La resiliencia es uno de los pilares esenciales del desarrollo personal. Esta resiliencia no es innata sino que se entrena y se potencia en la práctica a través de algunas claves que pueden servirte de ayuda a partir de hoy. ¿Cuáles son las claves fundamentales de la resiliencia?.
Ocho consejos para ser más resiliente.
1. Cultiva el amor propio como un motor del bienestar que también te permite mejorar tus relaciones con los demás. La autoestima es determinante para que fluyan también mejor las relaciones de amistad. Establecer un diálogo interior amable ayuda a potenciar el amor propio.
2. Ser reflexivo para pensar por ti mismo sin dejarte influir por aquello que haga la mayoría también te ayuda a ganar fortaleza emocional al vivir de acuerdo a tus propios valores personales. Ser coherente con los valores aporta paz interior y serenidad.
3. Pensar en los demás sin caer en el egoísmo de mirar únicamente por uno mismo también aporta fortaleza personal. Practicar el bien y realizar buenas acciones es sinónimo de saber priorizar en ciertos momentos las necesidades del otro por encima de las propias.
4. Potencia tu autonomía personal en la toma de decisiones. Las relaciones de dependencia reducen la resiliencia al sentir que las fuerzas se minimizan cuando no se cuenta con el apoyo de alguien externo. La autonomía nos ayuda a tomar conciencia de que podemos ser felices en soledad.
5. Establecer nuevos objetivos, marcar nuevas ilusiones que aportan un aire renovado en la monotonía es un estímulo de motivación importante para vivir mejor, salir de la zona de confort y no quedar estancado en la comodidad de lo conocido. Todos nos sentimos muy cómodos en esa comodidad, sin embargo, el confort no siempre es sinónimo de felicidad.
6. Avanzar al compás de la propia vida es un signo de sabiduría vital. La adolescencia es una etapa de la vida compleja que puede dejar huella a nivel personal, sin embargo, es muy importante comprender que todo pasa y nada permanece. El sufrimiento sólo permanece si nos empeñamos en recordarlo.
7. Aplica la sabiduría popular cuando tengas un mal día: descansa, tómate las cosas con otro ritmo y mañana será otro día.
8. Valora aquello que tienes y no tanto las carencias. Poner el punto de atención en lo positivo te ayuda a ser más resiliente.
Educar en la resiliencia.
Está bien saber vivir la resiliencia pero mejor aún es saber educar en ella a nuestros hijos, alumnos, educandos. Se puede decir que "esto mismo que nos proponemos para nosotros mismos es perfectamente aplicable también para ellos". Lo que presentamos a continuación es un conjunto de ideas que pueden ayudarnos a ello:
- Potenciemos una autoestima positiva. Ayudando al hijo a recordar cómo pudo lidiar satisfactoriamente con dificultades en el pasado y luego a entender que esos desafíos pasados le ayudan a desarrollar la fortaleza para manejar desafíos futuros. Animándole a confiar en sí mismo para resolver los problemas y tomar las decisiones adecuadas. Mostrando la posibilidad de tomar la vida con humor y de reírse de sí mismo. Fomentando que cuide de sí mismo: aseo personal, vestimenta limpia y bien cuidada, realización de actividades que sean de su interés,... Si somos docentes, ayudemos al alumnado a ver cómo los logros individuales contribuyen al bienestar de la clase como un todo y evitemos que las notas y sistemas de evaluación que hemos adoptado jamás sean vistos como descripción lapidaria de sus capacidades sino sólo como simples resultados puntuales susceptibles de ser cambiados en cualquier momento (lo importante en la educación no son los resultados finales sino el proceso seguido).
- Fomentemos relaciones y que éstas sean sanas. Enseñando a los hijos cómo hacer amigos, desarrollando la empatía, o de sentir con el otro. Animando a su hijo a ser amigo para poder tener amigos -pero sin obsesiones. Desarrollando una red familiar fuerte para respaldar a los hijos ante las desilusiones y heridas inevitables. En la escuela, estemos atentos al hecho de que ningún niño esté aislado y mucho más ante cualquier caso en que pudiera haber acoso escolar. Relacionarse con las personas brinda apoyo social y fortalece la resiliencia. Unos y otros demos a conocer también la dimensión espiritual-religiosa de la persona y fomentemos que los niños y niñas puedan acceder al conocimiento del hecho religioso y a relacionarse con Dios (la religión no es ni más ni menos que "un conjunto de prácticas, creencias, ritos,... que en su armonía tratan de facilitar o favorecer la relación del ser humano con la divinidad").
- Invitemos a los hijos a que éstos ayuden a otros. Ayudando a otros los niños aprenden a superar la sensación de que no pueden hacer nada. Animando a los hijos a realizar trabajos voluntarios apropiados para su edad, o pidiéndole ayuda con alguna tarea que ellos pueda realizar. En la escuela, fomentemos la realización de "responsabilidades" de tal manera que todos tengan alguna y aprovechemos cualquier circunstancia positiva para resaltar ese servicio en favor del resto de niños y niñas. Hay asignaturas como Religión y Valores que, entre otras muchas, fomentan en muy alto grado esta actitud de ayuda, aprovechemos su potencial.
- Impulsemos cumplir con una rutina diaria. Haciendo respetar una rutina positiva para los niños, en especial para los más pequeños que necesitan estructuras en su vida, ayudará a crear seguridad y también fortaleza cuando para mantenerlas tengan que superar dificultades. Animemos a los hijos a desarrollar sus propias rutinas, su creatividad en ellas; así es como vamos ayudando a desarrollar su autonomía. Tengamos cuidado también de que éstas no acaben convirtiéndose en algo rígido: la flexibilidad es algo esencial para que los procesos sigan vivos y no se rompan. La escuela es un ejemplo de rutina constante: horarios, actividades,... pero también incluye estas dosis de flexibilidad en procesos personales de maduración y fomenta constantemente la creatividad del alumnado.
- Animémosles a plantearse sus propias metas y a hacer lo posible por alcanzarlas. Enseñando a los hijos a fijarse metas razonables y luego a avanzar dando pasos asequibles, realizando las acciones que para ello sean necesarias y poniendo los medios que faciliten su realización y así lograr alcanzarlas. Avanzar hacia esa meta, incluso con un paso muy pequeño, y recibir elogios por hacerlo hará que los hijos se concentren en su logro en lugar de fijarse en lo que no logró y puede ayudarle a desarrollar resiliencia para salir adelante ante los desafíos. En la escuela, dividimos las tareas grandes en pequeñas metas alcanzables por los niños más pequeños, y para los más grandes; aunque nos imponen enormes esfuerzos y tiempo para evaluar constantemente todo lo que tenga que ver con el alumnado tengamos en cuenta que en realidad nada ayudará más al alumnado que la relación que tengamos con ellos: entre otros elementos, el que reconozcamos sus esfuerzos y esos logros -sean grandes o pequeños- a medida que avanzan hacia las metas mayores.
- Mantengamos las cosas en perspectiva y una actitud positiva. Incluso cuando nuestros hijos estén enfrentando sucesos dolorosos. Ayudémosles a expresar eso que sienten con naturalidad, reconocer lo que ello supone para ellos, darle nombre, aceptarlo,... y al mismo tiempo ayudar a ver que existe un presente que es más amplio y también un futuro más allá de la situación actual y que éste puede ser bueno. Una actitud optimista y positiva permite a los hijos darse cuenta de las cosas buenas de la vida y seguir adelante incluso en los momentos más difíciles. En la escuela, utilicemos los acontecimientos cotidianos de la vida para mostrar que ella sigue después de las adversidades y que aquí estamos también todos para lograr que se puedan superar, nos podemos ayudar unos a otros.
- Demos a entender que el cambio es parte de la vida. Los cambios pueden a menudo ser terribles para los niños y adolescentes. Ayudando pues a los hijos a ver que el cambio forma parte de la vida, que se puede reemplazar con nuevas metas aunque para ello tengamos que realizar esfuerzos... haremos ilusionante el camino a seguir para optar a unas metas que antes parecían inalcanzables. En la escuela, podemos hacer esto señalando cómo los estudiantes van cambiando de un curso para otro o incluso en un plazo mucho más corto y analicemos con el alumnado cómo ese cambio ha tenido un impacto sobre ellos y que ha dependido más de ellos que de todo lo demás.
- Ayudemos a los hijos a valorar más "lo que tienen" que "lo que no tienen". Con frecuencia se quejan "de lo que no tienen" y se comparan constantemente con los demás expresando incluso auténtica frustración, ansiedad e infelicidad a causa de ello. Analizando estas expresiones y animando a ver todo lo bueno, hermoso y valioso que hay en ellos mismos, en lo que ya está a su disposición,... y lo que sería de ellos si no hubiera nada de esto... iremos haciendo comprender que tienen motivos sobrados para sentirse bien consigo mismos y con lo que tienen sin necesidad de amargarse por no tener lo mismo que otros. Desarrollando el juicio crítico ante las fortísimas campañas comerciales en favor del consumir por el consumir, del culto a la imagen externa, del aparentar,... ayudaremos a nuestros hijos a desenmascarar la enorme hipocresía y sinsentido de un sistema que pone a las cosas sistemáticamente siempre por encima de las personas y su autenticidad. En la escuela necesitamos mantener la atención sobre infinidad de ejemplos de acoso escolar y hacer de ello reflexión grupal en el aula, dando además estrategias para que el alumnado sepa defenderse ante este tipo de agresión o violencia psicológica.
- Resiliencia.
- Diez consejos de resiliencia para vivir mejor.
- Diez consejos para desarrollar la resiliencia en niños y adolescentes.
- Siete ideas para desarrollar la resiliencia en los niños.
- Cómo educar hijos resilientes.
- Educar en la resiliencia (vídeo).
- 10 películas para desarrollar la resiliencia en los hijos.
PARA LA REFLEXIÓN EN FAMILIA:
- ¿En qué nos ha servido este artículo para aclarar dudas, responder a preguntas que nos hacíamos antes al respecto?. ¿Qué otras se nos presentan ahora?.
- ¿En qué nos han servido las orientaciones para educar a nuestros hijos en la resiliencia?, ¿qué otras ideas hubiéramos aportado nosotros?.
- ¿Qué experiencias tenemos al respecto que podrían ayudar a otras familias a orientarse en este cometido de "educar en la resiliencia"?.
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