Si
queremos entender bien el Constructivismo debemos acudir al
"Constructivismo Biológico". Maturana y Varela (1987) estudiaron el
tema en profundidad: plantean que los organismos vivos están limitados
estructuralmente, lo que significa que sólo podemos percibir aquello para lo
que nuestro cuerpo físico está preparado, o que sólo podemos interaccionar con
el ambiente para el que estamos prefijados genéticamente, o con aquel del cual
nuestra genética nos haya permitido aprender.
De este
modo, por ejemplo, las personas no podemos escuchar determinadas ondas sonoras,
aunque algunos animales sí. Nuestro oído no está estructuralmente preparado
para ello. Los esquimales pueden llegar a diferenciar hasta 20 tipos de
tonalidades de "color blanco” mientras que el resto de la humanidad apenas
vemos un solo color blanco. En este caso, hablamos de una capacidad aprendida
que permite a los esquimales interactuar con su medio —la nieve—, y sobrevivir
en ese contexto.
Pero
esto no queda ahí, cuando pasamos del mundo físico al perceptivo o al social,
el constructivismo se vuelve una filosofía mucho más poderosa. Para
experimentar esto, recordemos esas imágenes que “son una cosa u otra según
dónde situamos toda nuestra atención” (joven o anciana, copa o caras
enfrentadas, rostro o palabra,…). ¿Qué tienen en común estas imágenes?. Pues
que dependiendo de donde pongamos nuestro foco de atención, podemos ver el
mismo objeto de dos maneras diferentes.
Más
ejemplos:
1º)- Mira a
tu alrededor y busca 3 objetos de color rojo y cuando los hayas localizado
cierras los ojos.
2º)- Trata
ahora, con los ojos cerrados, de recordar qué objetos eran y dónde estaban.
3º)- Ahora,
sin abrir los ojos todavía, trata de recordar también otros tres objetos de
color amarillo que estén en esta misma habitación.
¿El hecho de que no hayas visto el amarillo en un primer momento
significa que no exista?. ¡El amarillo está
aunque nuestra mirada se haya focalizado en otro color y no lo haya
encontrado!. Nuestra percepción influye en lo que vemos de la realidad.
Esto,
que es obvio y fácilmente comprensible en la realidad física, también ocurre en
nuestras experiencias personales y sociales. En el caso de la realidad física
nuestro filtro está formado por nuestros sentidos, con sus capacidades y
limitaciones. En el caso de nuestra realidad psicológica y social, nuestro
filtro está conformado por nuestras creencias, nuestras vivencias pasadas,
aprendizajes, experiencias, sentimientos, pensamientos, actitudes ante la vida,
etc. Nuestra capacidad de pensar, creer, sentir y actuar es fruto de una
selección de información emocional, de ideas, creencias y conductas, pero no es
la realidad tal cual, es la “parcela” de realidad que captamos a través de este
filtro.
Pues
bien, dependiendo de este filtro captaremos determinadas realidades sociales y
no percibiremos otras, o las percibiremos de otra manera, lo que no significa
que no existan, ni que sean menos válidas o “reales” que las nuestras
(recordemos, el amarillo no es menos real que el rojo aunque no lo hayamos
visto). Esas realidades alternativas son las que nos vamos a encontrar en el
resto de las personas con las que vamos a interactuar en nuestra vida, puesto
que estas personas tendrán sus filtros específicos.
Llegados
a este punto, debemos plantearnos:
- ¿Cuál va a ser nuestra actitud ante las diferentes opiniones, creencias, ideas, sentimientos, reacciones del resto de la gente, aunque sean opuestas, contrarias o totalmente diferentes a las nuestras si partimos de esta idea del constructivismo?.
- ¿Consideraremos que nuestra opinión será la única válida y real?, ¿intentaremos convencer a la otra persona de que es así cómo hay que ver el mundo?, ¿le diremos que está totalmente equivocada?.
En
definitiva, algo que es real y objetivo, se convierte en algo que depende del
filtro personal que le ponemos a las cosas que se perciben del exterior.
No vamos a encontrar
dos filtros iguales y cada uno de ellos es tan válido como el otro. Es por ello
que:
- Nos hemos de situar constantemente en una actitud de escucha verdadera, de curiosidad por descubrir qué filtro es el que está utilizando nuestra pareja, nuestro hijo o hija, resto de la familia, profesotrado de nuestros hijos, vecinos de nuestro edificio,...
- Una actitud que nos sitúa en una postura de relativismo sano (no el relativismo que es incapaz de valorar nada) que nos obliga a escuchar y descubrir, y nos aleja de los juicios e ideologías que sólo se miran a sí mismas. En palabras de Nietzsche: "Un juicio dice más de la persona que lo emite que del hecho en sí mismo". En términos de la metáfora "un juicio dirá mucho más de las gafas con las que estamos observando el mundo en ese momento, que del mundo mismo".
Éste, tal y como se presenta en la obra de Maturana y Valera
(1987), von Foerster (1984), von Glaserfeld (1984), y en Botella (2006),
rechaza la posibilidad de un conocimiento objetivo de la realidad, dado que
todo conocimiento depende de la persona —más concretamente, de su estructura
para ver el mundo—. Si existe una realidad, sólo podemos conocerla evaluando
hasta qué punto nuestro conocimiento encaja en ella.
El Constructivismo Radical
ve el conocimiento como una construcción en lugar de como una representación
interiorizada de una realidad existente e independiente. La teoría de las cosas
es igual a la teoría del conocimiento y la realidad será lo que es por lo que
pensamos que es. Podríamos expresar esta idea invirtiendo el refrán “ver para
creer": “creer primero para poder ver”.
Los
axiomas o principios del Constructivismo son los siguientes:
- La realidad es una construcción, una interpretación construida por nuestra mente de lo que vemos y por eso, dos personas distintas pueden interpretar dos cosas distintas de una misma realidad.
- La realidad la vemos según nuestro filtro mental, nuestras gafas o nuestra forma de ver las cosas.
- Los conocimientos previos, las experiencias personales, los intereses… determinan cómo interpretamos la realidad.
- Pensar que nuestra interpretación personal de la realidad es la única y verdadera “realidad” es un grave error.
- Nuestra percepción de la realidad dependerá de dónde pongamos la mirada. Si insistimos en ver las cosas de color rojo, dejaremos de ver las cosas de color amarillo, pero eso no significa que no existan.
- La realidad está contextualizada: hay un espacio y un tiempo donde todo queda enmarcado. Si tenemos un hijo con déficit de atención con hiperactividad, en lugar de buscar fórmulas para aquietar al niño, interactuemos con él de manera más dinámica, con más moviendo,... así él funciona mejor. Cambiando el contexto o el modo de interactuar, cambia la situación.
- Tolerancia: Yo construyo mi mundo, y los demás construyen el suyo, y en este construir, todas las visiones conviven, son válidas y posibles.
- Responsabilidad: Partiremos de un sentido ético y respetuoso con las demás construcciones del mundo y por tanto con el resto de las personas. Yo asumo mi representación y los demás la suya.
- Libertad: Se es libre de construir la propia idea del mundo y de cambiarla cuando lo consideremos.
(Basado en la documentación del Curso "Comunicación
y Convivencia en las relaciones familia‐alumnado‐centro". Desde la óptica del modelo Sistémico‐Narrativo.
Autoras: Dácil Josefa Baute Hidalgo y
María de la Cruz Pérez Bethencourt).
PARA LA REFLEXIÓN EN FAMILIA:
- ¿Qué hemos comprendido bien de este contenido expuesto en el artículo?. ¿Qué dudas se nos han creado o qué preguntas plantearíamos al respecto?.
- ¿Qué consecuencias prácticas podemos hallar en la observación de que "dependiendo de dónde pongamos la mirada así será nuestra percepción de la realidad"?.
- ¿Por qué y para qué es importante que sepamos "ponernos en el lugar del otro" (de nuestra pareja, nuestros hijos,...)?.
- ¿Qué consecuencias traería el que organizáramos una actividad familiar desde la filosofía o pedagogía constructivista?.
- ¿Qué actitudes personales y paterno-filiales es conveniente que cultivemos en nuestro ámbito familiar para que pueda darse una dinámica constructivista en nuestras relaciones?.
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