Valentín
(nombre imaginario de nuestro protagonista) tiene 55 años y un estado de salud
excelente. Pero, si buscase, podría hallar en su cuerpo signos de al menos una
docena de enfermedades.
Para
empezar, se pone nervioso al volante y también cuando algún cliente se pone un
poco pesado. Si un médico acudiese junto a él en esos momentos y con un aparato
le midiese la presión arterial, el diagnóstico sería claro: hipertensión.
Pero,
además:
Valentín
mide 1,83 m y pesa 84 kg. Su índice de masa corporal (IMC) es de 25,1. Un IMC
“normal” varía de 20 a 24,9. Diagnóstico:
sobrepeso.
Cuando come ciertos alimentos, siente una quemadura intensa bajo el pecho, por encima del estómago. Esto le ocurre especialmente después de tomar zumo de naranja concentrado o sidra. Diagnóstico: reflujo gastroesofágico.
Muchas noches se despierta porque necesita ir baño y vaciar la vejiga. Diagnóstico: hipertrofia benigna de próstata.
Por la mañana, cuando se levanta, siente rigidez en la espalda y las piernas y necesita unos minutos para recuperar la flexibilidad y la movilidad. Diagnóstico: enfermedad articular degenerativa.
A
menudo tiene frío en las manos. Se produce especialmente en los fríos y
lluviosos días de inverno. Cuando ha nevado, ni se le ocurre salir de casa sin
un buen par de guantes. El café agrava su problema, mientras que el alcohol lo
alivia. Diagnóstico:
enfermedad de Raynaud.
Ha
cogido por costumbre hacer una lista de las cosas que debe comprar y las tareas
que debe realizar para no olvidar nada. No recuerda el nombre de algunas
personas que conoce y, aunque sabe perfectamente que, por seguridad, no debería
tener anotadas las claves de su tarjeta bancaria o sus contraseñas, lo tiene
todo apuntado en una libreta cuidadosamente guardada en su despacho. Diagnóstico:
déficit cognitivo leve, pre-alzhéimer.
¡Y esto
no es nada!. Si fuese a ver al médico y éste le hiciese un chequeo completo,
Valentín sería “diagnosticado” de muchas más enfermedades.
Bastaría
con que Valentín se hiciese un análisis de sangre un tanto completo, incluyendo
un test de función hormonal -de tiroides, hormonas sexuales…- y una fórmula
sanguínea -glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas…-. Lo más probable es
que obtuviese al menos un valor anormal sobre la veintena de medidas que son
evaluadas en pruebas de ese tipo.
Pero
con lo que Valentín podría inquietarse de veras es con un escáner completo y
una colonoscopia (la introducción de una cámara por el recto para inspeccionar
la pared interna del intestino).
Pólipos
en el colon, nódulos en el pulmón, quiste renal, células cancerígenas en la próstata,
hernias y anomalías óseas diversas… Casi con total seguridad se le descubrirá
algún signo sospechoso… ¡e inquietante!.
El
diagnóstico no implica ninguna mejoría para el paciente.
Solemos
creer que lo mejor es tener cuanto antes el diagnóstico de las enfermedades, ya
que así serán más fáciles de curar. Sin embargo, esto no está médicamente
demostrado.
En
cualquiera de los casos citados arriba, el hecho de que Valentín sepa gracias a
un examen médico que existe una “anomalía” no impedirá que ésta evolucione.
Tomar
medicamentos o someterse a operaciones no conseguirá otra cosa que hacerle
correr riesgos inútiles.
Si
Valentín siente que goza de buena salud, lo mejor para él es continuar
disfrutando de la vida sin buscarse problemas.
Además,
no hay otro medio para evitar la evolución desfavorable de una enfermedad que
seguir un estilo de vida saludable.
Ya esté
enfermo o disfrute de buena salud, una forma de vida sana es lo recomendable
para todo aquél que desee evitar cualquier problema de salud y ganar calidad de
vida.
Cada
año que pasa los escáneres e IRM (Imagen por Resonancia Magnética) se vuelven
más potentes y su uso está más generalizado. Los nuevos escáneres permiten ver
secciones del cuerpo de un milímetro de espesor. Eso quiere decir que, de la
zona que va desde el tronco a lo alto de la cabeza (unos 80 cm) se pueden hacer
800 fotos de diferentes secciones. Después, esas imágenes pueden ser ampliadas
cientos de veces, hasta que se logre apreciar la menor anomalía.
El
cuerpo humano no es un producto industrial estandarizado. Es un organismo vivo
y de una extrema complejidad. La mayoría de nosotros poseemos órganos y otros
elementos con “demasiado de esto” o “demasiado poco de aquello”, ¡y vivimos
perfectamente sin saberlo!.
Evaluar
incluso el órgano más pequeño con el escáner es la mejor forma de crearse
angustias innecesarias.
Pero es
obvio que para algunos esto supone todo un negocio.
¿Le
parece normal que tantas personas vayan de médico en médico durante años en
busca de una segunda opinión con respecto a su enfermedad?.
¿Es
necesario resignarse a tomar medicamentos químicos hasta el final de nuestros
días, aguantando en silencio sus efectos secundarios?.
¡Por
supuesto que no!.
A
fuerza de buscar, ¡cualquiera está enfermo!.
Un
estudio sobre la próstata hecho por patólogos de Detroit (EEUU) en los años 80,
reveló que con una biopsia se podría descubrir un “cáncer de próstata” en el
45% de los hombres de entre 50 y 59 años.
El
porcentaje de hombres que supuestamente se verían afectados por este cáncer
aumenta hasta el 68% entre los 60 y 69 años y hasta el 82% entre los 70 y 79
años.
Incluso
en los hombres de entre 20 y 30 años, cerca de un 10% tienen ya una “cáncer de
próstata”.
Pero,
¿quiere decir esto que hay que preocuparse, operar…?. Pues no. Al contrario, lo
importante es que el paciente viva tranquilo. Y ya se considerará actuar el día
que ese cáncer de próstata se manifieste externamente y causando molestias.
De
hecho, hoy se sabe que muchos cánceres no son progresivos.
- Ciertos cánceres se atrofian (se reducen) porque sobrepasan la capacidad de aporte sanguíneo de los vasos que los irrigan.
- Otros son identificados por el sistema inmunitario de la persona, que consigue acabar con el tumor.
- Otros ni siquiera son agresivos y se estancan hasta la muerte del paciente por otra causa.
- Otros evolucionan tan lentamente que el paciente también terminará muriendo por cualquier otra causa o enfermedad antes de que el tamaño del cáncer llegue a provocarle alguna molestia.
- Existen numerosas causas biológicas que explican que un cáncer no evolucione de forma negativa y que los científicos están tratando de descubrir.
- Y lo mismo ocurre en el caso de muchas otras “enfermedades” que no lo son realmente.
Enfermedad
con y sin dolor; dolor con y sin enfermedad.
Muchísimas
personas sufren dolores ocasionales en el vientre. Si se les realizase una
ecografía, en muchos casos se encontrarían cálculos biliares. Por lo tanto,
¿son estos cálculos la causa de los dolores?. Realmente es algo muy difícil de
decir, ya que si se realizasen las mismas pruebas a aquéllos que nunca padecen
dolores en el vientre, se encontrarían casi el mismo número de cálculos
biliares que en el primer grupo.
Del
mismo modo, muchas personas sufren dolor de espalda o de rodilla. Si se les
realiza un IRM (Imagen por Resonancia Magnética), hay una alta probabilidad de
encontrar lesiones en el cartílago o los discos desplazados o fuera del eje
(una hernia discal). Pero la mayoría de esas anomalías no son la causa del
dolor. Lo prueba el hecho de que hay muchas personas que tienen daños en el
cartílago o hernias y no sienten ningún tipo de dolor en las rodillas o la
espalda.
Asimismo,
si explora en detalle el sistema vascular de una persona con una enfermedad
cardiovascular, muy probablemente encontrará pequeños aneurismas,
tromboflebitis y pequeños trombos adheridos a la pared de la aorta, las
arterias y venas de las piernas, los pulmones, etc. ¿Y es siempre necesario
tomar medicamentos u operar?. Una vez que se descubre algo así, resulta muy
difícil tomar una decisión, tanto por parte del paciente como del médico.
Una
cosa está clara: si no se adopta ninguna medida y el problema evoluciona mal,
el médico se expone a sufrir remordimientos, además de una posible persecución
judicial y una sanción.
Por su
parte, el paciente vivirá con angustia, sintiendo permanentemente la “espada de
Damocles” sobre su cabeza.
Así, por
“seguridad”, tanto uno como otro generalmente se decantarán por intervenir, si
es posible. Como mínimo, se realizarán otras pruebas complementarias que, a su
vez, aumentarán las probabilidades de descubrir otros problemas de salud
ignorados hasta ese momento.
Se
trata de un círculo vicioso que explica el impresionante aumento del tamaño de
nuestros hospitales, de las colas en urgencias, de los presupuestos sanitarios
y del porcentaje de personas que se medican a diario y se consideran
“enfermas”.
Esperar
a estar enfermo antes de ir a consulta.
Según
el Dr. H. Gilbert Welch, experto de renombre internacional en el diagnóstico
precoz y profesor en el estadounidense Dartmouth Institute for Health Policy
and Clinical Practice:
“En
otro tiempo, la gente sólo consultaba con el médico cuando no se encontraba
bien. Esperaban a sentir los síntomas. Sin embargo, el paradigma ha cambiado.
El diagnóstico precoz se ha convertido en el objetivo del sistema de salud.
La
conciencia colectiva cree que cuanto más precoz sea la detección, mejores
cuidados entraña. Y para algunos puede ser cierto, pero existe otra cara de la
moneda: demasiados diagnósticos pueden convertir literalmente a gente sana en
gente enferma.
Estos
diagnósticos desencadenan más tratamientos; tanto para problemas que no son tan
graves como (lo que es peor) para otros que no son graves en absoluto. Y, en
cambio, esos tratamientos inútiles pueden provocar problemas, a veces peores
incluso que la propia enfermedad. (…)
El
diagnóstico precoz se ha convertido en un sinónimo de medicina preventiva, que
a su vez es vista como algo intrínsecamente bueno. Esto es lo que hace que
creamos que la detección precoz no puede ser sino buena. Pero, en realidad, el
diagnóstico precoz no tiene nada que ver con la prevención: su único objetivo
es encontrar enfermedades, no prevenirlas. Es decir, pretende hallar anomalías
antes de que comience su evolución, de forma que se puedan prevenir sus
consecuencias. Sin embargo, muchas de esas anomalías jamás tendrían consecuencias”.
El
diagnóstico precoz termina entonces provocando que miles de personas pasen a
estar enfermas y se sometan a una larga lista de pruebas, medicaciones o
intervenciones inútiles.
El Dr.
H. Gilbert Welch añade:
“La
verdadera prevención es lo que mi abuela me decía cuando era pequeño: no fumes,
come tu sopa y tus verduras verdes y vete a jugar afuera (con el siguiente
mensaje subliminal: haz ejercicio y libera tus tensiones). Su idea era muy
simple: ¡vive sanamente!”.
Juan-M.Dupuis
Artículo original: http://www.saludnutricionbienestar.com/problemas-diagnostico-precoz/
Artículo original: http://www.saludnutricionbienestar.com/problemas-diagnostico-precoz/
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Fuentes empleadas por el autor:
- W. A. Sakr, D. J. Grignon, G. P. Haas et collab., Age and Racial Distribution of Prostatic Intraepithelial Neoplasia, European Urology, 30 (1996): 138-144.
- W. J. Mooi et D. S. Peeper, Oncogene-induced Cell Senescence – Halting ont the Road to Cancer, New England Journal of Medicine, 355 (2006): 1037-1046; J. Folkman et R. Kalluri, Cancer without Disease, Nature, 427 (2004): 787; M. Serrano, Cancer Regression by Senescence.
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