Un
estudio publicado ya hace cuatro años en el Journal of Clinical Oncology señala
que las personas que cuentan con el apoyo de su cónyuge tienen un riesgo un 20%
menor de fallecer a causa de la enfermedad.
Independientemente
del tipo de cáncer, tienen más probabilidades de sobrevivir que las personas
que están solas. Y para algunos tipos de tumores (cáncer de próstata, mama,
colorrectal, esófago, cerebro y cuello), el simple hecho de estar casado
incrementa las probabilidades de sobrevivir más incluso que… ¡la quimioterapia!.
Importancia de la familia.
Importancia de la familia.
Está
claro que lo que marca la diferencia no es el hecho de llevar una alianza en el
dedo.
El
cónyuge presta una gran cantidad de servicios de carácter práctico: lleva al
enfermo al hospital, se asegura de que tiene todas sus cosas (el pijama, las
zapatillas o su almohada favorita, así como la comida, su libro o su música),
se cerciora de que está tomando la medicación, de que come y bebe como es
debido, le ayuda a lavarse, le calma y le ayuda a descansar.
Le
cuenta las noticias del exterior que pueden interesarle, informa a su entorno y
organiza y promueve visitas reconfortantes. Alerta al equipo médico en caso de
algún problema no detectado. Participa en la toma de decisiones sobre el
tratamiento y contribuye a elegir la mejor opción.
Hace
compañía al enfermo y le presta atención y le da cariño.
A su
vez, es más probable que los pacientes reciban un ciclo completo de tratamiento
cuando se encuentran acompañados por una persona presente y proactiva, como
suele ser el cónyuge. Y es que otros estudios han demostrado que es más
factible que, en comparación con las personas que están solas, las personas
casadas sigan un tratamiento hasta el final, incluso cuando el tratamiento es
doloroso desde el punto de vista físico y requiere visitar con frecuencia el
hospital, como normalmente ocurre en el caso de los tratamientos contra el
cáncer.
Tener
familia cercana incrementa en un 70% las probabilidades de que un paciente
cumpla con el tratamiento, según una observación médica de David Kissane, del
Instituto contra el cáncer Memorial Sloan-Kettering de Nueva York.
Por
último, otros estudios habían señalado que los pacientes casados manifestaban
menos síntomas de depresión, sufrimiento y ansiedad que las personas solas.
El estrés debilita el sistema inmunitario y la depresión puede impedir también que un paciente acuda a una revisión médica necesaria. Las personas deprimidas que desarrollan un cáncer tienen un riesgo un 39% mayor de fallecer por ese motivo.
El estrés debilita el sistema inmunitario y la depresión puede impedir también que un paciente acuda a una revisión médica necesaria. Las personas deprimidas que desarrollan un cáncer tienen un riesgo un 39% mayor de fallecer por ese motivo.
Asimismo,
es posible que la existencia de la pareja anime a la gente a ir al médico
antes, tan pronto como aparecen los primeros síntomas alarmantes.
Importancia
de la amistad.
Estos
datos científicos no se refieren sólo a las personas casadas, sino que también
adquieren mucho significado para aquéllos que tienen un amigo o un ser querido
enfermo de cáncer.
De
hecho, demuestran que estar presente, ayudar al amigo a navegar por las aguas
del sistema sanitario, a que acuda a sus citas y siga los tratamientos, puede
marcar una gran diferencia con respecto a sus posibilidades de sobrevivir.
La vida
de los amigos no se encuentra sólo en manos de los médicos.
En
realidad, también se encuentra en nuestras manos. Podemos estar… o no estar.
Como
resultado, ellos tendrán más o menos probabilidades de salvarse.
“Este
estudio demuestra que el apoyo del cónyuge es de vital importancia cuando se
trata de mejorar las probabilidades de supervivencia de los enfermos de cáncer.
Pero en el caso de las personas que no están casadas, el equipo sanitario en su
conjunto (enfermeros, psicólogos y trabajadores sociales) debe prestar un apoyo
social adicional”, aseguró el Dr. Gregory Masters, oncólogo y portavoz de la
Sociedad Americana de Oncología Clínica.
Si eso
ocurre con el apoyo de los trabajadores sociales, es evidente que la presencia
de buenos amigos, amigos de verdad, puede marcar la mayor diferencia.
La
amistad sincera, al igual que el amor, no se elige.
Sin
embargo, determinadas actitudes pueden alejar de nosotros durante mucho tiempo
a la gente que tenemos cerca, poniendo en peligro una relación de amistad que
debería haber existido.
No
espere a estar en una situación difícil, o a que lo estén sus seres queridos,
para reforzar los vínculos con sus verdaderos amigos.
Por
ejemplo, es importante no criticar, condenar ni quejarse. En el momento, parece
que hablar mal de alguien es una forma rápida y sencilla de despertar interés,
de divertirse. Sin embargo, la experiencia nos dice que hacer comentarios
negativos destruye las amistades.
De la
misma manera, quejarse también sirve para entablar una conversación fácil al
principio, pero la gente no tardará en aprender a evitarnos para no tener que
escucharnos.
En
cambio, es importante dar nuestra opinión sincera y honesta cuando se nos pide.
Muestre
un interés sincero hacia los demás; anime a su interlocutor a que hable de sí
mismo y escuche con atención todo aquello que le cuente sin tratar de llevar la
conversación hacia su persona, ni contar historias que le interesen a usted,
aun cuando le parezcan magníficas. Deje que el otro hable la mayor parte del
tiempo. Intervenga poco y sólo para decir lo fundamental.
Haga lo
necesario para que su interlocutor se sienta importante, pero sin manipularlo y
sin hipocresía. Porque si actúa con sinceridad, no hay duda alguna de que
encontrará buenos motivos para descubrir la importancia de esa persona; todo el
mundo es, a su manera, importante.
Demuestre
consideración hacia las opiniones de los demás. No diga “eso es una tontería” o
“¡mentira!”. Trate de situarse en la perspectiva de su interlocutor para
entender las experiencias y reflexiones que le han llevado a pensar de esa
manera. No intente demostrar que se equivoca, ni hacerle quedar mal.
Sonría.
Recuerde el nombre de la gente. Para cada uno de nosotros, nuestro nombre es la
palabra más importante y que mejor suena del mundo. Debe esforzarse por tratar
de recordar el nombre de las personas que va conociendo, y utilizarlo en la
conversación. Y vuelvo a repetir: escuche con sinceridad y paciencia su punto
de vista. Trate de entender de una manera honesta sus ideas y anhelos en lugar
de imponer los suyos propios.
Por
último, eche una mano siempre que pueda y de la forma que pueda. Obviamente su
objetivo no debe ser hacer amigos hoy para que el día de mañana le vayan a
visitar al hospital… su
objetivo debe consistir en rodearse de personas a las que les encantaría verle
llegar a usted si algún día tuvieran que estar ingresadas en el hospital. Lo
demás vendrá solo.
¡A su
salud!.
Juan-M.
Dupuis
Artículo original: https://www.saludnutricionbienestar.com/amor-mejor-medicina/
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Fuentes empleadas por el autor:
- Ayal A. Aizer, Ming-Hui Chen, Ellen P. McCarthy, Mallika L. Mendu, Sophia Koo, Tyler J. Wilhite, Powell L. Graham, Toni K. Choueiri, Karen E. Hoffman, Neil E. Martin, Jim C. Hu,Paul L. Nguyen: “Marital Status and Survival in Patients With Cancer”. Journal of Clinical Oncology. 2013
- Satin JR, Linden W, Phillips MJ.: “Depression as a predictor of disease progression and mortality in cancer patients: a meta-analysis”. Cancer. 2009
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