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sábado, 28 de julio de 2018

Gas radon

Gas radón: nos estamos envenenando en nuestras casas… ¡y los políticos no hacen nada!.
Conocido como el “asesino invisible”, el radón es un peligroso gas cuya concentración puede llegar a ser mortal, siendo la segunda causa de cáncer de pulmón en el mundo sólo después del tabaco. Aun así, pese que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva advirtiendo sobre sus peligros desde hace años, y pese a que la Unión Europea ha exigido un plan nacional para 2018, en España siguen sin aplicarse medidas para hacerle frente.

Pero primero deje que le cuente una curiosa y terrorífica historia que tuvo lugar en 1985 en Pennsylvania (Estados Unidos).
El protagonista es Stanley Watson, un empleado de la central nuclear al que le ocurría una cosa muy peculiar: cuando salía de la central y pasaba por los arcos de seguridad, encargados de detectar si existía una concentración alta de radiación, sus niveles eran normales… pero cuando llegaba a la central cada mañana, directamente desde su casa, los arcos de seguridad se volvían locos por la alta radiación que emanaba de su cuerpo.
Sorprendidos por este hecho se realizaron mediciones de radioactividad en su casa y se descubrió que en ella había tal concentración de gas radón, que el simple hecho de respirar en su hogar era el equivalente a fumar 20 paquetes de cigarrillos al día.

A raíz de este sorprendente descubrimiento comenzó a estudiarse este gas en profundidad, y sobre todo los riesgos que implicaba para la salud, y en 1990 la OMS lo catalogó como sustancia potencialmente cancerígena de nivel 1.
Desde entonces han sido muchos los estudios que han confirmado que el gas radón supone la segunda causa de cáncer de pulmón después del tabaco (entre el 3 y el 14% de los casos de cáncer de pulmón se deben a la exposición a este gas), provocando sólo en España 1.500 muertes al año, y aumentando en los fumadores el riesgo de padecer cáncer en un 25%.
Además, a día de hoy se sabe cómo se origina este peligroso gas y qué terrenos son los más propensos a tener una concentración perjudicial para la salud, lo que supone una buena noticia para aquellas personas que quieran evitar tener como inquilino a este gas radioactivo. Y, por último, también se conocen las medidas que resultan más efectivas para prevenir su acumulación e incluso evitar entrar en contacto con él.
La mala noticia es que España es el único país de la Unión Europea que no está aplicando ninguna de estas medidas.
Ha leído bien. El único. El resto de países de la UE, así como la mayoría de los países occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, cuentan con un plan nacional de gas radón para informar al ciudadano sobre las recomendaciones a tener en cuenta, las medidas preventivas que le ayudarán a evitar una concentración peligrosa en su hogar, y también las pautas que deben seguir los arquitectos al construir viviendas en aquellas zonas que cuentan con un mayor riesgo de concentración.
Pero en España no hay nada de nada. Ni plan, ni medidas preventivas; ni siquiera un simple folleto informativo sobre qué es el gas radón y por qué es tan peligroso para la salud.

Conociendo al gas radón.

Hace tiempo que ya le hablé sobre este gas noble radiactivo, inodoro, incoloro e insípido. Se trata de un gas que se filtra a través del subsuelo y que se genera a partir de la descomposición radiactiva del uranio y del torio existentes en el terreno.
Los suelos graníticos, arcillosos o de arenisca son los que cuentan con una mayor concentración de estos minerales, y por tanto son los más propensos a filtrar gas radón y que éste acabe en la atmósfera.
Si esta filtración tiene lugar al aire libre el gas radón no supone ningún peligro para la salud, ya que tiene una vida de unos tres días y en ese tiempo se acaba disolviendo sin problema en la atmósfera, por lo que no se llega a tener contacto con él.
El problema surge cuando aparece en espacios cerrados, donde acaba acumulándose, y al final llega a nuestros pulmones a través del aire que respiramos. Una vez dentro del organismo esas partículas gaseosas radiactivas se adhieren a las mucosas de manera permanente, hasta el punto de que acaban dañando el ADN de las células del pulmón y, en consecuencia, puede surgir un tumor.
El gas radón se mide en bequelerios por metro cúbico (Bq/m3). La Unión Europea tiene fijado un límite de 300 Bq/m3, por encima del cual se estaría hablando de un alto riesgo de desarrollar cáncer de pulmón. Este límite es el que se aplicó siguiendo la Directiva Europea 2013/59 que fijó el Euratom (Comunidad Europea de la Energía Atómica), aunque en países como Estados Unidos el límite está establecido en los 150 Bq/m3, mientras que la OMS recomienda que no se superen los 100 Bq/m3.
Y es que el riesgo de padecer cáncer de pulmón aumenta un 16% por cada concentración de 100 Bq/m3 que haya en el ambiente, por lo que los expertos señalan que en realidad no se puede hablar de un nivel por debajo del cual no exista riesgo para la salud, ya que ese riesgo siempre va a estar presente.

Un Plan Nacional de Radón que sigue sin llegar.

A día de hoy sigue sin existir dicho programa. Y lo que es peor, el Ministerio de Sanidad sigue mostrando un total desinterés por este tema, ya que no sólo no va a cumplir con los plazos fijados (lo que además supondrá el pago de importantes multas), sino que tampoco quiere escuchar a las personas y organizaciones que sí se preocupan por el tema y que están haciendo todo lo posible para informar al ciudadano sobre los riesgos de este gas. En otras palabras, estas personas están haciendo lo que el Ministerio de Sanidad ya debería haber hecho hace tiempo. Como oye. Increíble pero cierto.
Para que se haga una idea de la situación que estamos viviendo, la directiva que la UE exigió a sus países miembros para poner en marcha un plan nacional de radón data del año 2013. Desde esa fecha el resto de países de la UE sí han elaborado un plan que ya está en marcha y que permite no sólo que el ciudadano esté bien informado sobre el gas radón, sino que además pone a su disposición todas las herramientas disponibles para hacer frente a este peligroso enemigo.
Y mientras, en España, no se ha avanzado nada. Absolutamente nada. Pero, lamentablemente, a esta falta de interés hay que sumar el total desconocimiento que los organismos oficiales parecen tener sobre este tema.
Y es que actualmente ni siquiera existe un documento oficial que indique cuál es el nivel del gas radón en las distintas comunidades, no hay un límite establecido por encima del cual se deberían tomar medidas preventivas (que la UE fija en 300Bq/m3 y la OMS en 100Bq/m3), y tampoco hay un registro del número de fallecidos por cáncer de pulmón a consecuencia de este gas, pese a que desde 1990 se sabe que existe una relación directa entre estos dos factores.
Le invito a que usted mismo haga la prueba: llame al servicio de atención al ciudadano de su ayuntamiento para solicitar los niveles de concentración del gas radón de la zona donde tiene intención de comprar una casa, y que son datos de obligado cumplimiento por parte de los arquitectos y constructores en toda la Unión Europea.
Ya le adelanto lo que le dirán: que no tienen conocimiento de ese registro y que ni siquiera saben en qué medida puede afectar el nivel de ese gas a su vivienda. Y sin embargo afecta tanto que en algunos países como Estados Unidos los niveles de radón influyen directamente en el valor del inmueble, pues el simple hecho de que una casa esté construida sobre suelo granítico (con más riesgo de filtraciones del gas) ya hace que pierda valor.

¿Qué puede hacer usted?.

Comprenderá mi preocupación por este tema. Si las administraciones que están obligadas a elaborar un plan nacional para informar a los ciudadanos sobre este peligroso gas, en la mayoría de los casos ni siquiera saben qué es, ¿cómo van a protegerse los ciudadanos que viven en las zonas de riesgo?.
Afortunadamente, también le traigo noticias alentadoras.
Y es que existen organizaciones que han volcado todos sus conocimientos y ganas para informar sobre este problema.
Una de esas organizaciones es la Fundación para la Salud Geoambiental, que surgió hace diez años con el objetivo de informar al ciudadano sobre aspectos que afectaban a su salud, y que en los últimos dos años se ha centrado en el tema del radón.
Se han conseguido recopilar así todos los registros sobre el radón que existían en España, y que se han plasmado en un mapa increíblemente detallado que permite conocer las zonas en las que existe una mayor concentración de este gas. Hasta ahora sólo existía un mapa que había elaborado el Consejo de Seguridad Nuclear, pero que tan sólo se podía consultar en papel.
En cambio, el nuevo mapa que se ha desarrollado como parte del proyecto “Vive sin radón”, supone la herramienta más completa existente hasta la fecha. Disponible en su web, cualquiera que lo desee puede comprobar si su vivienda se encuentra en una zona de riesgo y en qué grado, y con una precisión asombrosa, ya que el mapa está detallado no sólo por comunidades, sino también por municipios e incluso por calles. Además, se está actualizando constantemente para ofrecer los datos más fiables en todo momento.

Mi vivienda está en una zona de riesgo. ¿Y ahora qué?.

Evidentemente, siendo el gas radón un peligroso enemigo para su salud, al ser cancerígeno, no es cuestión tan sólo de ser consciente de su presencia. Lo importante es ponerle remedio en caso de que exista una alta concentración.
Si ése es su caso, existen numerosas medidas que puede aplicar para reducir al mínimo los riesgos en su vivienda, y evitar así las probabilidades de desarrollar cáncer de pulmón:
  1. Ventilar la casa.
  2. Airear la casa durante al menos dos horas ayuda a que la concentración disminuya. Sin embargo, los expertos dejan claro que no es suficiente, especialmente si en la vivienda ya hay niveles altos, pues esta medida sólo serviría para que disminuyera un poco.
  3. No fumar en casa. El riesgo de padecer cáncer de pulmón por culpa del radón aumenta en las personas que fuman, o incluso en las que lo hicieron en el pasado, debido a la peligrosa combinación del radón con las partículas cancerígenas del tabaco. Para evitar esto, por su propio bien, pero también por el de las personas que viven con usted, lo mejor es fumar fuera de casa o al menos en la terraza.
  4. Sellar todas las fisuras y grietas. Las zonas con mayor concentración de radón son las próximas al suelo, como es el caso de los sótanos y los garajes, pero también en las plantas inferiores. Tanto en suelos como paredes puede haber desperfectos en forma de grietas, que son el camino más rápido para que el gas llegue a cualquier estancia de la casa y acabe en sus pulmones.
  5. Instalar ventiladores o tubos de despresurización del suelo. Aunque requiere de un mayor gasto económico y de tiempo, se trata de una muy buena solución que se está aplicando en todas las viviendas de nueva construcción… de los países que SÍ cuentan con un plan nacional.
Lo prioritario es conocer los niveles exactos de concentración de radón de su vivienda. Puede realizar usted mismo la medición (el precio medio del dispositivo para medir los niveles es de unos 85 euros) y si lo desea puede solicitar el asesoramiento de un servicio técnico de medición. Y si los niveles son elevados, también puede asesorarse sobre la instalación de las medidas necesarias que evitarán que el gas radón siga filtrándose.
Y es que el objetivo a largo plazo es que todos los arquitectos las conozcan para aplicarlas de manera sistemática en todas las viviendas de nueva construcción, y especialmente en las viviendas que ya se encuentran en zonas de riesgo (destacan Galicia, Extremadura y la Sierra Norte de Madrid).
Y mientras esto ocurre en España, en países como Bélgica, por ejemplo, el Gobierno es el encargado de realizar periódicamente mediciones de gas radón, con un gasto aproximado de 30 euros por medición.

Las medidas que ya se están aplicando en otros países.

Los planes nacionales de protección frente al radón ya implantados en el resto de la Unión Europea cuentan con medidas de todo tipo destinadas a la protección de los ciudadanos:
  1. Directivas de protección laboral que exigen la medición anual de los niveles de radón en todos los colegios, viviendas, edificios públicos y centros de trabajo.
  2. Campañas de medición a nivel nacional para concienciar a los ciudadanos de la necesidad de conocer la concentración de radón de su vivienda cada año, y además hacerlo adecuadamente. La medición debe durar al menos tres meses y debe hacerse en los meses de otoño e invierno, pues es cuando es más fácil que haya concentración, al hacer más frío y no abrirse las ventanas.
  3. Páginas webs informativas para que el ciudadano conozca los riesgos de este gas y las medidas que puede aplicar si vive en una zona de riesgo.
  4. Formación de arquitectos para que, al construir las nuevas viviendas, sepan qué medidas antifiltraciones de radón deben instalarse. Se trata de medidas eficaces y muy sencillas de aplicar que sólo requieren una cosa para que funcionen: conocerlas.
Para que se haga una idea, desde que surgió la iniciativa de “Vive sin radón”, la Fundación para la Salud Geoambiental recibe una media de 10 llamadas al día interesadas por este tema, mientras que por parte de los organismos oficiales este número sigue siendo, a día de hoy, de 0.

Día Europeo del Radón.

Con motivo del Día Europeo del Radón, que se celebra el 7 de noviembre, es necesario poner el foco de atención sobre este grave problema para la salud, y al que las autoridades siguen sin concederle la importancia necesaria.
Por ello le ruego que comparta este texto con todos sus familiares y conocidos. De este modo, entre todos podremos hacer frente a este peligroso y silencioso asesino, y que a día de hoy sigue siendo un gran desconocido para la mayoría.

¡A su salud!.
Luis Miguel Oliveiras
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Fuentes empleadas por el autor:

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