El llamado "modelo Sistémico Narrativo" es un modo de ver la realidad y nos aporta un modelo de intervención, de trabajo, una forma de relacionarnos
con los demás, ya sea entre nosotros, con el resto de la familia, con la comunidad docente o con cualquier otra persona o grupo de personas. Se trata de un modelo que funciona como un mapa que nos guía en
el abrupto y hermoso territorio de la enseñanza-aprendizaje y que nos puede ayudar a garantizar la correcta atención
de las dimensiones fundamentales de las personas.
El
Modelo Sistémico–Narrativo es un modelo que nos ofrece unas gafas especiales para ver esa realidad e interactuar con ella. Para ello
parte de unos presupuestos teóricos amplios y aterriza en la práctica diaria (dentro de nuestro ámbito familiar, social y del centro escolar) con un esquema, guión y herramientas que nos ayudan a
estructurar y guiar la comunicación y el lenguaje en nuestro entorno
relacional. La forma de guiar la comunicación que se establece desde la
perspectiva de este modelo nos ofrece respuestas a preguntas como:
- ¿Sobre qué debo hablar como pareja, padre/madre,... cómo y de qué manera puedo hacerlo para emprender el camino hacia el cambio y la mejora?.
- ¿Qué puedo decirle al hijo/a que un día encuentro llorando, cinco minutos antes de reunirnos todos en el comedor para comer, para que entre a este espacio ya tranquilo?.
- ¿Cómo puedo conversar o relacionarme, como padre, con mi niño o niña cuya timidez no le permite dirigirme la palabra o ni siquiera mirarme a los ojos?.
- ¿Cómo puedo llevar una conversación con el profesorado de mis hijos en la hora de atención a las familias para que, aparte de hablar con tranquilidad y eficacia sobre los temas concretos de la reunión, este profesorado y yo mismo/a, quedemos satisfechos y aumente su implicación y la mía en la vida escolar de mis hijos/as, favoreciendo el acercamiento familia-escuela?.
El Modelo Sistémico-Narrativo no percibe a las personas que conforman la
Comunidad Escolar como deficitarias de conocimientos o actitudes a las que hay
que “enseñar” o “corregir”. Sabemos que estas expresiones se dan con frecuencia
y se asumen como funciones de la escuela, que casi forman parte de ella, como
sinónimos incluso. Casi es lo mismo decir escuela que enseñar. Pero podemos cambiar esto y tomarlo como algo que nos puede llevar a fortalecer al son de la
curiosidad y la motivación por crecer.
Personajes de todas las épocas lo plantearon en estos términos:
- “El arte supremo del maestro consiste en despertar el goce de la expresión creativa y del conocimiento” (Albert Einstein).
- “Aprender es descubrir que algo es posible” (Fritz Perls).
- “Educar no es fabricar adultos según un modelo, sino liberar en cada hombre lo que le impide ser él mismo, permitirle realizarse según su genio singular” (Oliver Raboul).
- "La educación ayuda a la persona a aprender lo que es capaz de ser” (Hesíodo).
- “Uno de los principales objetivos de la educación es ampliar las ventanas por las cuales vemos al mundo” (Arnold H. Glasow).
- “El arte de enseñar es el arte de ayudar a descubrir” (Mark Van Doren).
- Expectativas de autoeficacia. La sensación de que el alumnado y las familias son capaces de cambiar, que tienen recursos y capacidades. Es poner la mirada en lo positivo, en lo que tenemos, y no en el déficit. ¿Cómo afectaría este cambio de mirada a lo que evaluamos a principio y a final de curso?, ¿cambiaría nuestra curiosidad por nuestros alumnos y familias?...
- Expectativas de éxito. Es la convicción profunda de que el alumnado y las familias pueden mejorar, cambiar, avanzar. El cambio no sólo es posible sino inevitable. El docente empieza a alimentar su labor con el abono del optimismo y la esperanza y lo trasmite a los demás, creando un halo que se va extendiendo como el polen en primavera. Recordemos que todo está unido, y que nuestras actitudes y comportamientos afectarán ineludiblemente a este movimiento en positivo.
- Expectativas de futuro. El docente da pasos en el presente mirando hacia el futuro. Tendrá presentes en su mente sueños, ideas e ilusiones, que transmitirá y compartirá con sus alumnos, familias y compañeros. Se interesará por los sueños de los demás, y encontrará la forma de unificar sueños compartidos, porque seguro que encontrará en su camino a otros que participan de su mismo sueño.
- Expectativa de responsabilidad. Cada una de las personas que forman la escuela sentirán su parte de responsabilidad. Las cosas no sucederán al azar, estamos conectados y nuestros movimientos generan más movimiento, por lo que será difícil abstraerse de la posibilidad de cambio que conllevan nuestras actuaciones.
(Basado en la documentación del Curso "Comunicación y Convivencia en las relaciones familia‐alumnado‐centro". Desde la óptica del modelo Sistémico‐Narrativo.
Autoras: Dácil Josefa Baute Hidalgo y María de la Cruz Pérez Bethencourt).
El M.S.N. desde la familia.
Podríamos traducir los mismos principios del M.S.N. con sus cuatro expectativas recién mencionadas de la siguiente manera:
- Mirar a nuestros hijos, a nuestra pareja, al resto de la familia y cualquier otra persona como alguien que es capaz de cambiar, de renovarse (expectativas de autoeficacia y de éxito). Ello implicará:
- Evitar juicios peyorativos, pronunciar sentencias lapidarias o recalcar errores del pasado: "Tú siempre fuiste un...". "Es que siempre haces igual, no cambiarás"... son muestra de expresiones de nuestro lenguaje a erradicar totalmente.
- Resaltar lo que las personas con las que nos relacionamos son, somos, capaces de hacer, valorarlo y hacerlo notar (no basta sólo con que lo pensemos): "No habrás sacado un diez en el examen pero observo que al menos lo aprobaste y cuidaste mucho la presentación: buena letra, excelente ortografía,... eso también es importante". "Ya llevas dos días seguidos levantándote en cuanto suena el despertador, ¡felicidades! por esa voluntad que estás desarrollando, sé que significa un esfuerzo importante para ti"... Éstas y otras expresiones similares llevarán a una mayor motivación; estamos dando a entender que "siempre es posible cambiar, mejorar, estamos reforzando motivos para la esperanza y los deseos de autosuperación".
- Animar a nuestros hijos,... (también animarnos a nosotros mismos) a mirar "adelante", a imaginarse un futuro mejor en el que estén superadas las historias que ahora nos atenazan: tener unas metas, un referente a lo que queremos llegar,... y compartirlo con los demás (expectativa de futuro). Ello implicará:
- Valorar nuestros propios proyectos personales y de pareja y animarnos a poner los medios para conseguirlos (el "ejemplo" es el mejor maestro para nuestros hijos).
- Valorar los proyectos o planes de nuestros hijos: tanto los presentes como aquéllos que se proponen realizar en el futuro: "¿A qué te gustaría dedicarte cuando acabes los estudios, hijo?". "¿Qué relación te gustaría tener con tus primos... en vez de la que tienes ahora mismo?". "¿Qué les gustaría que hiciéramos este fin de semana que viene?"...
- Valorar y fomentar lo que podemos hacer conjuntamente para lograr esas metas o sueños en los que fijamos la atención compartida: "¿Cómo puedo ayudarte a conseguir eso que te propones alcanzar?". "¿Puedo echarte una mano en ese trabajo que estás haciendo?". "¿Te gusta el escrito que estoy redactando, hijo?, ¿qué me sugerirías tú para mejorarlo?"...
- Dar a entender que en cualquier actividad, en cualquier momento y lugar, todos somos importantes y contamos con todos y de una u otra manera todos influimos en que el resultado final sea uno u otro, dependiendo del modo en que participemos (expectativa de responsabilidad). Ello implicará:
- Definir "responsabilidades" en el hogar adecuadas a las edades de nuestros hijos que se lleven a cabo con regularidad o cuando sea necesario y valorar sus resultados desde la positividad (fijándonos más en los logros y avances que en los estancamientos o retrocesos).
- Hacer diálogo abierto en la familia en el que hablemos de la importancia de realizar bien esas responsabilidades: "Gracias al cuidado de las plantas de las que tú te estás ocupando están ahora preciosas, todo el mundo nos lo dice". "Si acabas pronto tus tareas del cole haciéndolas bien y yo acabo en ese tiempo de preparar la cena... después podremos echar una partidita al parchís ¿te parece?". "Cuando tratas bien al abuelo él está más alegre y colabora mejor; quiero animarte a que sigas así con él, hijo mío"...
- ...
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