viernes, 10 de enero de 2020

¿Cuál es el mejor regalo?

Todos los años, después de la reanudación de las clases en la 2ª semana de enero suelo hacer a todos los grupos del alumnado al que le imparto clases esta pregunta:
- “¿Cuál es el mejor regalo, el más importante para ustedes?”.

La pregunta no tiene trampa y obviamente corre el riesgo de asociarse inmediatamente con los regalos –en algunos casos en cantidad agobiante- que recibieron en las fechas navideñas con motivo de papá Noel, Santa Claus o Reyes Magos, y, por lo tanto, pudiera parecer que se les pide que “elijan uno de entre todos esos regalos aquél que consideren mejor o el más valioso”.

Pues bien, año tras año la sorpresa es mayúscula cuando escucho sus respuestas: todas ellas espontáneas, naturales,… aunque siempre les pido que “piensen en lo que la pregunta dice para que aquello que respondan sea de verdad algo bien pensado y sentido”.

Hablo de niños y niñas de entre 6 y 12 años y sus respuestas en nada coinciden con  
lo que se supone que responderían en esas fechas antes señaladas ni tampoco hablan de cosas materiales, ¡ninguna!,… sus respuestas hablan de valores, de personas, de elementos que forman parte del espíritu: amor, amistad, cariño, compartir juegos y momentos sin prisas, paz, alegría, ayuda, perdón,… en esas palabras y sobre todo en ésta: “familia” es en lo que se resumen absolutamente todas sus respuestas.
¡Ni una maquinita de videojuegos, ningún móvil ni tablet, ningún juego electrónico,… ni siquiera el dinero!, nada de eso aparece en sus respuestas ¡ni una sola vez!.

Formuladas estas respuestas y recopiladas todas en la pizarra, de tiza (no la electrónica), les hago una segunda pregunta:
- "¿Por qué contestaron eso?".

Y entonces la acaban de rematar. En todos, ¡pero en todos los niños y niñas! hay unanimidad: "Porque así me siento feliz todos los días". (Unos lo expresan de una manera, otros de otra, pero todo el alumnado coincide en esto).

Hablo de niños y niñas que no nadan en la abundancia, para nada; más bien forman parte de familias que pasan no pocos apuros para sencillamente sobrevivir en muchos de los casos; sólo algunas viven con algo más de holgura,… y otras pocas… sobreviven de milagro también. ¿Y esos niños y niñas han recibido quizás regalos como éstos que he mencionado como “materiales”?, pues sí, unos cuantos, pero… sin embargo… aún así ellos valoran “otras cosas”.

¿Qué nos enseña esto?.

Los adultos andamos corriendo detrás de las cosas, “detrás del Dorado (de Revolver) ¿se acuerdan de la canción?,… convendría escucharla una vez más quizás ahora mismo. Y por el camino nos olvidamos de darle importancia a lo que más importancia tiene, a lo esencial y ¡oh casualidad!: eso que es tan importante, ¡¡lo más importante!! resulta que no se puede comprar con dinero ni con todo el oro del mundo… porque no tiene precio.
El amor no tiene precio, como tampoco un beso y un abrazo dados con cariño.
El perdón y la paz que se brota desde el corazón cuando se produce la verdadera reconciliación… no tiene precio.
No tiene precio la alegría sana, aquélla que desde el alma se derrama, se expande y se regala hasta sin cuenta darnos.
Nada hay que pueda pagar una ayuda desinteresada que no mide el tiempo ni el esfuerzo que supone darla.
Escuchar un “te quiero papá”, “te quiero mamá”… es música celestial para nuestros oídos y también una llamada: “quiéranse más, papá y mamá, no peleen tanto, miren que les quiero a ambos”.

ESCUCHEMOS, escuchemos a nuestros hijos (no nos limitemos a oírles); MIREMOS, observemos a nuestros hijos,… (no nos limitemos a verlos); dejémonos abrazar por ellos, abracémosles y digámosles sin tapujos lo que por ellos sentimos… que eso de blandenguería no tiene nada sino de HUMANIDAD, de alma, vida y corazón,… de eso hablan los besos, abrazos y caricias, eso anuncian las palabras cariñosas.

Nuestros hijos no necesitan cosas materiales ni lujos o dinero, nuestros hijos necesitan de NOSOTROS, de nuestro tiempo, de nuestra presencia real –no sólo aparente- porque ¡cuántas veces estamos ahí físicamente… pero con la mente en otro lugar, otras personas o peor aún: en “cosas” que aún siendo importantes… no son lo más importante en ese momento!.
No perdemos el tiempo cuando los acompañamos en el parque e incluso participamos de alguna manera en sus juegos; ni tampoco es una barbaridad que alguna vez nos sentemos en el suelo y nos ensuciemos la ropa como ellos,… es mucho mejor esto y mucho más saludable que andar peleándoles siempre porque al regresar a casa ya hay que echar todo a la lavadora porque está lleno de medallas recogidas en cada uno de los lugares en que estuvieron.
Lo ganamos cuando un día decidimos juntarnos toda la familia y marcharnos al monte y emprendemos una sencilla ruta de senderismo compartiendo con nuestros hijos impresiones, ideas, sentimientos,… que en esos momentos surgen en tropel, ¡es tanto lo que el contacto con la naturaleza inspira!. Pueden transcurrir horas y horas… pero todo pasa como un suspiro.

La vida misma sigue siendo la gran maestra, la gran escuela en la que todos los escenarios son posibles y todos se hacen realidad. Todo dependerá de cómo los manejemos para que de todo ello obtengamos enseñanzas para ser felices… o sencillamente los perdamos dejándolos pasar o pasando sin más sobre ellos sin saborearlos siquiera. Cada cual decide.
No necesitamos móviles, ni tablets, no son necesarios los lujos o lucir un modelito cada día, tampoco se precisa siquiera el dinero… para disfrutar de lo mejor, del mejor regalo que se puede recibir y que también podemos dar. Los niños y niñas, una vez más, han vuelto a darnos las respuestas al examen que entre manos tenemos; no seamos bobos, copiémoslas que nadie nos mira y si mira… hace como que no.

Santi Catalán
santi257@gmail.com

PARA AMPLIAR:
PARA LA REFLEXIÓN Y DIÁLOGO EN FAMILIA:
  • ¿Qué pensamos de la frase "Hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar"?.
  • ¿Qué consecuencias puede tener centrarnos tanto en el trabajo, en el ganar dinero y tener cosas a costa del tiempo que la familia necesita?.
  • ¿Cuáles son los regalos más importantes para nuestros hijos?.
  • ¿Qué podríamos hacer, cómo organizarnos en el hogar para poder darles a nuestros hijos lo que más desean y necesitan de verdad?.

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