El
pescado tiene propiedades nutricionales que lo convierten en esencial dentro
una dieta equilibrada. Contiene proteínas de buena calidad y lípidos
saludables… pero ¡ay!, ¡también contiene mercurio!.
La
culpa de que el pescado esté repleto de mercurio no la tienen los peces, sino
el hombre. En el caso de Europa, las principales fuentes de contaminación son
las emisiones de las centrales térmicas de carbón, calefacciones y cocinas y la
industria del cloro, que vierten grandes cantidades de este material pesado a
los mares y océanos. La minería y la eliminación de residuos también tienen
parte de culpa. Algo de mercurio también llega a los mares de forma natural, a
través de las emisiones que vierten los volcanes.
El
mercurio es un metal de color plateado cuya particularidad, única en los
metales, es la de ser líquido a temperatura ambiente.
También
es un veneno de insólita violencia, tóxico para los sistemas nervioso e
inmunitario, el aparato digestivo, la piel, los pulmones, los riñones, el
corazón y los ojos. Numerosos estudios epidemiológicos han demostrado que el
85% de las enfermedades crónicas (cardiopatía coronaria, diabetes, artrosis
degenerativa, hipertensión arterial, etc.) están producidas y mantenidas por
intoxicaciones por metales pesados, como mercurio, plomo, cadmio, etc.
Una vez
liberado al medio, ciertas bacterias lo transforman en metilmercurio.
El
resultado es que el pececillo que todos los días absorbe una pequeña cantidad
de mercurio al alimentarse de algas y de plancton acaba por concentrar mercurio
en su organismo en un proporción más elevada que la que hay en el entorno (es
lo que se llama bioacumulación). Los peces grandes, que a lo largo de su vida
consumen miles de pececillos, se llevan la peor parte. Y es que el mercurio se va
concentrando poco a poco en cada eslabón de la cadena alimentaria y, mediante
el fenómeno que se conoce como bioamplificación, algunos peces que se
encuentran en lo más alto de esta cadena acaban por tener un nivel de mercurio
problemático: es el caso del atún, el pez espada, la lubina o el tiburón, y de
peces como la raya, la platija y otros de crecimiento lento.
Y si
eso le pasa a los peces, piense ahora en el marisco. Almejas, ostras, vieiras,
cigalas, bogavantes y langostas filtran constantemente el agua del mar,
reteniendo en sus tejidos parte de los metales que encuentran en ella, tanto
aquéllos que forman parte de su composición natural como los que han llegado
allí por culpa del hombre.
Cuando
nosotros, finalmente, ponemos encima de nuestra mesa un suculento plato de
pescado, ése que sabemos que debemos comer con frecuencia como parte de una
dieta saludable, en realidad estamos ingiriendo dosis y más dosis de mercurio,
en algunos casos en una cantidad intolerable.
Para la
Organización Mundial de la Salud (OMS), el mercurio es uno de los productos
químicos que plantean más problemas de salud pública. Hasta tal punto es así
que 140 países (desde Albania a Zimbabue, pasando por España) firmaron el año
2013 el Convenio de Minamata sobre el mercurio, comprometiéndose a aplicar una
serie de medidas para ir reduciendo las emisiones de mercurio y los productos
que lo contienen.
Quizá
piense que el nombre del convenio, Minamata, se tomó del lugar donde se firmó.
Pues no es así. Se trata de una ciudad de Japón, pero lo que allí ocurrió fue
que se produjo en 1956 un envenenamiento masivo de personas por mercurio debido
a la ingestión de pescado y de marisco contaminado por los vertidos de una
empresa petroquímica. Hubo decenas de fallecimientos y miles de casos de
problemas neurológicos, que aún persisten a día de hoy, así como nacimientos de
bebés gravemente afectados.
El
mundo está algo más concienciado con los peligros de este terrible metal. Han
desaparecido los termómetros de mercurio, y apenas se utiliza ya en los
empastes dentales, pero pasarán décadas (si es que ocurre) hasta que realmente
nuestros mares y océanos, y en consecuencia nuestros peces, estén libres de él.
Prueba
de ello es el dato siguiente:
En la
Unión Europea existe un sistema de alerta rápida para piensos y alimentos,
llamado RASFF (por sus siglas en inglés), que envía alertas a todos los países
cuando un alimento presenta un riesgo grave y está en el mercado, lo que hace
necesaria una actuación urgente. Pues bien, en el año 2015 se lanzaron 138
notificaciones por metales pesados en los alimentos. De ellas, 104 se
refirieron a contenido de mercurio en pescado y otros productos pesqueros y
(¡prepárese a leer el dato!), el 65% tuvieron como origen pescado español.
Resulta
que nuestros pescados, apreciados en todo el mundo y que deben incluirse
obligatoriamente como parte de nuestra dieta, están llenos de mercurio.
Por qué
es mejor evitar la acumulación.
La
solución por evitar los peligros del mercurio procedente del pescado en nuestro
organismo no pasa por dejar de comer pescado, pues sería contraproducente, dado
que los beneficios son mayores que los riesgos.
Lo que
debe hacer es tener un consumo razonable (dos o tres veces a la semana), tanto
de pescado azul como blanco y preferentemente peces jóvenes y de pequeño tamaño
(boquerones, anchoas, sardinas…). Salvo en caso de embarazo, que no deben
consumirse pescados grandes ni marisco, pues el metilmercurio que contienen
puede dañar el cerebro y el sistema nervioso del feto.
Pero
sobre todo, hoy quiero hablarle de otra solución, prácticamente desconocida en
nuestro país.
Se
trata del alga chlorella, un alga unicelular que, además de tener el mayor
porcentaje de clorofila del planeta y contar con interesantísimas propiedades
nutricionales, tiene la increíble capacidad de poder eliminar las toxinas del
cuerpo, evacuando los metales pesados del organismo de quien los toma.
Por eso
quiero hablarle hoy de ella. Y más cuando tomamos pescados y mariscos con relativa frecuencia.
Cómo
actúa exactamente la chlorella.
Este
alga tiene la capacidad de unirse al mercurio (y al resto de metales pesados,
productos químicos y algunos pesticidas) que acumulamos en el organismo,
bloqueando parcialmente su absorción y facilitando su eliminación. Es decir,
que en lugar de ir acumulándolos en el organismo, los expulsamos del cuerpo.
Haría
la misma función de los quelantes, pero de forma totalmente
natural y muy suave.
Un consejo desde ya: cuando vaya a tomar pescado o marisco y tema que vaya a aumentar
el nivel de mercurio de su organismo (porque vaya a tomar atún, pez espada,
ostras, almejas o bogavante, por ejemplo), puede tomar chlorella antes de
sentarse a la mesa o durante la comida. Una vez en el estómago, antes incluso
de ser absorbidas por el intestino, las moléculas de mercurio y de otros
metales pesados se unirán al alga y su cuerpo podrá eliminarlas naturalmente
por la vía intestinal.
Pero
hay algo importantísimo que debe saber: es tal el poder de atracción de los
metales pesados y tóxicos por parte de esta pequeña alga, que es fácil que
durante el proceso de cultivo se vea contaminada. Y esto es así porque igual
que la chlorella tiene la capacidad de limpiar nuestro organismo porque atrae
el mercurio, también tiene la capacidad de limpiar el planeta, y por ello
necesita ser cultivada con enorme cuidado.
Así,
debe cultivarse en estanques situados en zonas apartadas, lejos de las zonas
urbanas, industriales o agrícolas, y el agua usada para su cultivo debe ser
objeto de constantes análisis (pH, residuos…).
Cada
lote debe analizarse antes de su salida al mercado mediante el estudio de su
contenido en clorofila, carotenoides, proteínas, pesticidas, metales pesados
(como plomo, arsénico, mercurio…), bacterias (Staphylococcus, Salmonella...). Le
sorprendería saber la cantidad de marcas de chlorella que, al analizarlas en un
laboratorio, se descubre que contienen elementos tóxicos en concentraciones
significativas. Y estará conmigo en que sería absurdo tomar un complemento para
ayudar a su cuerpo a eliminar los tóxicos, y que a la vez se los esté
introduciendo en el organismo…
Por
ello debe asegurarse de que adquiere la chlorella a un proveedor de confianza,
que ponga a su disposición los resultados de los análisis técnicos que
garanticen la ausencia de contaminantes.
Estas
son algunas preguntas que podría plantear al laboratorio:
- ¿La chlorella procede de un medio natural y salvaje o de estanques artificiales (que son más fáciles de controlar)?.
- ¿Verifican si hay contaminación de metales pesados en el proceso de cultivo y producción?.
- Con qué frecuencia analizan los lotes de chlorella?.
- ¿Poseen certificados de cumplimiento de las condiciones de producción de la agricultura ecológica?.
Sólo
debe fiarse de laboratorios que sean claros en la mención de los criterios que
siguen y cuya producción esté certificada como biológica. Aunque las generalizaciones
siempre son algo injustas, nosotros solemos desconfiar de la chlorella
procedente de China. La razón es que este país no tiene una normativa en
materia medioambiental suficientemente rígida, por lo que en ocasiones los
productos procedentes de allí están contaminados de metales pesados y tóxicos.
Y cuando estamos hablando de un organismo tan sensible como la chlorella, no se
puede admitir que sea cultivada en estanques sin suficiente control.
¿Cuánta
chlorella hay que tomar?.
Usted
debe decidir primero si lo que quiere es llevar a cabo un proceso de
detoxificación con el que librarse de los metales pesados y tóxicos que ha ido
acumulando en su organismo a lo largo de su vida, o bien utilizar este alga de
forma preventiva, para no ir añadiendo más tóxicos a su organismo.
Para
limpiar en profundidad. Deberá ingerir entre 4 y 12 gramos de alga al día,
repartidos en 3 ó 4 tomas, durante 6 a 12 meses. Las cantidades y duración del
tratamiento dependerán del punto de partida de cada individuo, es decir, de la
concentración de metales pesados en su organismo en el momento de iniciar este
proceso de detoxificación. Hoy día pueden analizarse los niveles de metales
pesados existentes en el organismo, pero como el tratamiento con alga chlorella
es natural y suave, probablemente no valga la pena, por lo que puede hacerlo si
quiere deshacerse del mercurio y otros elementos que ha podido ir acumulando en
su organismo.
Como
preventivo. Tomar 4 ó 5 gramos de alga cada vez que coma pescado o marisco es
suficiente. Es un medio simple, práctico y económico de evitar la acumulación
excesiva de metales pesados por parte del organismo.
Consejo:
para potenciar el efecto de la chlorella, se puede combinar el tratamiento con
cilantro (Coriandrum sativum), de acción estimulante.
El alga
chlorella se encuentra en el mercado comercializada por distintos fabricantes y
en distintas dosificaciones. Ya le comenté que la chlorella es también un alga
de excepcional calidad y valores nutricionales (tiene gran cantidad de proteínas
y además betacaroteno, vitaminas del grupo B, vitamina C y minerales). Hasta
tal punto es así que, tras la Segunda Guerra Mundial, con tanta gente pasando
hambre, se llegó a pensar que su cultivo podría resolver el problema de la
superpoblación y la falta de alimentos. Pero esta idea se abandonó, ya que su
producción necesita demasiados cuidados y, por lo tanto, es demasiado costosa
como para servir de alimento básico.
Para la
finalidad de eliminar el mercurio del organismo, tanto de forma depurativa como
preventiva, a nosotros nos gusta especialmente la chlorella que comercializa el
laboratorio SuperSmart, que cultiva de forma absolutamente cuidadosa y segura.
Los resultados de sus análisis siempre están disponibles, y en ellos se puede
comprobar su alta pureza: ni un miligramo de metales pesados y ninguna
contaminación bacteriana. Recomienda una toma diaria de entre 5 y 10 cápsulas
(como hemos comentado antes, la dosis varía según el efecto que busca quien la
consume -una toma depurativa, preventiva…-). Esta chlorella posee una
concentración de 500 mg de Yaeyama (una subespecie de la Chlorella vulgaris),
que ofrece un mayor aporte de factor de crecimiento de chlorella (CGF) rico en
ácidos nucleicos (ADN y ARN), clorofila y péptidos.
Esta
fórmula está especialmente pensada para extraer todo el potencial
desintoxicante del alga chlorella, por lo que será un gran aliado para su
salud, sobre todo si toma con cierta frecuencia pescado y marisco.
Empiece
ya a desintoxicarse.
El alga
chlorella no tiene efectos segundarios. Si se anima a eliminar el mercurio y
los productos químicos que ha ido acumulando, al disminuir la carga tóxica en
poco tiempo notará que tiene más energía, menos fatiga mental, mejores
digestiones (en esto interviene el alto contenido en clorofila de la chlorella)
e incluso que duerme mejor. Además, al estimular los macrófagos y la actividad
de los linfocitos T, aumenta la capacidad del sistema inmunitario para luchar
contra virus y bacterias. También ayuda a equilibrar el pH del cuerpo y a
controlar los niveles de azúcar en sangre y la presión arterial.
Para
adquirir ahora Chlorella haga clic en este enlace.
¡A su
salud!.
Felipe
M. Miller
P.D.:
Como por precaución ocurre con todos los complementos, a priori no está
recomendado para niños ni para mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.
Además, contiene una pequeña cantidad de yodo (aproximadamente 600 mcg/100 g),
por lo que las personas con problemas de tiroides deben consultar con su médico
antes de tomarla.
Artículo original: https://www.saludnutricionbienestar.com/suplementos/chlorella-supersmart/?id=0449&fromid=WESNB1804CHLO3
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Fuentes empleadas por el autor:
- El mercurio y la salud. Informe de la Organización Mundial de la Salud. Enero, 2016
- mercuryconvention.org
- The Rapid Alert System for Food and Feed (RASFF). European Commission. Preliminary Annual Report 2015.
- Dietrich Klinghardt, MD, PhD. The Klinghardt Neurotoxin Elimination Protocol. Bellevue, Washington, USA. October 2002/2nd edition Jan 2006
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