Si queremos a nuestros hijos, tenemos que demostrárselo. Y la
mejor forma de hacerlo es escuchándoles.
Cuando nos dedicamos a escuchar a alguien le estamos diciendo:“Eres importante. Lo que haces me interesa. Tú me interesas”.
Decimos de los adolescentes: “Es que no hablan, son como mudos, no dicen nada, se encierran con su música en la habitación y se callan…”.
Puede ser así. Pero muchas veces escuchamos a los hijos a medias: por falta de tiempo, porque no le damos importancia, por no saber cómo hacerlo…
O ni siquiera les dejamos hablar, cuando son pequeños, por ejemplo, porque lo decimos todo nosotros.
Necesitamos aprender a ser buenos oyentes, o "escuchantes" -como dicen algunos-. Para que ellos también lo sean con nosotros y con los demás.
Cómo escuchar a los hijos.
Veamos unas breves pautas.
1. Asegurarnos de que estamos preparados para escuchar.
Cuando nos dedicamos a escuchar a alguien le estamos diciendo:“Eres importante. Lo que haces me interesa. Tú me interesas”.
Decimos de los adolescentes: “Es que no hablan, son como mudos, no dicen nada, se encierran con su música en la habitación y se callan…”.
Puede ser así. Pero muchas veces escuchamos a los hijos a medias: por falta de tiempo, porque no le damos importancia, por no saber cómo hacerlo…
O ni siquiera les dejamos hablar, cuando son pequeños, por ejemplo, porque lo decimos todo nosotros.
Necesitamos aprender a ser buenos oyentes, o "escuchantes" -como dicen algunos-. Para que ellos también lo sean con nosotros y con los demás.
Cómo escuchar a los hijos.
Veamos unas breves pautas.
1. Asegurarnos de que estamos preparados para escuchar.
- Antes de ponernos a escuchar atentamente, tenemos que darnos tiempo y atender algunas de nuestras necesidades: centrarnos durante unos minutos después de llegar del trabajo, serenarnos interiormente después de unos momentos de tensión…
2.
Prestar toda la atención al hijo.
- Dejar a un lado lo que tenemos entre manos (periódico, televisión…).
- Sentarse y escuchar, aunque sólo sean cinco minutos.
3.
Reducir al mínimo las distracciones.
4.
Invitar a hablar al hijo.
- Dar la oportunidad de que hable: también tienen mucho que contar.
- Pedir que lo haga. Y esperar. No forzar.
- Dedicar un tiempo para cada hijo: aunque no pida atención, puede necesitarla.
- Podemos comenzar formulando preguntas abiertas y seguir después la pista de lo que cada uno dice.
- Atención: No es el momento de discutir sus malas notas o quejarse de lo desordenado de su habitación: es el tiempo de escuchar.
5.
Escucha activamente.
- Buscar el espacio adecuado, mirar al hijo con atención y manifestar signos de escucha activa.
- Decir lo que nos preocupa, formular preguntas, aclarar situaciones y escuchar atentamente.
- Interesarse por lo que el hijo cuenta: recordar los nombres de sus amigos, preguntar más detalles sobre lo que dijo otro día… Él se sentirá importante porque se recuerdan las cosas que le preocupan.
- Centrarse en lo importante.
- Cuando el hijo hable, irnos preguntando: “¿Qué está intentando decirme?. ¿Por qué razón esto es importante para él?.
- ¿Está contándonos sus planes o que ha sido capaz de resolver un problema?. ¿Nos manifiesta que fue fuerte y valiente, o que se sintió confuso y enfadado?.
- En todo momento, centrándose siempre en el núcleo del problema, sobre lo principal.
2.
Se trata de escuchar, no de arreglarles los problemas.
- Hemos de tener muy claro que no tenemos que dar consejos ni resolver el problema.
- A nadie le gusta que se le interrumpa con “la solución” antes de acabar de hablar: nos sentimos cortados, no podemos compartir sentimientos ni expresar los detalles más relevantes del problema. Quitamos la oportunidad de dar su propia solución.
- Cuando el hijo cuenta un problema, los padres le interrumpimos rápidamente sugiriendo la solución: tenemos miedo que el hijo sea demasiado joven o inexperto para encontrar sus propias respuestas… Pero es probable que el hijo no esté tanto pidiendo una solución cuanto comunicando su experiencia.
- Después de que nuestro hijo haya tenido tiempo suficiente para expresarse, podemos ayudar a que él explore las posibles soluciones. Si somos capaces de hacer que él llegue a la solución, habremos hecho más por su autoestima que dándole nuestra solución.
3.
Atender y responder a los sentimientos.
Aceptar los sentimientos.
Nos resulta preocupante escuchar a nuestro hijo sentimientos que no
quisiéramos que fuesen ciertos: odio al hermano, enfado contra el padre o
la madre.
Es tentador cortar esos sentimientos, pero poner una tapa en una olla hirviendo no los apaga.
Nuestros hijos tienen sus propios sentimientos intensos: envidia, cólera, celos, temor… Para clarificarlos y controlarlos habrá que controlar las causas que los provocan, pero los sentimientos no son ni buenos ni malos. A los sumo los podemos clasificar entre positivos y negativos.
1. Consecuencias.
Cuando calificamos de “malos” los sentimientos de nuestros hijos las consecuencias pueden ser:
Es tentador cortar esos sentimientos, pero poner una tapa en una olla hirviendo no los apaga.
Nuestros hijos tienen sus propios sentimientos intensos: envidia, cólera, celos, temor… Para clarificarlos y controlarlos habrá que controlar las causas que los provocan, pero los sentimientos no son ni buenos ni malos. A los sumo los podemos clasificar entre positivos y negativos.
1. Consecuencias.
Cuando calificamos de “malos” los sentimientos de nuestros hijos las consecuencias pueden ser:
- Una baja autoestima: “Debo de ser malo para sentir así”.
- Una conducta no sincera: “Debo fingir para adaptarme a lo que quieren mis padres; si se enterasen de lo que realmente pienso, me abandonarían”.
2.
Reacciones de los padres.
Éstas son las reacciones comunes de los padres que hacen que sus hijos nieguen sus propios sentimientos:
Éstas son las reacciones comunes de los padres que hacen que sus hijos nieguen sus propios sentimientos:
- Negar que existan esos sentimientos: “No te duele la pierna. Eso no fue nada”.
- Decir lo que el hijo debería sentir: “Deberías decirle a tu hermano que lo sientes”.
- Comparar al niño con otros: “Javier no se porta así en el dentista. ¿Por qué no te portas como él?".
- Ridiculizar o hacer sarcasmo: “¿Vas a volver a llorar sólo porque no puedes hacerlo?. ¡Qué pequeño eres!”.
- Utilizar amenazas y castigos: “Si te sientes así cada vez que te dan un golpe, olvídate del fútbol este año”.
3.
Formas de ayudar.
Estas son algunas formas de ayudar a nuestros hijos a afrontar sus sentimientos negativos:
Estas son algunas formas de ayudar a nuestros hijos a afrontar sus sentimientos negativos:
- Animar a los hijos a expresar sus verdaderos sentimientos. Hacerlo en un entorno seguro (intimidad) con tiempo suficiente para expresar sus enfados. Si el enfado es contra nosotros, intentaremos no ponernos a la defensiva ni quitárselo de la cabeza, aunque no por eso tengamos que ceder en lo que decimos: “Ya sé que quieres ir a dormir a casa de tu amiga, pero hoy no puedes ir”.
- Ayudarles a encontrar diferentes formas de expresarlos. Por ejemplo escribir carta a un amigo. El deporte también puede ser una salida.
- Animarles a que utilicen la imaginación: “¿Qué desearías haber dicho y hecho en tal ocasión?. ¿Qué te hubiera gustado que sucediera?. ¿Qué habría pasado si…?".
- Contarles una anécdota o historia de nosotros mismos: lo que sentimos en una situación similar, sin convertirnos en el centro de la conversación ni usarlo para aliviar su malestar. Nuestro hijo sentirá que le comprendemos y que no está solo en sus sentimientos.
- Servir de modelo: afrontar adecuadamente los propios sentimientos negativos y emplear algunas estrategias señaladas anteriormente.
- Ayudarles en momentos de frustración. Hacer que se sientan bien consigo mismos incluso en los momentos de decepción o fracaso: “No ganaste, pero has mejorado mucho en tu estilo de nadar…”.
TRABAJO A REALIZAR EN FAMILIA:
ACTIVIDADES
Y PROPUESTAS.
Revisión.
Revisión.
- Leer y comentar las pautas concretas de escucha que se dan en este capítulo.
- Hacerlo desde la experiencia de cada uno. ¿Qué nos recuerda?.
- Destacar hechos, casos, anécdotas, situaciones concretas…
- En concreto, ¿cómo nos situamos ante los sentimientos negativos y cómo los manejamos?. ¿Cómo lo hicieron nuestros padres con nosotros? ¿Cómo actuamos nosotros ahora?.
PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O PROFUNDIZAR:
No hay comentarios:
Publicar un comentario