lunes, 10 de mayo de 2021

Ecología doméstica

 Desde muy diversas instancias se nos anima, invita, impulsa, sugiere,… cuidar el Medio Ambiente, ser respetuosos con la Casa Común para llegar a una auténtica armonía con el entorno natural cercano y lejano.

Sin embargo esto no se consigue ni por arte de magia ni sólo por desearlo; tampoco viene caído del cielo ni nadie lo va a hacer por nosotros.
Son necesarias unas cosas previas:
1- Voluntad, por supuesto, de querer llegar a esto.
2- Mirada contemplativa ante la maravilla de toda la Creación (ser humano, animales, plantas, entorno físico,…).
3- Saber hallar la conexión entre todos los elementos antes mencionados.
4- Tener claras las finalidades, el para qué, además del por qué.

1.- Todo sirve.

Para aprender a amar la naturaleza, para saber amar sin menospreciar nada ni a nadie (personas, animales, plantas,…) es necesario conocer, es preciso entrar en el corazón de todo ello. Y esto se logra desde la experiencia más que a base de cursos o de leer escritos como éste u otros mucho más logrados.
Así que empecemos por el primer peldaño de la escalera:
¿Qué tipo de basuras generamos en el hogar que pueden reutilizarse y adecuarse para crear un jardín/huerto casero?.
  1. Un bidón de 5 u 8 litros de los que hemos comprado con agua potable  puede convertirse en un buen macetero, incluso sin necesidad de hacerle ningún agujero en su base.
  2. Los botes de tetrabrick, botellas de plástico,... de 1 l. o de otras capacidades pueden ser también excelentes macetitas o semilleros para plantones, semillas de pimiento, tomate, uva, perejil, etc…
  3. Un trozo de cartón puede ser la excelente bandeja sobre la que dejar las semillas que antes estaban dentro de un melón, de una manzana, granada, papaya, pimiento, etc… dejándolas sobre él bien esparcidas para que se sequen y maduren antes de ser sembradas.
  4. Un bidón de pintura de ésos de 15 litros (más o menos) que hemos utilizado para pintar con su contenido nuestra vivienda o un cubo de los que se empleaban para fregar el suelo y que ya hemos arrinconado los podemos emplear para llenarlos de tierra que podemos hallar en el monte y llevarlo a casa.
  5. En el monte podemos hacer acopio también de palitos, algo de pinocha,… que nos vendrán muy bien para lo que más tarde haremos en casa (esto lo podremos poner en alguna bolsa de plástico, de rafia,… grande para que quepan bien).
  6. Cuando preparamos las comidas (guisos, ensaladas, postre de frutas,…) generamos basura orgánica: pieles de la fruta, de los tubérculos –papas-, restos del pimiento, del tomate, etc… que luego trocearemos lo más que podamos y echaremos dentro de algún bidón al que le echaremos tierra de la que trajimos del monte mezclándolo todo (así evitaremos que eso se llene de moscas pequeñas o grandes y de paso logramos abonar esa tierra preparándola para ser base de cultivo).
  7. El agua que empleamos para lavar la fruta, verdura, hortalizas,… la podemos utilizar para regar; es así mucho más útil que dejarla perder por los desagües y además es agua enriquecida con nutrientes para las plantas.
2.- Todo es educativo.


La finalidad no es sólo reducir basuras, reciclar, contaminar menos, disminuir gastos, rentabilizar más el agua que consumimos,… es también educarnos y educar a nuestros hijos.
Así que razón de más para hacer lo siguiente entre todos:
  1. Recopilar los bidones, botes de tetrabrick, etc… adecuándolos para ser convertidos después en macetones, macetas o macetitas (mostrando a los hijos la manera de hacerlo).
  2. Buscar un día y hora en que podamos quedar toda la familia y marchar al monte y sin deteriorar el medio natural recoger tierra (aunque esté mezclada con algunas piedritas está bien, es más, es bueno que tenga piedritas también), palitos, pinocha,… Puede ser un día en que con la excusa de una actividad mayor hagamos esto como un elemento más de ese plan.
  3. Cuando llegue la hora de preparar las comidas, al mismo tiempo que enseñamos a los hijos las habilidades culinarias les mostramos también cómo reutilizar la materia orgánica que queda tras pelar las papas, tomates, cortar los pimientos, pelar frutas,… también cómo aprovechar el agua que podremos utilizar después para regar las plantas,…
  4. Trocear en pequeñito esos desperdicios de frutas, verduras y hortalizas y llevarlo al bidón donde habrá al menos algo de tierra de la que trajimos del monte y con un palo mezclaremos bien esa tierra con los desperdicios vegetales y luego tapamos el bidón para que no extienda olores ni atraiga insectos.
  5. Buscamos una hora en que podamos estar padres e hijos sin otra cosa que disfrutar de nosotros mismos y de realizar algo conjunto y planificamos juntos “cómo montar una maceta grande, otra mediana o pequeña” (según lo que tengamos disponible) y reunimos todos sus elementos.
3.- Montamos la maceta. 

  1. En la base del bidón, del bote de tetrabrick,… ponemos unos palitos que la cubran en posición horizontal; en las esquinas de esos botes o bidones ponemos un palito que en vertical conecte el borde del bote con esos palitos de la base.
  2. A continuación añadimos una capa de pinocha o materia orgánica que haga función de filtro natural para el agua que llegará hasta ese punto cuando reguemos la maceta. Los palitos verticales y la pinocha permitirán que la planta respire y aunque al regarla a veces nos pasemos un poco con el agua… ésta no se pudrirá y al mismo tiempo no se desperdicia ni una gota de del líquido elemento.
  3. Después echamos una capita de tierra sobre esa pinocha y el resto lo llenamos con tierra mezclada con restos vegetales dejando un par de dedos o tres libres antes de la apertura del bote.
  4. Sobre esta superficie echamos algunas semillas (de tomate, perejil, pimiento,…) o bien un plantón (de tomillo, romero, etc…) y le añadimos una capita delgada de tierra por encima.
  5. Finalmente regamos la nueva maceta con el agua que habíamos utilizado para lavar las verduras, la fruta, hortalizas,…
Estrategias metodológicas.

No se trata de hacerlo todo perfecto ni de evitar errores a toda costa
 porque hasta esos posibles fallos, despistes, variaciones (que siempre las hay) son también educativos si en ellos hemos participado todos, especialmente los hijos.

Lo que ellos puedan hacer… que lo hagan ellos y lo que hagamos los adultos… que esté seguido, atendido por los hijos. Jamás suplir sus capacidades, habilidades y sabiduría sino más bien ponerlas en juego constantemente: así favorecemos y potenciamos su motivación, les ayudamos a desarrollar su autoestima, les llevamos a saborear el gozo de contribuir a algo creativo, generador de vida, sentido de la responsabilidad, gusto por las cosas bien hechas, con buen acabado,… ¡es tanto lo que con esto podemos educar!.

Además de todos estos valores estamos educando la mirada contemplativa sobre la naturaleza, estamos educando su sensibilidad hacia el medio natural, conocerlo, comprenderlo, valorarlo, respetarlo, defenderlo,… y también hacer crecer el espíritu de equipo entre nosotros y el solidario con los agricultores (especialmente los pequeños agricultores) que con tanto esmero trabajan sus terruños invirtiendo en ellos más de lo que obtienen como beneficio económico pero haciendo las cosas de manera que puedan llegar a nuestra mesa unos alimentos sanos y nutritivos.

Santi Catalán
santi257@gmail.com

PARA AMPLIAR:
PARA LA REFLEXIÓN Y DIÁLOGO EN FAMILIA:
  • ¿Qué conclusiones obtenemos tras la lectura de este artículo?. ¿En qué ideas lo podríamos resumir?. ¿Qué dudas nos genera?.
  • ¿Hemos llevado a cabo experiencias como ésta o similares o muy diferentes pero con objetivos parejos?, ¿qué aprendimos de ello?.
  • ¿Qué otras propuestas haríamos para enriquecer lo que en esta entrada presentamos?.
  • ¿Podríamos organizar talleres con estos contenidos en Asociaciones de Vecinos, comunidades parroquiales, colegios, etc...?. ¿Qué haría falta para ello?. ¿Cómo empezar?.

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