viernes, 1 de julio de 2011

Claves esenciales para una adecuada educación afectivo-sexual

(Con este capítulo damos por concluído este curso autoformativo, lo cual no quiere decir que no vayan a aparecer nuevos artículos en este blog sobre este contenido.
Estará basado en lo esencial de cada uno de los capítulos publicados, fundamentalmente, y en otras aportaciones que lo vayan complementando.
Las imágenes son todas bajadas de la red).
PUNTO DE PARTIDA:
En todos los capítulos anteriores hemos tratado de ver y reflexionar sobre la educación afectivo-sexual desde sus POTENCIALIDADES (presentando todo cuanto hay en ella que pueda ayudar a una educación integral de nuestros hijos e hijas -lo afectivo-sexual no está al margen ni es nada extraño a la formación y desarrollo personal de nuestros hijos e hijas sino que está con todo ello íntimamente relacionado), FINALIDADES (expresión de afectos, donación al otro, comunicación plena y transmitir la vida: dar origen a un nuevo ser humano) y PERSPECTIVA POSITIVA (descubriendo los enormes beneficios de una educación afectivo-sexual trabajada con sencillez, franqueza, naturalidad en el trato,... aunque, eso sí, siempre desde la reflexión necesaria, honestidad y sentido de la responsabilidad para poder desarrollar la sexualidad de forma autorrealizante y pueda conducir a la persona por el camino de la felicidad).

1.- PERSPECTIVA DE LA FELICIDAD.
Si mirásemos todas y cada una de nuestras actitudes en la vida, todo cuanto pensamos, hacemos o queremos hacer, desde la pregunta: "¿Hallo en esto verdadera felicidad?, ¿me realiza verdaderamente como persona?, ¿me sirve para dar respuesta al sentido vital que busco?"... muy posiblemente las respuestas y las decisiones a tomar serían distintas a aquéllas que tomamos a bote pronto o de forma impulsiva. Esto implica dos elementos clave:
  1. REFLEXIÓN PERSONAL: Es pararse, contemplar la o las opciones que se nos presentan, indagar sobre otras posibles y tratar de describir ventajas, inconvenientes y también las dudas que ésa o ésas opciones nos plantean. Valorar después el grado de importancia de cada una de esas consecuencias posibles -antes de realizar cualquier actuación- y embastar una posible respuesta madurada personalmente.
  2. CONFRONTACIÓN DE ESA OPCIÓN: Los padres y madres somos referencia constante para nuestros hijos, lo parezca o no. Propiciemos con nuestros hijos tal ambiente de comunicación que el hablar de sus dudas, dilemas, opciones a tomar ante cualquier cosa se convierta en tema de conversación entre ellos y nosotros: con franqueza, sencillez y naturalidad y al hacerlo podamos ofrecerles nuevos elementos para la reflexión, otras perspectivas que les puedan ayudar a reconsiderar sus primeras decisiones y hacerlas más responsables o reforzar sus ideas al respecto. Recordemos que "para que un acto humano pueda decirse que es responsable" necesita tres características esenciales:
    • Ser libres para hacer lo que hacemos o queremos hacer.
    • Ser conscientes plenamente de ello; saber lo que hacemos.
    • Querer hacerlo.
Llegados a este punto el o la joven se hallará en mejor disposición de tomar aquella decisión que le pueda ofrecer mayores posibilidades de vivir realmente feliz. Aún así... siempre habrá equivocaciones pero éstas siempre serán menos en cantidad y graves que aquéllas en las que incurrimos todos (por lo menos muchos entre los que me incluyo) cuando la impulsividad es quien nos domina y no nosotros a ella.
2.- AUTOESTIMA.
No podemos AMAR al otro si no sabemos lo que es la estima a uno mismo o si nos infravaloramos de tal manera que consideramos que no representamos valor alguno. No podemos dar lo que no tenemos.
Ayudar a nuestros hijos a adquirir y desarrollar esta cualidad empieza desde el instante mismo de la concepción:
  • Las caricias del vientre materno: el cuerpo es parte esencial de nosotros y es a través de él que comunicamos también los afectos.
  • Decirle cosas agradables y procurar en el hogar mantener una comunicación respetuosa y cariñosa entre los miembros del hogar.
  • Evitar situaciones de stress en todo lo posible: el nuevo retoño capta todo cuanto la madre siente, sufre o goza, nada le es ajeno.
  • Hablar de él, o ella, entre los padres con naturalidad y de lo que sienten por él o ella: es una manera de demostrarle que "contamos con su presencia, que es importante para nosotros".
  • ...
Tras su nacimiento y a medida que va capacitándose para ser cada vez más autónomo, reforzar positivamente cada uno de sus logros: de esa manera él irá construyendo una imagen positiva de sí mismo y aprenderá a valorarse, autoestimarse; pero sin renunciar a llamar la atención sobre aquello que no ande bien:
  • Alabar el esfuerzo más que el resultado final.
  • En los aparentes fracasos, analizar con él las causas de ese resultado pero destacar cuanto se ha hecho para intentar obtener un resultado mejor.
  • Desarrollar el método "actuación-reflexión/valoración-nueva actuación- reflexión-valoración" en nuestra forma de acompañarle en cuanto hace.
  • Evitar todo tipo de calificativos peyorativos o encasilladores hacia su persona, aunque seamos críticos con los hechos y actitudes: tiene que descubrir que su valor es infinitamente mayor que todas sus actuaciones y manifestaciones.
  • Propiciar el desarrollo de sus potencialidades o cualidades en lugar de señalarle sus carencias o limitaciones.
  • Llamar la atención sobre aquellos pensamientos y expresión de los mismos en que se evidencie claramente un mal concepto de sí mismos (no es en sí éste el  problema sino "la raíz de donde arrancan esos pensamientos y expresión de los mismos", ver el porqué se piensa así y tratar de desmontar su silogismo mediante dinámicas, nuevas prácticas y actitudes que reeduquen el autoconcepto).
  • Ayudar a nuestros hijos e hijas a liberarse de la necesidad de "no cometer errores jamás", enseñarles a aceptar las limitaciones, dudas y errores,... mostrando estas circunstancias como elementos que forman parte de nuestro personal proceso de maduración.
  • ...
3.- EQUILIBRIO LIBERTAD-RESPONSABILIDAD.
Una persona no se desarrolla a sí misma si no es en libertad pero la libertad sin responsabilidad acaba siendo tiranía de cualquier impulso sobre nosotros mismos.
La libertad es un don pero también es una conquista; es decir: en la medida en que demostramos ser responsables de nosotros mismos vamos haciéndonos acreedores a mayores cotas de libertad.
Y ¿cómo adquirir la capacidad de ser responsable?. A modo de ejemplos sencillos desde dos ámbitos muy cercanos y desde edades bien tempranas a medida que podamos realmente asumir estas tareas:
EN EL ÁMBITO FAMILIAR (siempre de acuerdo con los padres y madres o tutores):
  • Mantener nuestras  pertenencias (juguetes, libros, ropa,...) bien organizadas.
  • Cuidar la limpieza y orden de la propia habitación.
  • Poner y quitar la mesa, en cada momento de las comidas.
  • Lavar la losa, barrer la casa, fregar el suelo,...
  • Cuidar de los animales y plantas domésticas.
  • Ayudar en las tareas de la compra o realizarlas de forma autónoma.
  • Tender la ropa tras el lavado, recogerla, plancharla, colocarla en su lugar,...
  • Colaborar en las tareas de cocina o encargarse de ello en parte o totalmente.
  • etc...
EN EL ÁMBITO ESCOLAR (siempre de acuerdo con el profesorado):
  • Abrir y cerrar ventanas y puerta de acceso al aula.
  • Reparto de libros, cuadernos o carpetas al resto de compañeros y compañeras.
  • Velar por el buen orden y limpieza del mobiliario del aula.
  • Llevar control de la biblioteca de aula y de los instrumentos de juego o didácticos.
  • Cuidar de las plantas -macetas- y alguna mascota que estén en el aula.
  • Cambiar la fecha cada día.
  • Llevar memoria de los santos y cumpleaños de los compañeros y compañeras.
  • Estar al tanto de que no queden ventanas ni puertas abiertas ni luces encendidas al acabar las clases.
  • Controlar que no queden papeles ni objeto alguno botados en el suelo al terminar la jornada.
  • etc...
Todas estas tareas y muchas otras que a los propios niños y niñas se les puedan ocurrir o les podemos sugerir tienen no sólo un valor en sí mismas (aportan un beneficio tanto al grupo de personas como al ámbito físico en cuestión) sino también y sobre todo por  lo que aporta a la propia persona:
  1. El niño o niña o joven aprende a valorar su esfuerzo e interés en ello como claves para un buen resultado.
  2. Adquiere conciencia de la necesidad de la constancia: para mantener algo en buenas condiciones no vale con cuidarla sólo un día y luego olvidarse de ella.
  3. Valora cada vez más  sus cualidades (más todavía si le ayudamos a descubrir que "gracias a ellas él o ella ha sido capaz de realizar su tarea muy bien").
  4. Los errores o malos resultados, si son debidamente utilizados para un posterior diálogo sereno con nuestros hijos -buscando sus causas y proponiéndonos alternativas para evitar esos fallos en el  futuro-, sirven para descubrir que "todo se puede rehacer y que un error no significa la imposibilidad de hacerlo mejor en otra ocasión" (sólo precisa reflexionar antes un poco más y tomar las debidas precauciones o medios).
  5. Comprende que los buenos resultados dependen en gran parte del grado de implicación que ha demostrado en esa tarea y esos buenos resultados le aportarán mayor alegría.
  6. ...
  7. Aprendiendo a ser responsable de éstas y otras cosas o tareas está interiorizando un aprendizaje mucho mayor: SER RESPONSABLE DE SÍ MISMO.
Podemos también partir de lo que nuestros hijos e hijas propongan realizar libremente, acoger sus propuestas, animarles a realizarlas, aunque quizás nos parezcan difíciles para ellos (como siempre queda el  recurso del diálogo con ellos... ya habrá tiempo luego para hablar sobre los resultados, de sus causas y consecuencias y de ahí saldrán conclusiones que ayudarán a realizar las cosas de mejor manera en la siguiente ocasión).
En la medida en que nuestros hijos vean que son capaces de responder de aquello en lo que se comprometen van adquiriendo mayor confianza en sí mismos, se capacitan para ser autónomos y, por lo tanto, para asumir nuevos retos, tomar iniciativas, generar creatividad y mayor autoestima.
Si no tienen ocasión de demostrarse a sí mismos que son capaces de responder ante los retos a los que se comprometen, tampoco tendrán fácil el tomar conciencia de que son responsables de sí mismos.
Cuando en las relaciones afectivo-sexuales tengan que plantearse sus disyuntivas, alternativas,... y cumplir adecuadamente con sus responsabilidades (estudios, etc...) van a necesitar esta formación en la libertad y responsabilidad.

4.- COMUNICACIÓN PADRES-HIJOS.
Nada de todo lo anterior se construye adecuadamente si no existe una buena comunicación entre padres e hijos.
Esta buena comunicación no se construye tampoco de la noche a la mañana, es fruto de un proceso en el que padres e hijos interactuamos unos con los otros, desde el mismo instante en que tenemos vida.
A veces sucede que "nos quejamos de lo pesaos que son porque no nos dejan ni a sol ni a sombra en paz... y les mandamos a callar sin más, porque sí,... pero llega un día en que vemos que ya no nos dicen nada, que parece que "passan" de nosotros, y entonces... desearíamos hablar de mil cosas con ellos pero... ahora... ya no están". (Es obvio que hay que enseñar a los hijos a "respetar espacios y momentos que los adultos reclaman para sí mismos" pero teniendo en cuenta también las circunstancias, etapas y necesidades que los hijos plantean en su proceso de desarrollo personal). No rompamos puentes.

Elementos constitutivos de esta buena comunicación:
  1. Actitud de ACOGIDA del lenguaje verbal como del no-verbal:  palabras y gestos físicos, expresiones faciales,... nos comunicamos con todo nuestro cuerpo, por lo tanto nuestra atención debe estar centrada en todo él.
  2. Actitud de ACOGIDA del mundo emotivo: emociones y sentimientos. Ese mundo emocional nos da grandes pistas de nuestro estado interior (a veces difícil de explicar y, por lo tanto, también difícil de entender en el otro) y es más que importante que lo valoremos y hagamos de él tema de conversación.
  3. Actitud de ESCUCHA (que no es lo mismo que OIR). Escuchar no es fácil: requiere guardar silencio en nuestro interior (no basta sólo con no hablar) evitando que nuestros pensamientos obstaculicen la comprensión de lo que el otro nos comunica  y también rechazando pre-juicios (muchas veces relacionados con experiencias pasadas que en realidad ya no vienen a cuento).
  4. Devolver al otro muestras de que es entendido correctamente, que comprendemos lo que nos está planteando (no pocas veces un proceso de comunicación se rompe sólo porque una de las partes sospecha que "la otra parte no le estaba entendiendo nada y que no mostraba en esa comunicación interés alguno") y no tener remilgo alguno en ir aclarando dudas y cuestiones, sobre la marcha o bien al final.
  5. Respeto mutuo: evitando todo juicio peyorativo de la persona (podemos juzgar hechos, actitudes de la forma más objetiva posible,... pero nunca entrar en afirmaciones gratuitas, generalizaciones en las que juzgamos a la persona como tal).
  6. Comunicación asertiva: tratando de expresarnos tal como pensamos y sentimos, con total honestidad, respetando al otro y haciéndonos respetar a nosotros mismos también.
  7. ...
En la medida que pongamos esto en práctica iremos haciendo entender a nuestros hijos que "ésta es la forma adecuada de comunicarse también con sus iguales". (Puede que nuestros hijos no hagan lo que les decimos que hagan, pero es prácticamente seguro que sí harán lo que nos vean hacer).
De esta manera también iremos construyendo una "complicidad" natural que permitirá a nuestros hijos e hijas en momentos o etapas de dificultad poder tener la CONFIANZA de comentar lo que sea porque tendrán la seguridad de saber que "seguiremos acogiéndoles como siempre lo hicimos" y obtendrán de nosotros como mínimo una respuesta honesta, respetuosa, amorosa y, al mismo tiempo, crítica si es necesario (no somos sus "colegas", somos sus padres).
5.- COHERENCIA, AUTENTICIDAD.
Ya queda dicho o mencionado en la anterior clave: "Si los padres, que somos sus principales y primeros educadores, no vivimos eso que les predicamos... no esperemos maravillas: nuestros hijos e hijas necesitan ver correspondencia entre las palabras y los hechos o actitudes nuestras para comprobar su veracidad y saber si es creíble o no nuestro discurso".
No podemos educar en lo  afectivo-sexual a nuestros hijos de forma adecuada si cada vez que sale este tema huimos de él o lo abordamos de forma antinatural, o al revés: excesivamente a la ligera y derivándoles a tal o cual página web o tal o cual institución que "nos han dicho que dan unas charlas muy interesantes"... pues aunque esos recursos realmente sean muy buenos... tenemos que saber que los hijos no buscan sólo información en su comunicación con nosotros (les importa -además de esa información objetiva- lo que pensamos y sentimos, cómo lo vivimos nosotros,... y plantearnos sus dudas, temores, espectativas,...).
También esto forma parte de un proceso y se construye con muchos elementos muy sencillos:
  • Empezando por manifestar naturalidad ante nuestros cuerpos desnudos (cuando los hijos son chiquitos no tenemos porqué escondernos o taparnos con brusquedad o apuro porque el pequeñín asomó su cabecita cuando nos escuchó salir de la ducha o cuando nos sorprendió cambiándonos de ropa interior,...).
  • Hablando de las diferentes partes del cuerpo y sus funciones cuando los niños pregunten sobre ellas o manifiesten de alguna manera ese interés, dando respuestas sencillas pero claras y sin tapujos, con total naturalidad también. Así en cualquier etapa del desarrollo de nuestros hijos e hijas.
  • Aportando nuestra visión personal de lo afectivo-sexual y entablar diálogo con nuestros hijos e hijas al respecto, reflexionando juntos, razonando cuestiones, tratando de ver a qué nos conducen o pueden llevarnos unas decisiones u otras,... porque es así como vamos enseñando a pensar y a crecer en sentido crítico ante el ambiente.
  • Hablando de este asunto no como algo especial o fuera del contexto de la educación que damos a nuestros hijos (mostrar fijación u obsesión por algo mitificándolo no ayuda a crear armonía en esa educación) sino como parte integrante e interrelacionada con todos los demás aspectos de esa educación.
Tampoco podemos "educar" a nuestros hijos si claudicamos de nuestro papel de padres y madres: ¿Dónde queda la referencia que a ellos les aporte seguridad si nos manifestamos ante ellos sólo como unos "colegas" más?, ¿qué orientación podremos aportarles si somos incapaces de marcar límites o plantear formas alternativas más realizantes y positivas de desenvolverse en la vida distintas de las que ya observamos en nuestros hijos?,...
"No todo vale", eso lo sabemos y tratamos de vivirlo. Por lo tanto, no aparentemos ante nuestros hijos "como si realmente sí valiera todo y de cualquier manera", demos a cada cosa su importancia y hagámoslo entender.
No temamos ser menos "chachis" sólo porque no renunciemos a nuestro papel de EDUCADORES de nuestros hijos e hijas porque lo que a ellos les va a servir en la vida lo tendrán que sacar de dentro de ellos mismos y si no tienen "recursos personales" adecuados... de poco o nada les servirá saber que "sus papis son unos colegas, muy buenos colegas,.. pero sólo colegas".
Es decir, seamos COHERENTES, seamos auténticos, nosotros mismos.
CONCLUSIONES:
  1. Como se habrá podido comprobar, todas estas claves intervienen en todo aquello que redunde en el desarrollo armónico de la persona; la educación afectivo-sexual no es un compartimento estanco dentro de esa formación integral de nuestros hijos e hijas.
  2. La perspectiva esencial es siempre la construcción del camino de la felicidad y desde ella hemos de ir concretando las formas o maneras de vivir nuestra sexualidad.
  3. No es el Estado ni institución alguna (menos aún la televisión o  la industria del sexo) quien debe educar a nuestros hijos en lo afectivo-sexual, sino nosotros los padres y madres; es nuestra responsabilidad. Otra cuestión es que contemos con recursos sociales y demás que colaboren con nosotros en ellos pero no para que nos sustituyan o suplan porque ni pueden ni deben. 
  4. Busquemos recursos y maneras para la autoformación si acaso en esto observamos carencias o limitaciones, pero no renunciemos a nuestro papel de padres y educadores sólo por estas limitaciones.
BIBLIOGRAFÍA:

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