(Por Santiago Martín, en http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=26784 )
"Le dijo su madre:
‘Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos
angustiados’. Él les contestó: ‘¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía
estar en la casa de mi Padre?’. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su
autoridad". (Lc 2, 46-51).
El relato de la pérdida de Jesús en el Templo nos sitúa ante un conflicto
generacional en el seno de la Sagrada Familia, un problema siempre existente en
cualquiera de nuestras familias. Pero, sobre todo, nos sitúa ante la solución.
Tras la presentación del problema -el niño Jesús se separa de sus padres sin
avisarles y éstos se llevan un susto enorme-, el Evangelio nos dice qué hay que
hacer. Primero: el diálogo sereno; la Virgen no se nos muestra airada, sino
tranquila y dialogante; antes de juzgar quiere oír una explicación del por qué
de un comportamiento tan extraño en una criatura siempre dócil como era Jesús.
Éste les da una respuesta que no les convence del todo. La conclusión es que se
restablece la armonía y el niño vuelve a unirse a sus padres “siguiendo bajo su
autoridad”.
Por lo tanto, ¿qué tenemos que hacer cuando hay problemas en casa?.
Lo primero: dialogar, escuchar,
darle al otro la oportunidad de que se explique, oír sus razones, ponerse en su
lugar, comprender sus circunstancias de edad o de cansancio.
Lo segundo fijar los límites
entre lo que es tolerable en base a la legítima libertad, sin lo cual la
familia sería un infierno y no un hogar, y lo que rompe la unidad y convierte
la familia en una pensión barata.
Tercero: aplicar las
consecuencias sin miedo y establecer la autoridad sin caer en el autoritarismo,
sabiendo que ése es el servicio que hay que prestar. Tan malo es que en una
casa no exista orden como que impere la tiranía. Hoy lo más frecuente es que la
educación sea tan permisiva que, cuando los padres quieren poner remedio, se
encuentran con que es demasiado tarde.
En este día de la “Sagrada Familia” queremos expresar con esta sencilla
reflexión nuestro reconocimiento a la admirable y nada fácil tarea de EDUCAR a
los hijos con criterios sanos, amables y sabiamente equilibrados.
Tenemos en María y José no mucha documentación pero sí algún ejemplo muy
claro de cómo actuar, cómo movernos en este terreno y tarea de EDUCAR
acompañando a nuestros hijos en la aventura de vivir.¡Felicidades, FAMILIA!.
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