No dar rienda suelta en todo momento pero saber recompensar son dos factores íntimamente unidos en esta tendencia de los padres sobre sus hijos.
Un bebé es una criatura que necesita de la protección de su familia, especialmente de sus padres. Cuando nuestros hijos tienen apenas unos meses de vida necesitan de un adulto para su cuidado. Al ser tan pequeños los protegemos, tanto que en ocasiones resulta excesivo. El tiempo pasa y los padres no siempre nos damos cuenta de que nuestros hijos están creciendo y que por mucho amor que sintamos por ellos hemos de cederles espacio.
Esto conlleva que, en ocasiones, sigamos tratando a un niño como si fuera un bebé, tanto que ejercemos en ellos una sobreprotección que no resulta para nada beneficiosa. No lo es para él, pero tampoco para los padres, que acabarán por generar una dependencia hacia ellos que en nada tiene que ver con el amor.
La sobreprotección hace que nos sintamos más cercanos a nuestros hijos y que ellos estén más seguros. Sin embargo no les permite crecer ni madurar del modo adecuado. Los excesos nunca son buenos y como su propio nombre indica la sobreprotección está por encima de la protección y el cariño hacia los hijos, así que hay que evitarla en lo posible.
Esto conlleva que, en ocasiones, sigamos tratando a un niño como si fuera un bebé, tanto que ejercemos en ellos una sobreprotección que no resulta para nada beneficiosa. No lo es para él, pero tampoco para los padres, que acabarán por generar una dependencia hacia ellos que en nada tiene que ver con el amor.
La sobreprotección hace que nos sintamos más cercanos a nuestros hijos y que ellos estén más seguros. Sin embargo no les permite crecer ni madurar del modo adecuado. Los excesos nunca son buenos y como su propio nombre indica la sobreprotección está por encima de la protección y el cariño hacia los hijos, así que hay que evitarla en lo posible.
Cómo detectar que se sobreprotege al niño.
"Es un niño, déjalo". Es una frase que hemos escuchado muchas veces, a diferentes padres, y que en ocasiones puede servir de alarma para saber que estamos sobreprotegiendo al niño. Un claro ejemplo es cuando ha hecho algo mal y ya no es un bebé, es un niño con una edad suficiente como para saber que ha errado.
Cariño y rutina diaria son principios básicos para una buena educación.
El no sancionarlo jamás, ni siquiera recriminarle e incluso siquiera darle cariño a modo de recompensa es un claro ejemplo de sobreprotección. No hay que tratar al niño como si fuera un adulto y exigirle las mismas responsabilidades y compromisos, pero sí las que existen de acuerdo a su edad. Si pega a otra persona, rompe algo a propósito o tiene rabietas injustificadas no hay que permitírselo, hay que hacerle ver que ha hecho algo mal.
Proteger en exceso no es el antónimo de ser dictatorial y autoritario. Los padres, u otros miembros de la familia que estén al cuidado del niño, han de hacerle ver que ya no es un bebé y se espera de él que se comporte de determinada manera o que actúe de un modo concreto. No se trata de imponer tampoco, sino de guiarle, motivarle y acompañarle hasta que lo consiga.
Proteger en exceso no es el antónimo de ser dictatorial y autoritario. Los padres, u otros miembros de la familia que estén al cuidado del niño, han de hacerle ver que ya no es un bebé y se espera de él que se comporte de determinada manera o que actúe de un modo concreto. No se trata de imponer tampoco, sino de guiarle, motivarle y acompañarle hasta que lo consiga.
Los padres actúan prestando una mayor protección a sus hijos por amor, porque creen que de ese modo les ahorran problemas o confrontaciones. El objetivo de la familia que actúa así es tratar de que todo resulte más fácil para los niños. Por ello le evitan confrontaciones, exponerse a situaciones que consideran pueden ser adversas y les dan, normalmente, un extra de amor y cariño, para que ni siquiera sospechen del conflicto.
En este sentido el principal beneficio de sobreproteger a un niño radica precisamente en que se le evita, dentro de la medida de lo posible, cualquier sufrimiento, manteniéndolo en una especie de burbuja de cristal hasta que sea adulto. También puede ser que se le evite ser rechazado por otros o que le hagan daño de cualquier tipo.Básicamente el objetivo de los padres que actúan de este modo es evitar sufrimiento a su hijo. Si lo protegen, cuidan y no exponen al mundo exterior en solitario lo están cumpliendo. Sin embargo esto mismo entraña el gran prejuicio de la sobreprotección a los hijos.
Desventajas de la protección excesiva.
- Si siempre estamos pendientes de los niños, no les dejamos andar en bicicleta para que no se caigan ni permitimos que salgan a la calle para evitar cualquier tipo de mal les estaremos impidiendo crecer.
- Si no le dejamos jugar con otro niños para que no se peleen les estamos impidiendo que aprendan a defenderse. Fracasar y perder forma parte de la vida y es algo que han de aprender.
Consecuencias siendo adulto.
Además, una sobreprotección puede serle perjudicial hasta cuando se convierta en adulto. Al verse abocado al mundo real, que nada tiene que ver con aquél en el que estaba cómodo, puede tener problemas de autoestima, socialización y le costará verse capaz de salir de situaciones a las que antes no estaba expuesto.
Al haberlo sobreprotegido lo que han hecho sus padres es retrasarle un aprendizaje social por el que sí ha pasado la gente de su edad. Llegará entonces el momento en que los demás hayan aprendido a hacer frente a los problemas o los fracasos y el que fue niño sobreprotegido no, se sentirá perdido y que no puede con determinadas situaciones que no deberían entrañar dificultad. De haber aprendido cuando el resto le costaría menos y no habría perdido la seguridad en si mismo.
Al haberlo sobreprotegido lo que han hecho sus padres es retrasarle un aprendizaje social por el que sí ha pasado la gente de su edad. Llegará entonces el momento en que los demás hayan aprendido a hacer frente a los problemas o los fracasos y el que fue niño sobreprotegido no, se sentirá perdido y que no puede con determinadas situaciones que no deberían entrañar dificultad. De haber aprendido cuando el resto le costaría menos y no habría perdido la seguridad en si mismo.
Para con nosotros mismos.
- Analicemos bien nuestras propias conductas: por qué, para qué,... hacemos esto o lo otro con nuestros hijos; tengamos claro cuáles son nuestros objetivos.
- Pensemos en los pros y contras de conductas como las que el artículo señala a corto, medio y largo plazo.
- Dialoguemos en pareja, siempre, sobre los criterios que nos conviene tener muy claros a la hora de acompañar a nuestros hijos en su proceso de desarrollo personal y social de manera que vayan aprendiendo a responder adecuadamente ante los retos que la vida les va mostrando.
- Evitemos vivir encerrados en nosotros mismos, compartamos con otras familias experiencias de relación padres-hijos relacionadas con este tema y contrastemos distintas maneras de entender y hacer.
Para con nuestros hijos.
- Apoyemos las iniciativas que ellos quieran tomar en las que ponen en juego sus habilidades fomentando su autonomía a la hora de ejecutarlas.
- Dialoguemos con ellos acerca de las "precauciones" que sea necesario tomar razonando sobre sus porqués y paraqués cuando se trate de actividades que puedan suponer algún riesgo potencialmente peligroso.
- Mantengámonos "cerca" y aumentemos la distancia a medida que comprobemos que van reclamando mayor autonomía, sean más capaces o según creamos conveniente para que crezcan en esa autonomía.
- Tras un batacazo, un error o accidente sufrido,... analicemos con los hijos sus causas y consecuencias: no para evitar esa actividad en el futuro sino para realizarla de modo diferente, de manera que se eviten estos resultados negativos.
- Fomentemos la apertura de nuestros hijos a nuevas experiencias, relaciones,... superando nuestros miedos "a lo que pueda pasar"; si les hemos ayudado a desarrollar sus recursos interiores para desenvolverse con autonomía en el mundo... dejemos que los desarrollen, que aprendan de su propia vida.
PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O PROFUNDIZAR:
- El gran peligro de la sobreprotección.
- Sobreprotección, un daño a la salud mental de nuestros hijos.
- Padres sobreprotectores.
- Cómo la sobreprotección puede perjudicar a los hijos.
- Educar sin sobreproteger.
- Orientaciones para evitar la sobreprotección de los hijos.
- Pautas para evitar la sobreprotección.
- Evitar la sobreprotección del hijo.
- Cómo evitar la sobreprotección de los hijos adolescentes.
- "Test" para averiguar si somos sobreprotectores o no.
PARA LA REFLEXIÓN EN FAMILIA:
- ¿Nos consideramos padres "sobreprotectores"?, ¿en qué sí y en qué no, en qué circunstancias lo somos más que en otras y por qué?.
- ¿Qué elementos juegan en nuestra contra para superar nuestros miedos?, ¿cómo evitar que nos sigan afectando negativamente?.
- ¿Qué elementos juegan a nuestro favor y que nos pueden impulsar a disminuir ese afán sobreprotector de nuestros hijos?, ¿cómo potenciarlos?.
- ¿En qué nos ayudó la lectura de este artículo y qué cambios podemos establecer en nuestra relación con nuestros hijos a partir de lo que la documentación expuesta nos ha aportado?.
El autocuidado como padres también es vital. Los niños no necesitan padres perfectos, necesitan padres felices, reales que se sientan bien consigo mismos, dejando atrás el sentimiento de culpa e insuficiencia que en ocasiones aflora en nosotros.
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