Todos,
cuando hemos sido pequeños, nos han barrido con los conceptos estereotipados
del “niño listo” y “del niño torpe…“.
Cuántas
veces, hemos sido golpeados injustamente por la etiqueta de “torpes”, por estar
soñando en el aula del colegio, sobre si el cielo es azul, o simplemente si las
gotas del cristal caen, se juntan o desaparecen…
Normalmente,
entendemos por inteligencia, la que nos dicta cuál es nuestro cociente
intelectual, es decir, aquél que nos hace conseguir mejores resultados
académicos. Se ha demostrado que personas con un cociente muy alto, han llegado
a puestos de trabajo “normalitos”, mientras que personas, con un cociente
“normalito” han conseguido puestos de trabajos millonarios y con un nivel de
sociabilidad muy alto.
Ello es debido a la llamada “inteligencia emocional” que no es otra cosa, que el conocimiento de las propias emociones (autoconocimiento), la capacidad para manejarlas (autorregulación emocional), capacidad para automotivarse, reconocer las propias emociones y las de los demás (empatía) y poseer la habilidad en las relaciones (habilidades sociales y liderazgo). Esta definición, fue dada por Salovey (1990) que organizaba la inteligencia en cinco competencias.
Ello es debido a la llamada “inteligencia emocional” que no es otra cosa, que el conocimiento de las propias emociones (autoconocimiento), la capacidad para manejarlas (autorregulación emocional), capacidad para automotivarse, reconocer las propias emociones y las de los demás (empatía) y poseer la habilidad en las relaciones (habilidades sociales y liderazgo). Esta definición, fue dada por Salovey (1990) que organizaba la inteligencia en cinco competencias.
La
explicación más sencilla de inteligencia emocional, es la capacidad humana de
sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en
los demás. Inteligencia emocional es dirigir las emociones y equilibrarlas.
Este
maravilloso descubrimiento, nos hace despertar la conciencia de una educación
bañada en valores, en la que por fin se desenmascara, el burdo estigma del
“niño torpe”, para abrir la multiplicidad de emociones que deben aflorar en los
niños, desde la base más primaria. Encontramos niños más inteligentes y
despiertos, y adultos más abiertos mentalmente y sin prejuicios ni
resentimientos, cuando aprendemos a conocernos y aceptarnos tal y como somos.
Comprendemos
que SOÑAR, es poder realizar todo aquello que queremos realizar. Aprendemos que
bajo un punto de vista creativo y positivo, podemos querernos y perdonarnos,
para crecer en una sociedad en la que debemos utilizar las herramientas
necesarias para afrontar todos los acontecimientos que nos vengan en la vida
cotidiana.
Soñar a
través de la inteligencia emocional, es hacer realidad nuestros sueños:
¡SOÑEMOS!.
Un
abrazo intenso.
Autora: Carolina
Fátima Bello Correas
Cáceres
(España)
- La Inteligencia Emocional según Salovey y Mayer.
- Modelo de Inteligencia Emocional deSalovey-Mayer.
- La inteligencia Emocional y la educación de las emociones.
- Qué es la Inteligencia Emocional y cómo puede cambiar tu vida.
- 5 claves para desarrollar la Inteligencia Emocional en la vida diaria.
- ¿Cómo puedo aplicar los componentes de laInteligencia Emocional a la vida diaria?.
- Inteligencia Emocional.
PARA LA REFLEXIÓN Y DIÁLOGO EN FAMILIA:
- ¿Qué conclusiones obtenemos del artículo de Carolina Bello?.
- ¿Nos han sido de utilidad los enlaces-web ofrecidos para ampliar?, ¿qué sacamos en claro de su lectura?.
- Cuando nos relacionamos con nuestros hijos y abordamos el tema académico: ¿qué valoramos más: sus notas o sus esfuerzos?. ¿Qué recalcamos más: sus errores o sus logros?, ¿su expediente académico o su estado interior, motivación?.
- ¿Qué consecuencias se derivan de valorar más lo primero que lo segundo?. ¿Y si optáramos por reforzar más lo segundo que lo primero?.
- ¿A qué tendría que llevarnos una mayor y mejor atención sobre la Inteligencia Emocional?.
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