“La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras”. (Jean-Jacques Rousseau)
Estamos tan obsesionados por crear la burbuja del bienestar adulto que se nos ha olvidado la importancia de sembrar la autoestima en nuestros niños.
Es muy importante que nuestros pequeños crezcan en un mundo de adultos equilibrados, pues será lo mejor que les podamos transmitir. Sin embargo, si nos paramos a pensar sobre esto, no nos costará mucho darnos cuenta de que hacemos que nuestras carencias sean visibles.
Así es que los niños, como los animales, perciben nuestros miedos e inseguridades y las hacen suyas con gran facilidad. Ante este panorama, lo cierto es que debemos de esforzarnos porque esto ocurra en menor medida. Pero, ¿cómo podemos hacerlo?:
En primer lugar teniendo en cuenta que somos su mejor ejemplo a seguir, por lo que debemos fomentar nuestro autocuidado. En segundo lugar con nuestra forma de actuar y de tratarles, así como en los valores que les inculcamos, es decir, en cómo los educamos.