Otra de
las herramientas más características del enfoque sistémico centrado en
soluciones es el uso de Escalas (De Shazer, 1988). Se trata de pedir al niño,
adolescente, pareja, otros familiares,... que valoren de uno a diez la gravedad o
intensidad del problema o situación que les incomoda.
Dibujamos entonces una línea horizontal en un papel y ponemos el número "1" en un extremo y el número "10" en el otro.
El "1" puede representar el problema en máxima intensidad, y el "10" la situación deseada. Se le puede pedir al hijo o hija, al padre o a la madre, al abuelo/a, etc., que indique en qué punto está el problema en la actualidad, dónde ha llegado a estar en su peor momento, en qué número tendría que estar para que él/ella sintiera que las cosas van mejor o a qué nivel quisiera llegar para darse cuenta de que el problema ha quedado resuelto.
Es decir, esta técnica nos ayuda a trabajar las mejorías que se han dado en la situación y los siguientes pasos que se pueden dar para continuar con dicha mejoría. Aunque se utilicen los números, lo importante aquí no son esos números. Es la percepción que tiene la persona sobre la situación y el diálogo que puede darse, con las preguntas que se generan a través de “puntuar” o “calificar” la situación, lo realmente interesante. Se convierte en un instrumento de intervención dirigido a crear nuevos recursos y posibilidades.
Utilidad de las escalas.
Dibujamos entonces una línea horizontal en un papel y ponemos el número "1" en un extremo y el número "10" en el otro.
El "1" puede representar el problema en máxima intensidad, y el "10" la situación deseada. Se le puede pedir al hijo o hija, al padre o a la madre, al abuelo/a, etc., que indique en qué punto está el problema en la actualidad, dónde ha llegado a estar en su peor momento, en qué número tendría que estar para que él/ella sintiera que las cosas van mejor o a qué nivel quisiera llegar para darse cuenta de que el problema ha quedado resuelto.
Es decir, esta técnica nos ayuda a trabajar las mejorías que se han dado en la situación y los siguientes pasos que se pueden dar para continuar con dicha mejoría. Aunque se utilicen los números, lo importante aquí no son esos números. Es la percepción que tiene la persona sobre la situación y el diálogo que puede darse, con las preguntas que se generan a través de “puntuar” o “calificar” la situación, lo realmente interesante. Se convierte en un instrumento de intervención dirigido a crear nuevos recursos y posibilidades.
Utilidad de las escalas.
El uso
de escalas es sumamente útil. Establece una «línea base» y puede ser un punto
de referencia constante en los encuentros con cualquier persona, especialmente con nuestros hijos.
Nos puede ayudar a tener un claro seguimiento en cada uno de los encuentros que
tengamos con ellos y la continuidad del proceso de cambio.
Por
ejemplo:
- Pensemos en un hijo que está intentando controlar la desgana que le aborda en clase y que no le deja concentrarse ni estudiar. En un primer encuentro establece que en una escala de "1" (lo peor) a "10" (lo mejor) la situación está en el "4". Se le puede preguntar por qué está en un "4" y no en un "1" y sus respuestas irán dirigidas a explicitar todo aquello positivo que le ha hecho subir o situarse en un punto que no es el peor. De esta manera se estarían explorando las excepciones como tales.
- Se puede preguntar al hijo por objetivos finales, si es que no se ha hecho proyección al futuro anteriormente haciendo preguntas como: “¿Cuáles serán las señales de que ya estás en un 10?, ¿cómo vas a notarlo? ¿y tus compañeros y profesores?”, etc.
- Se le puede preguntar también qué tendría que pasar para que la situación suba a un "5". Se trata de descomponer los objetivos finales en pasos más pequeños, haciendo preguntas similares a las de proyección a futuro. Las respuestas pueden contener ideas interesantes acerca de por dónde podemos acercarnos a la solución: “¿Qué tiene que pasar para que me digas otro día que estás en un 5?, ¿cómo vas a notarlo?”, etc.
- Finalmente, hay que asegurarse de que estos pequeños cambios están conectados con el cambio "10", es decir, que son relevantes. Para ello se chequea haciendo preguntas como: “¿Si esto pequeño ocurre eso significa que derrotarás definitivamente a la desgana?, ¿Cómo va a ayudarte esto en la lucha contra la desgana?”, etc.
Las
escalas se pueden utilizar en muchas situaciones diferentes y se pueden adaptar
utilizando metáforas o dibujos cuando se interviene con niños. Con ellos la
imaginación y la creatividad ocupan un lugar fundamental. La escala se puede
convertir fácilmente en un circuito de carreras de fórmula 1, en el viaje de
ascenso de un globo aerostático o en el camino que nos lleva al tesoro. Puedes
encontrar muchos recursos e ideas en el blog de Miguel Ángel Rocha:
http://miscuadernosyanotienenorejasdeburro.blogspot.com.es/
También
pueden servir como medio para que la persona exprese en qué medida se siente
atrapado por una conducta en concreto, o para graduar los hitos de su avance o
mejora. Si hay varias personas en la conversación, se pueden hacer preguntas
circulares respecto a dónde cree cada uno que va a situarse la otra persona en
la escala. Las coincidencias o no en la escala también llevan a conversaciones
ricas para entender los diferentes puntos de vista de las personas presentes y
a que todos escuchen lo que es más importante para cada uno.
Es
importante tener en cuenta que el número por el que preguntamos está referido a
la situación que nos bloquea; deberemos evitar puntuar a las personas, puesto
que pueden sentirse evaluadas. No es una cuestión de aprobados o suspendidos
(al ser del "1" al "10" se puede crear un símil
involuntario pero automático con las calificaciones escolares); la escala no
aprueba ni suspende a nadie. También se pueden usar otras metáforas: una
botella que se va llenando o vaciando y usar porcentajes, un termómetro que va
aumentando o disminuyendo la temperatura, etc. En estos casos, según resulte
más gráfica la metáfora, se puede interpretar el avance bien porque aumenten
los porcentajes y la temperatura, o bien porque disminuyan.
Realmente,
lo importante no es tanto la puntuación que da la persona, ya que un
"3" puede significar muy poco para una persona y para otra puede
significar mucho. Lo importante de esta técnica son las preguntas que se
generan a raíz de la escala y el diálogo que se produce.
Las
escalas también nos permiten salir de un estilo de pensamiento dual o binario
de los problemas: o todo es blanco... o todo es negro. Muy pocas veces la
realidad es todo o nada. Las situaciones difíciles tienen que ver con procesos
en constante cambio que se sitúan en algún punto intermedio. Ayudan también a
visibilizar los pequeños avances, a darles importancia y presencia, para que no
pasen desapercibidos por las personas y que se puedan ampliar para buscar más
posibilidades de cambio.
Para ilustrar estas ideas pinchen sobre el siguiente enlace-web:
Para ilustrar estas ideas pinchen sobre el siguiente enlace-web:
(Basado en la documentación del Curso "Comunicación y Convivencia en las relaciones familia‐alumnado‐centro". Desde la óptica del Modelo Sistémico‐Narrativo.
Autoras: Dácil Josefa Baute Hidalgo y María de la Cruz Pérez Bethencourt).
PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O PROFUNDIZAR:
PARA LA REFLEXIÓN EN FAMILIA:
- ¿Qué diferencias hallamos entre el uso de las escalas en el medio familiar y en el medio académico?. ¿A qué creemos que se deben esas diferencias?.
- Según este artículo, ¿cuáles son nuestros objetivos esenciales, el para qué, del uso de las escalas?.
- ¿Qué elementos nos han quedado claros en lo expuesto y qué otros nos presentan dudas?.
- ¿Dónde o en qué situaciones o circunstancias nos parece que podríamos aplicar mejor este recurso?.
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