No hace
falta que le presente el té verde, la reina de las infusiones. Seguro que fue
el primer remedio natural que se descubrió. Y probablemente sea la bebida más
sana del mundo.
Creemos
que lo sabemos todo sobre él y, sin embargo, nos sigue sorprendiendo con cada
nuevo descubrimiento.
Ahora
los investigadores han descubierto que el cuerpo quema más calorías si se
toma... ¡té verde!.
Desde
fuera no parece gran cosa, si bien está cargado de sustancias potentes y
beneficiosas para el cuerpo. Sus propiedades contra el cáncer (sobre todo de
mama) y antioxidantes son de sobra conocidas. Y también es una solución
interesante para perder peso, ganar resistencia y aumentar los niveles de energía.
En verdad, ¿qué sabemos del té?.
El té
es la bebida más consumida del mundo después del agua. El té verde representa
el 18% del consumo de té mundial, mientras que el té negro supone el 80%.
Existe
un amplio desconocimiento alrededor del té. Cuando hablamos de té negro, verde
o blanco, nos imaginamos plantas de diferentes especies con hojas que irían del
verde oscuro al verde claro, pero la realidad es bien distinta.
Las
3.200 variedades de té que existen proceden todas ellas de una sola y única
especie de arbusto, la planta de té, también conocida como camelia de China (en
latín Camelia sinensis).
Hay
varios factores que determinarán el aroma del té: el clima, la altitud, la
estación de recogida (primavera, verano, otoño o invierno) y, sobre todo, el
tratamiento posterior a la recogida.
El
tratamiento es una fase clave que marca la gran diferencia con respecto al
sabor final de la infusión (el marchitado de las hojas, la oxidación, el
secado, la torrefacción, la posfermentación, el perfumado, la aromatización,
los secretos de elaboración…).
De
entrada, se obtiene una variedad infinita de bebidas, incluso si comparamos dos
tipos de té verde. Hay quien dice que el sabor del té verde de Japón se parece
más a una sopa de berros que al té que se bebe en Europa.
El té
verde, el más valioso.
De
entre todos los tés, el té verde es el más apreciado por sus propiedades terapéuticas. La diferencia entre las variedades de té nace en el tratamiento
de las hojas. Y el té verde es el que menos tratamientos recibe, lo cual
permite conservar al máximo sus propiedades y sustancias activas.
El té verde no es simplemente una infusión verde. Contiene grandes cantidades de
polifenoles, como flavonoides y catequinas y principalmente epigalocatequina galato (EGCG), cuyo poder antioxidante está muy estudiado. La EGCG es uno de
los antioxidantes más potentes que se conocen.
Además,
el té verde es rico en vitamina C, que es otro buen antioxidante. Contiene
también cafeína y otras vitaminas (A, B, B2, K y PP), y asimismo podemos
encontrar en él manganeso y selenio, que previenen los daños asociados a los
radicales libres; zinc, que mejora las funciones neurológicas, y magnesio para
mejorar los niveles de energía.
Una
hoja de té verde deshidratada contiene entre un 0,5 y 10% de cafeína y entre un
15 y 30% de catequinas, de las cuales entre un 50 y 75% de media son EGCG.
Dos
investigadores de la Universidad de Basilea realizaron una gran síntesis de
todos los estudios in vitro e in vivo (y estos últimos en personas y en
animales) sobre la EGCG del té verde. La mayor parte de los estudios demuestran
que el té verde y los extractos de té verde sirven para perder peso, controlar
el nivel de azúcar en la sangre y reducir el riesgo de enfermedades
cardiovasculares asociadas al sobrepeso.
El té verde también es reconocido por acelerar el uso de las grasas durante el
ejercicio físico y mejorar la capacidad cardíaca y la resistencia al esfuerzo.
En un estudio, 10 hombres sanos tomaron té verde y observaron que su gasto
energético aumentaba un 4%. Esta clase de té empuja al cuerpo a quemar las
grasas. Un estudio ha demostrado que la oxidación de las grasas aumentaba un
17% entre quienes lo habían consumido.
Varios
estudios demostraron que el té verde permitía adelgazar, sobre todo a la altura
del vientre. Cabe señalar que los sujetos perdían más peso cuando practicaban
deporte a la vez que seguían un tratamiento con té verde.
Durante
un amplio estudio de 12 semanas realizado con 240 personas de ambos sexos se
puso de manifiesto que el té verde permitía reducir considerablemente la masa
grasa, el contorno de cintura y el sobrepeso abdominal.
Pero
como es natural, no a todo el mundo le funciona. Hay algunos estudios que no
han encontrado ninguna aceleración del metabolismo tras el consumo de té verde.
En realidad, todo depende de su consumo inicial: para las personas que ya
consumen mucho té o café, tomar una dosis adicional de té verde tiene sólo un
pequeño efecto en el peso, mientras que para el resto el efecto es muy acusado.
La
cafeína del té verde también es reconocida por mejorar el rendimiento físico
(más del 12% según una síntesis de estudios británica). Resulta útil para
rendir más en el deporte, mejorar la resistencia o sencillamente estar más activo
a lo largo del día.
La
cafeína actúa movilizando los ácidos grasos en los tejidos grasos para que
estén disponibles como fuente directa de energía en los ejercicios de
resistencia, haciendo que los músculos se muestren más reactivos en caso de contracción,
lo cual aumenta directamente la fuerza en los deportes explosivos (musculación,
rugby…).
La EGCG
ha demostrado su eficacia para mejorar las capacidades cardíacas y la
resistencia. En un estudio doble ciego controlado contra placebo, unos investigadores
norteamericanos descubrieron que la EGCG aumentaba el consumo de VO2 max.
(volumen de oxígeno máximo) sin acelerar el ritmo cardíaco. Esto sugiere que la
EGCG permite aumentar el débito cardíaco: los capilares recuperan con mayor
eficacia el oxígeno presente en la sangre para utilizarlo durante el esfuerzo.
Así
pues, el té verde se recomienda para quemar más calorías, perder masa grasa y
aumentar el rendimiento físico.
El té verde también es rico en teanina, una sustancia de interés para los
investigadores. Según unos estudios preliminares, la teanina tendría un efecto
relajante sobre el sistema nervioso y un efecto estimulante sobre el sistema
inmunitario. Sin embargo, todavía no hay datos suficientes que confirmen su
eficacia.
No
todos los tés verdes son iguales.
Una
gran parte de los tés verdes disponibles están oxidados y eso puede destruir
sus propiedades. Revise su té para valorar la calidad. Si tiene un color más
bien marrón en lugar de verde, puede que haya sufrido una oxidación.
Es
importante asegurarse de que el té verde sea puro. Los tés de calidad no
deberían tener demasiado contenido en plomo, flúor, mercurio, arsénico, cadmio
y aluminio. La contaminación de los tés baratos tiene una explicación muy
sencilla: la planta del té absorbe las sustancias que hay en la tierra a través
de las raíces. Si crece en una región contaminada, absorberá el plomo y el
flúor del suelo. Por eso se suele recomendar el té verde de Japón en lugar del
procedente de China, en donde la tierra está más contaminada.
No
todos los tés verdes contienen la misma cantidad de EGCG, el principal
antioxidante del té verde. Haciendo pruebas sobre la concentración de EGCG de
diferentes clases de té verde se observó que variaba desde la más pequeña hasta
veinte veces más (x20). Y si vamos incluso más lejos descubrimos que hay
determinados productos elaborados con té verde que simplemente no contenían
nada de EGCG.
Hay un
proverbio chino que dice: “Es mejor pasar tres días sin comer que un día sin
beber té.”
Pero
ante unas diferencias tan enormes es necesario poner atención a la hora de
seleccionar su té verde. Para ello le voy a dar unos consejos.
Las
bolsitas de papel de té verde son nocivas si han sido tratadas con
epiclorhidrina. En contacto con el agua, esta sustancia desprende 3-MCPD, que
ya ha sido cuestionado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA
por sus siglas en inglés) como causa potencial de cáncer, infertilidad y
debilidad inmunitaria.
Hay
otras bolsitas de té que están hechas de plástico, con polímeros sintéticos
como el nailon o el PVC. Por suerte, estos plásticos sólo se funden a altas
temperaturas, aunque pueden empezar a romperse por debajo de la temperatura de
fusión.
Cuando
sumergimos la bolsita de té en agua hirviendo, existe un riesgo de que los
polímeros liberen sustancias nocivas cuyos efectos para el organismo no son
demasiado conocidos.
¿Hojas
enteras o en polvo?.
Por
intuición creemos que las hojas enteras de té son más auténticas y por tanto
mucho mejores que las hojas trituradas en polvo, y más todavía cuando las hojas
enteras, por lo general, son más caras.
Lo
cierto es que las hojas enteras suelen tener mejor calidad y también permiten
controlar la pureza de la mercancía. Es más fácil ocultar porquerías en el té
en polvo, mientras que las hojas de té no se pueden adulterar tanto.
Como es
natural, el problema de los pesticidas que no vemos a simple vista sigue
estando ahí. Por esa razón es mejor comprar té ecológico (¡aunque eso no
siempre sea una garantía!).
Cómo
obtener el doble de antioxidantes del té.
Hay un
aspecto en el que las hojas en polvo ganan a las hojas enteras: la distribución
de antioxidantes en la bebida. Y es que cuando se prepara una infusión con
hojas de té enteras, se recupera en la taza la mitad de antioxidantes que si se
hubieran triturado previamente. Al moler el té, los antioxidantes buenos (por
ejemplo, la EGCG) se liberan con mayor facilidad en la infusión.
El té
tiene el defecto de que se “engancha” al hierro que circula en el tubo digestivo. Eso impide que se absorba correctamente, una situación que a la
mayoría de las personas que consumen hierro en grandes cantidades no debería
preocuparles en absoluto, pero que para las personas con carencia de hierro
(anemia) no es lo más conveniente.
Para
limitar este fenómeno basta con beber el té separado de las comidas y de la
ingesta de complementos nutricionales.
El arte
de preparar el té verde.
La
preparación del té verde es más delicada de lo que parece. Si quiere aprovechar
todos sus beneficios, ésta es la forma de preparación tradicional óptima:
- Poner el agua a hervir en una cazuela o hervidor. No se debe utilizar una cazuela antiadherente puesto que su revestimiento podría liberar sustancias químicas nocivas.
- Apagar el fuego cuando el agua alcance los 77-85º C.
- Dejar reposar 1 minuto.
- Precalentar la tetera o la taza para evitar que el agua se enfríe demasiado rápido. Para ello, hay que llenar la tetera de agua hirviendo y tapar con un paño. Esperar unos momentos y después vaciar la tetera.
- Calcular 4 cucharaditas de hojas de té por litro de agua.
- Añadir las hojas con ayuda de un colador, un filtro para infusiones o simplemente depositándolas en el fondo de la tetera; esto último da lugar a una infusión más fuerte.
- Verter el agua y volver a cubrir la tetera con un paño o una cubretetera entre 2 y 3 minutos.
- Ir probando; el té debe tener aroma, sin llegar a ser amargo. Retirar las hojas de té y saborear.
¡A su
salud!.
Luis
Miguel Oliveiras
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