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jueves, 15 de septiembre de 2016

Obstáculos para la vida matrimonial

Son muchos los obstáculos en la vida cotidiana del amor conyugal, y que rompen o pueden romper la unidad de la pareja. Analizamos estas dificultades, recordando que la belleza del matrimonio está justamente en el hecho de conseguir hacer vencer el amor sobre las diferencias personales de cada uno.

El amor, cuando vence, suma las divergencias y genera la complementariedad armoniosa.

¿Cuáles son estos problemas?.

1. Mentira. Por pequeña que sea, genera desconfianza hacia el otro, y la falta de confianza, es lógico; genera los celos, y éstos las peleas. Por esto, la pareja no puede permitir la mentira en medio de ella. Tiene las patas cortas.

2. Moda. A todos les gusta ir a la moda. Sin embargo, no tiene sentido que la esposa quiera seguir una moda que su esposo desaprueba, y viceversa. La primera persona a la que tengo que agradar con mi manera de vestir, hablar, etc es aquella con la que estoy casado.

3. Comparaciones. Es, por desgracia, notorio el pésimo hábito que algunos matrimonios de compararse con otros matrimonios. La esposa, muchas veces, quiere que su marido sea como el marido de la vecina, que compre una casa como la de la vecina, un auto como el de la amiga, etc. Al marido, a su vez, le gustaría que su esposa se vistiera como la vecina, que fuese culta como la esposa de su amigo, etc. (Puede parecer una chiquillada pero haberlas haylas).

4. Parientes. La sangre habla muy fuerte dentro de nosotros. A nadie le gusta oír hablar mal de sus padres y de sus hermanos. Esto vale también, y mucho, para el matrimonio. Jamás el marido debe hablar mal de los suegros y cuñados a la esposa, y viceversa. No ofendas a los parientes del otro, porque estás ofendiendo indirectamente a tu pareja.

5. Resentimiento. Cuando se quita la costra de una herida, vuelve a sangrar y a doler. Esto es lo que algunos cónyuges hacen mutuamente. Muchas veces, en un momento de desencuentro, los recuerdos y las ofensas antiguas son vueltos a sacar adrede, reavivando agravios y sufrimientos adormecidos que en realidad nunca sanaron del todo.

6. Falta de respeto. ¡Qué doloroso es presenciar a un marido ofendiendo a su esposa con gritos, malas palabras. ofensas e incluso agresiones físicas!… ¡Qué triste es una esposa ofendiendo al marido!… ¡Un día se juraron amor eterno a los pies del altar!. Fíjate, me caso con la persona que escogí entre todas las que conozco, para construir una vida juntos. ¿Cómo ahora la ofendo y le falto el respeto?.
Voy a dar una receta para que los maridos sean tratados como reyes por sus esposas: "¡traten a sus esposas con toda su dignidad que es la misma que tenemos los hombres!; que sea el trato mutuo tal como a cada cual le guste recibir del otro".

7. Peleas. El matrimonio muchas veces no se comprende porque no asume algunas cosas con claridad y objetividad. Alguien ya dijo que “lo que es asumido no es caro”. Muchas discusiones surgen porque las cosas no están bien definidas, o no hay compromisos asumidos; el amor conyugal no es sólo un sentimiento, es un compromiso también.

8. Dinero. El matrimonio pelea más cuando sobra dinero que cuando falta. Cuando sobra dinero, el matrimonio no se pone de acuerdo sobre la forma de gastarlo. A veces el marido quiere cambiar el auto, pero la esposa quiere cambiar los muebles… y así siempre. Si no hay madurez en el matrimonio, el dinero puede dividirlo de muchas maneras. Todo el dinero del matrimonio, independientemente de quien gana, debería ser colocado en común, ambos opinando y decidiendo sobre su uso.

9. Educación de los hijos. Lo esencial es que el matrimonio sea unánime en la educación, esto es, ambos deben actuar de la misma forma, sin contradecirle en lo que dice y hace con los hijos. Para ello es preciso que el casado sea unido y dialogue mucho, de modo que se encuentre la forma común de llevar a los hijos.

10. Temperamento. Se habla mucho del fracaso de una pareja por “incompatibilidad de caracteres”. En la mayoría, los cónyuges tienen temperamentos diferentes, y es exactamente la armonización de esa diferencia, forjada por el amor vivido cada día, lo que hace bella la vida juntos. No hay temperamento fuerte o difícil que no pueda ser forjado en el fuego del verdadero amor.

11. Falta de delicadeza y reproches. La falta de delicadeza y atención es uno de los puntos tristes en la relación de muchas parejas. Un trato frío y distante revela falta de amor y de unión. Es fundamental que cada uno incentive al otro a ser mejor y haga cumplidos a tiempo.

Es preciso apreciar el esfuerzo que uno hace para agradar al otro. ¡Cuantas mujeres se quejan de que el marido no nota y no elogia su nuevo peinado, o su vestido nuevo, (por poner ejemplos que pueden parecer "sin importancia" pero que denotan "falta de sensibilidad y reconocimiento"), etc.!.
Peor aún que la falta de atención es el reproche. Muchas veces, uno menosprecia y humilla al otro con críticas pesadas. Lo peor de todo es que esos reproches, no raramente, son hechas en presencia de otras personas.
Es necesario cambiar las actitudes de reprobación por palabras de aprobación e incentivo. La desaprobación y la crítica ácida son peores que la agresión física. Muchos tienen el hábito de notar sólo lo que el otro tiene de negativo, en lugar de enaltecer y agradecer a Dios por lo que el otro tiene de bueno. Nunca critiques a tu esposa, o a tu marido, sin antes recordar una de sus cualidades. Recuerda: las personas reaccionan mejor al elogio que al reproche.
Dos frases de oro en el matrimonio son: “Perdóname” y “Te quiero”. Si supiéramos pedir perdón y perdonar, seríamos más felices. Además, es preciso también expresar en palabras el amor al otro. ¡Y qué difícil es para muchos!. Especialmente para los maridos; a los varones -en general- les pesa mucho el apuro de "dejar escapar los sentimientos y expresarlos abiertamente".

12. Apariencia física. Una de las razones que enfrían la relación de pareja es el descuido de la propia apariencia. A nadie le gusta llegar a casa y encontrar a su pareja desaliñada, mal vestida, etc. La mala apariencia complica la relación. Hay mujeres y hombres que cuidan bien la casa, los niños, pero se olvidan de sí mismas/os; viven desarregladas/os. También está el o la cónyuge que no busca complacer a su esposa o esposo cuidando su propia presentación.

13. Reclamación y autocompasión. Muchas personas son exageradamente hoscas, reclaman de todo y a todos, nunca están satisfechas con la vida. En verdad, el problema está dentro de ellas y no fuera. Son llenas de autocompasión, autoestima mal formada, que se consideran víctimas de todo. En el matrimonio, esto es una tragedia. Nadie soporta vivir con una persona desagradable, siempre protestando. Este comportamiento agría cualquier relación e impide el crecimiento del matrimonio.

PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O PROFUNDIZAR:
PARA LA REFLEXIÓN EN FAMILIA:
Cada uno de los cónyuges por separado pensemos en estas cuestiones:
  • ¿Qué pros y contras hallo en mi relación con mi pareja?.
  • De los "contras" detectados ¿cuáles tienen que ver especialmente conmigo?, ¿cuáles más con mi pareja que conmigo? y ¿cuáles a partes iguales?.
  • ¿En qué puedo colaborar para que estas dificultades se puedan superar para bien de los dos?.
  • ¿Qué ayudas necesito de mi pareja para poder desarrollar mejor la parte que me toca?.
  • ¿Qué puedo aportar a mi pareja para que ella pueda resolver mejor su parte?.
Los dos cónyuges juntos ponen en común las respuestas a las cuestiones personales:
  1. las contrastan para descubrir las diferentes perspectivas, coincidencias y divergencias,
  2. dialogan sobre ellas para llegar conjuntamente a un diagnóstico compartido sobre su realidad,
  3. se plantean compromisos (en hechos y actitudes) de común acuerdo para afrontar esas dificultades,
  4. se aportan ayuda-colaboración mutua para que cada cual pueda cumplir mejor su cometido,
  5. acuerdan volver a hablar de esto en una fecha pactada por ambos en la que:
    • vean avances, estancamientos y retrocesos,
    • analicen las causas de todo ello,
    • busquen alternativas para reforzar lo conseguido y cambiar en otras cosas para lograr la mejoría que ambos desean.

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