances que nunca, los grandes males en cuanto a salud siguen campando a
sus anchas entre las poblaciones más avanzadas.
¿No
sería lógico que cada uno de nosotros, en nuestra casa, proporcione a su
organismo los nutrientes que necesita (y deje de darle lo que le perjudica)?. ¿No es más razonable adoptar desde el convencimiento hábitos de vida en
coherencia con el bienestar de nuestro cuerpo?. ¿No es mejor contar con la
información -basada en hechos científicos y contada desde la independencia- que
nos permite tomar las decisiones adecuadas respecto a nuestra salud?.
La publicación "Bienestar80" nos dice lo siguiente:
Una buena
salud depende del tipo de hábitos alimenticios que se tenga. Por ello, se
recomienda aprender a elegir la comida que favorezca una buena nutrición. Para
crear un buen hábito sólo requieres de 21 días de práctica.
- Evita catalogar los alimentos como
“buenos” o “malos”. Lo mejor es conocer las propiedades de cada
alimento y de esta forma discernir cuáles son los mejores para tu
salud.
- La comida nutre el cuerpo y el
espíritu. Trata de comer frecuentemente en familia para
compartir las experiencias del día. De esta forma mejora la comunicación y
unión familiar.
- No limites los alimentos. Tener una
dieta balanceada consiste en comer de todos los grupos
nutricionales que hay para obtener los requerimientos diarios de
vitaminas, minerales, etc. Sólo debes poner atención en las porciones para
no excederte.
- Realiza un súper inteligente y lleva
a casa alimentos saludables. De esta forma evitas caer en tentaciones
al abrir tu refrigerador. Cambia las galletas, helados, etc., por frutas,
cereales integrales, frutos secos y yogur.
- Nunca olvides que el
desayuno es primordial. Es la base para que tengas la suficiente
energía para realizar tus actividades diarias.
Si deseamos
tener un estilo de vida más saludable, sólo tenemos que hacer pequeñas
modificaciones en la dieta. Lo importante es que estemos decididos a mejorar
nuestra calidad de vida.
Lo mismo que hagamos con nosotros, hagamos también con los hijos. Ellos van a estar
reclamando bollería para llevarse al colegio todos los días, golosinas,... En
casa van a negarse a comer determinados guisos y van a estar presionando para
que cocinemos siempre otros, los de su gusto.
Tengamos claros nuestros
criterios y prioridades. ¿Qué es preferible: su salud o alimentar su
capricho y generando de paso una nutrición desequilibrada e incluso
perjudicial?.
PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O
PROFUNDIZAR:
- Guía sobre hábitos alimenticios saludables.
- Hábitos alimenticios: los saludables y los que debes
evitar.
- Cómo mejorar sus hábitos alimenticios.
- Hábitos alimenticios saludables y fáciles de aplicar.
- 10 consejos para una alimentación saludable.
- Hábitos alimentarios saludables desde la niñez.
- Cómo alimentar a mi hijo de forma balanceada.
- Alimenta a tu hijo de forma sana.
- Cómo alimentar a los hijos para que crezcan saludables.
- Alimentación equilibrada en los niños de 4 a 12 años.
PARA LA REFLEXIÓN EN FAMILIA:
- ¿En qué nos ha ayudado este
artículo?.
- ¿Qué ideas hemos hallado en los
enlaces "para ampliar, contrastar o profundizar" que nos pueden
ayudar a mejorar nuestra calidad de vida a través de la alimentación?.
- ¿Dónde hallamos nosotros las
mayores dificultades para poner en práctica lo que esta documentación nos
propone?.
- ¿Qué sería necesario para hacer
vida estas ideas?, ¿cómo podríamos ayudarnos unos a otros para alcanzar
nuestros objetivos al respecto?.
Acordémonos de lo que
decíamos al principio: "No basta con tener ilusiones y
proponernos excelentes metas, hay que ser capaces también de establecer un PLAN
concreto y luego comprometernos a llevarlo a la práctica".
No hay comentarios:
Publicar un comentario