La idea
de que el calcio que consumimos se fija en los huesos es uno de los mitos más
arraigados y peligrosos que existen en el campo de la salud.
En
realidad, el calcio alimenticio no tiene ningún motivo para querer penetrar en
los huesos…
Lo que
hace, y muy a menudo, es mucho más sencillo: entra en la sangre y se deposita
en las arterias.
Allí se une al colesterol, a las plaquetas sanguíneas y a otros compuestos para formar una placa cada vez más rígida y gruesa a la que llamamos “ateroma” o “placa de ateroma”.
Allí se une al colesterol, a las plaquetas sanguíneas y a otros compuestos para formar una placa cada vez más rígida y gruesa a la que llamamos “ateroma” o “placa de ateroma”.
Cuando
esta placa se expande, las arterias se vuelven (casi) tan rígidas como la
caliza y usted parecerá, ojo al dato, ¡un arrecife de coral andante!.
El
cardiólogo le dirá que tiene arterioesclerosis y que puede morir de un infarto o
de un ictus o accidente cerebrovascular en cualquier momento (lo que será
cierto).
Según
un estudio aparecido en 2010 en la gran revista médica British Medical Journal,
las personas que estuvieran tomando un suplemento alimenticio de calcio
tendrían un riesgo mayor de sufrir un ataque al corazón.
Y lo
que es peor, durante ese tiempo los huesos estarían perdiendo más y más calcio,
lo que los debilitan (osteopenia), volviéndolos después porosos (osteoporosis).
Al menor golpe, corren el riesgo de romperse como un vaso de cristal en la zona
de la muñeca o el cuello del fémur.
Por
tanto resulta fundamental actuar lo antes posible para que el calcio
alimenticio se redirija hacia el lugar adecuado. En otras palabras: que vaya a
los huesos, y no a las arterias. Para entender cómo se puede evitar este
terrible fenómeno, hace falta en primer lugar que le recuerde algunas ideas
básicas que debe conocer sobre los huesos.
Nociones
básicas sobre los huesos.
Los
huesos están formados por una matriz (es decir, una estructura) de colágeno
sobre la que se fijan minerales. Piense en el hormigón armado: los hierros
representan el colágeno y el hormigón representa los minerales.
El
colágeno proporciona a los huesos flexibilidad. Los minerales (calcio,
magnesio, fósforo, silicio) proporcionan solidez. Sin la estructura de
colágeno, que es flexible, nuestros huesos se romperían fácilmente.
Las
células de nuestro cuerpo se renuevan constantemente, incluidas las de los
huesos. Las células viejas deben reabsorberse para dejar sitio a las nuevas.
Para los huesos, las osteoclastas aseguran esta función, pues se van “comiendo”
a las células viejas.
En el
caso de las mujeres, las hormonas femeninas (los estrógenos) son las que
controlan la actividad de las osteoclastas. Durante la menopausia, el descenso
del nivel de estrógenos puede generar problemas: las osteoclastas se activan
demasiado, destruyen demasiadas células óseas y los huesos se empiezan a
parecer a las esponjas, llenos de pequeños agujeros.
La
progesterona, otra hormona femenina, ayuda a producir nuevas células óseas, que
llamamos osteoblastas, para llenar los agujeros creados por la reabsorción de
las células viejas. Pero cuando se deja de ovular, la producción de
progesterona ovárica cesa por completo, por lo que las osteoblastas funcionan
entonces peor.
Para
frenar la pérdida ósea, los médicos recomiendan a las mujeres consumir más
productos lácteos, que son ricos en calcio, y tomar suplementos de calcio. Pero
este calcio que contienen los alimentos o consumido en forma de suplemento
alimenticio corre el peligro de depositarse en las arterias, como ya hemos
visto, aunque también en los demás tejidos, provocando rigidez articular,
cálculos renales (piedras en el riñón), cálculos biliares, y muchos otros
problemas de salud.
La
indispensable vitamina D.
Tras
haberse concienciado del problema, numerosos médicos recomiendan hoy en día
tomar vitamina D para ayudar a asimilar el calcio.
Se
trata de un paso en la buena dirección, ya que la vitamina D interviene
ayudando al calcio y al fósforo a ser absorbidos por el intestino. Sin la
vitamina D, después de haber recorrido el tubo digestivo, se irían directamente
por el retrete…
Pero la
acción de la vitamina D es doblemente importante, ya que además de ayudar al
intestino a absorber el calcio y el fósforo, ayuda a los riñones a deshacerse
de ellos, bajo los efectos de la hormona PTH (que es la hormona paratiroidea o
parathormona, producida por las glándulas paratiroides y que regula la
homeostasis del calcio y el fósforo). Fíjese sin embargo que esta segunda
función es fundamental, ya que unas concentraciones demasiado altas en la
sangre de fósforo y calcio de forma simultánea pueden provocar la formación de
fosfatos de calcio, cristales que podrían obstruir los capilares (mini vasos
sanguíneos que irrigan órganos y tejidos).
El
problema entonces es el siguiente: una vez que el calcio ha pasado a la sangre
gracias a la vitamina D, ¿qué hay que hacer para que no sea eliminado por los
riñones (desapareciendo después con la orina), ni depositado en los tejidos, en
particular en las arterias, sino para que de verdad se fije en los huesos?.
Pues
bien, la solución está en tomar, a la vez que calcio y vitamina D, vitamina K2.
La
vitamina secreta que lleva el calcio a los huesos.
La
vitamina K2 es un cofactor que regula la unión de la osteocalcina con la
hidroxiapatita, lo que da mayor solidez al hueso. La osteocalcina es una
proteína producida por los osteoblastos encargados de regenerar el hueso.
En un
estudio clínico controlado, 172 mujeres con osteoporosis se dividieron de
manera aleatoria en cuatro grupos y las de cada uno de ellos recibieron
diariamente y durante 24 meses: vitamina K2 (45 mg/día), vitamina D3, las dos
vitaminas o bien un placebo.
Al cabo
de 18-24 meses, la densidad mineral ósea era significativamente más alta en el
grupo K2 que en el del placebo. Además, se comprobó que la asociación de las
vitaminas K2 y D3 era más eficaz que cada una de ellas por separado. (2)
Estos
resultados fueron confirmados por otro estudio:
De
manera aleatoria se dividió en cuatro grupos a 92 mujeres con menopausia y
edades comprendidas entre los 55 y los 81 años y se les suministró diariamente
vitamina K2 (45mg), vitamina D (0,75 mcg), una combinación de las dos o lactato
de calcio (2 g). Al cabo de dos años, la densidad mineral ósea de los grupos de
vitamina K2 y vitamina D se había incrementado en comparación con la del grupo
a base de calcio, mientras que el tratamiento combinado había actuado de forma
sinérgica generando un aumento significativo de la densidad mineral ósea del
1,35%.
No se
olvide del resto de “ladrillos” necesarios para la construcción de los huesos.
Aún
así, deberá tener cuidado, porque para funcionar bien la vitamina K2 requiere
un nivel adecuado de magnesio, silicio, ácido graso omega-3 y elementos
esenciales (zinc, cobre y oligoelementos) que forman parte de la composición
química de los huesos.
- El magnesio se encuentra en gran cantidad en el trigo sarraceno, las almendras y el chocolate negro (recomiendo el chocolate con un 70% mínimo de cacao).
- La vitamina C, en las frutas y verduras frescas.
- El silicio se encuentra en la cola de caballo y la ortiga (esta solución se vende en tiendas ecológicas), así como en los pimientos, la alfalfa, la avena y los tomates.
- Los omegas-3 en los pescados azules, el aceite de coco, la verdolaga y los huevos de pollos alimentados con semillas de linaza.
- Los oligoelementos en el agua mineral.
Observe
también que la K de la vitamina K2 procede de Koagulation (coagulación en
danés, como homenaje al primer científico que habló de ella, que era de
nacionalidad danesa), ya que coagula la sangre. Por eso, las personas que
siguen un tratamiento con anticoagulantes (sintrón) no deben tomar suplementos de vitamina K2.
Tire y
empuje de sus huesos.
Por
último, es fundamental hacer ejercicio físico, es decir, ejercer tensión y
presión sobre nuestros huesos. Porque los huesos, al igual que los músculos, se
endurecen cuando se los somete a ejercicio regular. De esta manera, correr
refuerza los huesos, mientras que nadar no tiene ningún efecto en ellos. Y cuando se
está tirado en el sofá, los huesos se debilitan.
¡A su
salud!.
Juan-M.
Dupuis
Artículo original: http://www.saludnutricionbienestar.com/osteoporosis-quiere-evitar-el-riesgo-de-romperse-como-si-fuera-de-cristal/
Artículo original: http://www.saludnutricionbienestar.com/osteoporosis-quiere-evitar-el-riesgo-de-romperse-como-si-fuera-de-cristal/
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Fuentes empleadas por el autor:
- BMJ 2010; 341 doi: http://dx.doi.org/10.1136/bmj.c3691
- Ushiroyama T. et al., Effect of continuous combined therapy with vitamin K2 and vitamin D3 on bone mineral density and coagulofibrinolys function in postmenopausal women, Maturitas, 2002, 41:211-221.
- Iwamoto I. et al., Treatment with vitamin D3 and/or vitamin K2 for postmenopausal women with osteoporosis, Keio J. Med., 2003, 52: 147-150.
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