sábado, 26 de febrero de 2022

El virus de la injusticia

 LA INJUSTICIA ES UN VIRUS QUE ESTA EXTERMINANDO A LOS EMPOBRECIDOS DEL MUNDO, INCREMENTADA POR EL COVID-19.

Un informe dice que unas 12.000 personas mueren al día de hambre  a consecuencia del Covid-19.

LA PANDEMIA DEL VIRUS Y LA POBREZA.

¿Para  qué tenemos que ir a buscar a marte restos de vida, si tenemos millones de personas y otros seres vivos muriendo de hambre en la Tierra, tanto por una economía injusta como por el cambio climático, generado por ella?.

Los más afectados por el Covid-19 son los más empobrecidos como sucedió siempre con otras epidemias como la tuberculosis, el paludismo, el cólera, el sarampión…

Las condiciones de vida adversas que soportan los empobrecidos son las que en definitiva hacen imposible la vida. El virus las está haciendo todavía más adversas para los pobres porque está empeorando su economía, generando estructuralmente empobrecidos vulnerables en serie. Un pobre de cualquier país africano, que lo obligan a confinarse en casa y no puede salir a trabajar, ese día no come.

Desde que empezó la pandemia, los empobrecidos del Tercer Mundo han tenido que optar entre salir a buscar algo de comer y contagiarse, o morir de hambre, hacinados en sus chabolas de hojalata. Un informe de Oxfam dice que unas 12.000 personas pueden morir al día de hambre a consecuencia del Covid-19. Para los empobrecidos, la pandemia del virus vino a sumarse a la pandemia del hambre, acentuando ésta aun más, hasta el punto de que los pronósticos de los más entendidos apuntan a que la actual crisis del coronavirus hundirá a unos 100 millones de personas, además de las que ya hay, en la pobreza extrema.

HAMBRE Y ENFERMEDADES.

Para los más empobrecidos el HAMBRE y las ENFERMEDADES, van siempre juntas. De los 54 países que forman África, salvo dos o tres, todos los demás llevan emparejadas ambas cosas. Luchar contra las enfermedades sin luchar contra el hambre es un fracaso, porque un organismo desnutrido sucumbe ante la enfermedad. La pobreza persistente provoca enfermedades del cuerpo y del alma, y arruina la vida porque multiplica la miseria y aleja la esperanza.

Por eso, hay que luchar ante todo contra las causas del hambre  y contra las injusticias que la causan, sobre todo mejorando mucho las relaciones Norte-Sur. Llevamos años proclamando y reclamando “hambre 0”, pero después de haber mejorado, llevamos tres años alejándonos cada vez más de ese objetivo, pues aumentan a la vez la pobreza y la desigualdad, y a partir de la pandemia aun más. Estamos en un sistema económico del neoliberalismo que mata, tanto a los humanos como al planeta. ¿Qué fuimos a buscar a la luna y ahora qué tenemos que ir a buscar a Marte, si tenemos millones de personas muertas de hambre y de enfermedades curables en la Tierra?. ¿Para qué son 25.000 millones de dólares que aprueba EE.UU. para  la NASA?.

HIPERCAPITALISMO DIGITAL.

La última andanada del neoliberalismo capitalista es un hiper-capitalismo digital galopante y acelerado, desarrollado en muy poco tiempo, que acumula un poder económico nunca visto en la historia, cuya capacidad supera a la de numerosos Estados. Veamos dos ejemplos:

Elon Musk que se ha convertido en la persona más rica del mundo, pues desde marzo de 2020, en tan poco tiempo, ha agregado a su fortuna 165.000 millones de dólares, la cual se eleva ahora a189.700 millones, y su empresa, Tesla, que fabrica coches eléctricos, ya supera los 800.000 millones de dólares. El ejemplo siguiente lo tenemos en Jeff Bezos de Amazon, cuya patrimonio neto es de 185.000 millones de dólares, muchos de los cuales los generó en plena pandemia vírica. (Fuente: FORBES, enero de 2021).

ADICTOS Y SUPERCONTROLADOS.

Esto es un nuevo totalitarismo que cada vez acumula más poder en menos manos, que nos conduce  a todos a tenernos más y más controlados, y a millones de personas a más pobreza.

Es un capitalismo de vigilancia, que reclama continuamente nuestra atención con técnicas de persuasión que nos convierten en sus adictos.

Google lo sabe todo de los que manejamos las redes de comunicación, se queda con todos los datos de nuestras búsquedas para alimentar la inteligencia artificial y  hacer predicciones. Sin nosotros enterarnos, en secreto, extraen nuestros datos para venderlos. Nos vamos a la cama con el móvil o nos enfrascamos en el ordenador,  y por ahí entran en nuestra casa GoogleAppleAmazon o Facebook y cientos de compañías que no conocemos. Da igual que les cierres la puerta de tu casa porque ya están dentro y conocen nuestros gustos, pero no quieren que nosotros sepamos que ellos los conocen y que nosotros sí estemos convencidos de que tenemos el control de lo que queremos o no queremos. Saben por dónde andamos, a dónde vamos, qué amistades tenemos… Cualquier cosa que publicamos en las redes sociales la desmenuzan hasta el punto de descubrir incluso nuestro estado emocional.

La inteligencia artificial de Facebook examina billones de datos cada día y es capaz de producir seis millones de predicciones por segundo. Esos datos los cogen sin nosotros enterarnos. Cada vez que utilizamos las redes sociales estamos alimentando un sistema que aumenta su poder y mina nuestras democracias e incrementa la desigualdad. La manipulación es tan grande que nuestras fotos de Facebook pueden servir para encarcelar a gente inocente en una campaña genocida contra una minoría religiosa. Estamos ante un desafío político y legal. Nos están robando una parte cada vez más grande de nuestras vidas sin nuestro permiso.

¿Es peligroso este capitalismo de vigilancia cada vez más global?. Una reciente encuesta en EE.UU. manifiesta que el 81 % considera que los riesgos del control masivo de la información exceden a los beneficios, y el 84 % no confían en que las compañías que poseen las redes sociales arreglen los problemas que han creado. Tenemos que parar esto. (Para más información ver entrevista a Shoshana Zuboff en XLSemanal nº 1734 del 23 de enero de 2021).

Ya hace muchos años que se dice que “quien tiene la información tiene el poder”. Este nuevo poder económico-digital está generando cada vez mayor desigualdad y asimetría en el mundo, aumentando enormemente la riqueza de unos pocos, y aumentando la pobreza de millones.

CONSECUENCIAS.

Frente a estos emporios, está la espantosa vergüenza de terminar 2020 con casi 80 millones de personas que han tenido que abandonar sus hogares en todo el mundo, muchas de las cuales viven la miseria en los campos de refugiados de África en:

  1. Dadaab, con 300.000 refugiados en Kenia.
  2. Dollo Ado con 213.00 refugiados entre Etiopía y Somalia
  3. Kakuma con 179.000 refugiados también en Kenia
  4. Yida con 70.000 refugiados en Sudán del Sur.

Tenemos además:

  1. Cox's Bazar en Bangladés con 860.000 refugiados.
  2. Zaataricon 80.000 sirios en el desierto de Jordania.
Estos seis campos suman en total 1.702.000 personas viviendo de forma indigna e inhumana, que sumadas a otros desplazados en diversos países suman un total de 2.600.000 personas.
Aquí, como a las puertas de casa, en Moria, en la isla de Lesbos, Grecia, tenemos el mayor campo de refugiados de Europa, concebido para unos 3000, pero alberga a cerca de 20.000, de los cuales, casi 7000, son niños. La mayoría son familias que viven hacinadas en tiendas de campaña muy precarias cuando, en invierno, las temperaturas pueden llegar a los 0ºC por la noche, y son frecuentes las peleas y agresiones de todo tipo.

Si en los países desarrollados nos resulta tan difícil evitar los contagios del coronavirus, ¿qué no será en estas enormes conglomeraciones de personas, hacinadas en viviendas infrahumanas, sin servicios básicos de higiene, sin poder ni lavarse las manos?.

UN EJEMPLO CONCRETO.

Acercándonos aun más a nuestra misma casa, aquí en Gijón:

COMUNICADO DEL COLECTIVO ALAMBIQUE DE GIJON: El pasado miércoles 17 de febrero, en el barrio de Perchera en Gijón, según comunica la asociación ALAMBIQUE, la policía disparó en cuatro ocasiones para reducir a un vecino con problemas económicos y de salud mental, de 65 años, cuando iban a notificarle el desahucio de su vivienda de alquiler.

Este hecho, es sólo la explosión llamativa de situaciones que se están dando cotidianamente sin ruido en nuestros barrios. Es un ejemplo más de una sociedad que fracasa una y otra vez con las medidas que pone en marcha para intentar solucionar los problemas de empobrecimiento, salud y precariedad que ella misma provoca en muchas ocasiones por no poner en el centro la vida y las necesidades de las personas.

Cada uno de esos disparos es el ejemplo de un fracaso:

  1. El primero es el FRACASO DEL SISTEMA DE SALUD que no es capaz de dar una respuesta a los problemas de salud mental que sufría la persona, sin ir más allá de mitigar el dolor con medicación. Sin ofrecer apoyo personal y social.
  2. El segundo el FRACASO ES DE LOS SERVICIOS SOCIALES que no son capaces de detectar ni acompañar a una persona que se encontraba ante un desahucio inminente.
  3. El tercer FRACASO ES LA FALTA DEL DERECHO A UN TECHO. Una persona que no puede hacer frente al alquiler y se ve abocada a vivir en la calle.
  4. Y el cuarto, el FRACASO DE LOS RESPONSABLES POLICIALES que entienden que la única solución para contener a un vecino es disparar cuatro tiros.

Desde el colectivo ALAMBIQUE de lucha contra la exclusión denunciamos estos fracasos y a sus responsables y creemos que hay una alternativa a esta sociedad fracasada. Esa alternativa para nosotras es la comunidad, una comunidad activa que denuncia las injusticias y la falta de acceso a los derechos sociales que sufrimos en los barrios. Una comunidad con lazos de apoyo mutuo, con preocupación, cuidados y atención entre los vecinos y vecinas. Una comunidad que pone en el centro la vida y las necesidades de las personas, sabiendo que una comunidad más justa, es una comunidad más sana.


Feliz jornada a tod@s.- Faustino
faustino.vilabrille@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario