A menudo, a poco que pongamos atención a lo que la gente nos dice bien presencialmente o a través de diversos medios (redes sociales, teléfono, correo electrónico,…) descubrimos
infinidad de quejas:
Unos se quejan del gobierno, otros de la oposición, algunos se quejan de la Iglesia, de la parroquia,… otros de los anticlericales,… unos se quejan de sus trabajos, otros de la ausencia de oportunidades para hallar un empleo remunerado,…
¡Todos éstos tienen mil razones para estar descontentos y, por lo tanto, para estar pataleando todos los días del año!. ¿Qué le vamos a hacer?.
Termina un ciclo, ¿empezará otro?.
El año nuevo no será nuevo si mantenemos las mismas actitudes negativas del año en el que estamos. El año nuevo no será muy feliz sólo porque cambie un dígito de su numeración sino cuando hagamos para que realmente lo sea. Todo está en nuestras manos, todo está en nosotros o, al menos, la mayoría de su resultado; no podemos controlar lo que nos llegue desde el exterior pero sí podemos tomar las riendas de nuestra respuesta y actuar de modo más constructivo, más positivo para nosotros mismos y nuestro entorno.
Así que no va a empezar ningún ciclo nuevo si no hacemos nuevas nuestras maneras de responder a lo que la cotidianidad nos presente. O como dice el dicho: “Si quieres resultados diferentes a los que observas empieza por hacer las cosas de una manera diferente, porque si haces las cosas como siempre tendrás como resultado lo mismo de siempre”.
Hacer balance.
Vamos a sentarnos, tomemos un café (o unas infusiones, o nada… pero paremos un rato) y echémosle un vistazo a nuestro 2020. No a lo que nos ha pasado en él sino a lo que hemos hecho en él. ¿Nos gusta el resultado?.
¿Qué elementos positivos destacaríamos?, ¿qué hizo posible haber llegado a esta valoración?, ¿qué podríamos hacer para reforzar e incluso ampliar ese bien que hemos construido?.
¿Cuáles observamos que han sido negativos?, ¿por qué pensamos que han sido negativos?, ¿cuáles han sido sus causas?. ¿Cómo podríamos haber evitado este balance negativo en relación con esos elementos?, ¿qué nos faltó, qué nos sobró,…?.
Sería más que bueno que cada cual se hiciera este examen con serenidad, con ganas de hacerse un bien a sí mismo/a y luego, si puede ser, lo contrastemos con quienes tengan algo que ver con esos elementos positivos y negativos, dialoguemos, debatamos, nos escuchemos con humildad, razonemos, reflexionemos,… y lleguemos a conclusiones que puedan tomarse como una buena base sobre la cual construir a partir de ya “lo que queremos para nuestra vida”. Pensemos sobre todo en nuestra familia.
La vida sigue.
“No importa el punto en el que estamos, lo importante es la dirección en la cual nos movemos”.
Aquí estamos, somos ahora, nos hallamos en el principio del resto de nuestra vida para hacer con y en ella lo que de verdad anhelamos. ¿Qué queremos para nosotros, para nuestras vidas y las de quienes con nosotros están?, ¿cómo deseamos sentirnos?, ¿qué haremos para lograr eso que tanto nos ilusiona?, ¿por dónde empezar?. ¿Cómo organizarnos para conseguirlo de la mejor manera posible?.
Ya no es tiempo para lamentos, culpar a nadie ni autoflagelarnos con los errores cometidos. Se trata ahora de asumir nuestra realidad presente pero mirando hacia las metas que queremos alcanzar. Ahí es donde hemos de centrar toda nuestra atención.
En equipo.
Empecemos por nuestra propia familia, planteémonos esas cuestiones del punto anterior, las dialoguemos y lleguemos a conclusiones en las cuales estemos ambos de acuerdo.
Inclusive si partimos de una separación o divorcio ya que aunque no me entienda con mi ex… no por ello hemos dejado de ser familia: tenemos unos hijos en común y ellos se merecen tanto respeto y tanto amor que como mínimo hemos de saber ponernos de acuerdo por el bien de ellos, aparcando nuestras diferencias y también mezquindades, aparquemos nuestros egos y busquemos esa comunicación franca y abierta no sólo por nuestro bien sino también y sobre todo por el de los hijos (dicho sea de paso, aunque eso no signifique recobrar aquella relación de pareja que se perdió, de seguro sí nos hará sentir orgullosos de que nuestros hijos valoren ese esfuerzo que hacemos por entendernos al menos en esto).
Hagamos esto también en nuestros ambientes laborales, de compromiso voluntario en tal o cual ONG, en nuestros ámbitos de militancia social o política, eclesial, cultural, deportiva,…
¿No te gustó lo que hizo el gobierno o la oposición en este año que termina?, ¿tienes propuestas al respecto?,… ¡entra en un partido político, en un sindicato, en una asociación de vecinos,…expresa allí tus propuestas, actúa coherentemente con lo que crees que debe ser para que este país avance!.
¿Deja que desear lo que la Iglesia local, la parroquia de tu barrio, hizo en este año 2020?, ¿puede mejorar en algo o en mucho?... ¡anímate a acercarte a ella!, participa de su vida, aporta tu crítica constructiva, haz escuchar tus propuestas, comprométete en arrimar el hombro para materializarlas,…
¿Responde el colegio donde llevas a tus hijos a tus expectativas?, ¿sí?, ¿no?... ¿en qué podrías implicarte para que sea posible un cambio para mejor?. Ahí tienes a su directiva, a los tutores de tus hijos, a los especialistas, a la Asociación de Padres y Madres de Alumnos,… nadie en ese colegio es imprescindible pero ¡TODOS y TODAS son necesarios e importantes, todos construyen!.
…
Y así en todo.
¿Quieres que las cosas cambien?, ¡PARTICIPA!.
Termina un ciclo, ¿empezará otro?.
El año nuevo no será nuevo si mantenemos las mismas actitudes negativas del año en el que estamos. El año nuevo no será muy feliz sólo porque cambie un dígito de su numeración sino cuando hagamos para que realmente lo sea. Todo está en nuestras manos, todo está en nosotros o, al menos, la mayoría de su resultado; no podemos controlar lo que nos llegue desde el exterior pero sí podemos tomar las riendas de nuestra respuesta y actuar de modo más constructivo, más positivo para nosotros mismos y nuestro entorno.
Así que no va a empezar ningún ciclo nuevo si no hacemos nuevas nuestras maneras de responder a lo que la cotidianidad nos presente. O como dice el dicho: “Si quieres resultados diferentes a los que observas empieza por hacer las cosas de una manera diferente, porque si haces las cosas como siempre tendrás como resultado lo mismo de siempre”.
Hacer balance.
Vamos a sentarnos, tomemos un café (o unas infusiones, o nada… pero paremos un rato) y echémosle un vistazo a nuestro 2020. No a lo que nos ha pasado en él sino a lo que hemos hecho en él. ¿Nos gusta el resultado?.
¿Qué elementos positivos destacaríamos?, ¿qué hizo posible haber llegado a esta valoración?, ¿qué podríamos hacer para reforzar e incluso ampliar ese bien que hemos construido?.
¿Cuáles observamos que han sido negativos?, ¿por qué pensamos que han sido negativos?, ¿cuáles han sido sus causas?. ¿Cómo podríamos haber evitado este balance negativo en relación con esos elementos?, ¿qué nos faltó, qué nos sobró,…?.
Sería más que bueno que cada cual se hiciera este examen con serenidad, con ganas de hacerse un bien a sí mismo/a y luego, si puede ser, lo contrastemos con quienes tengan algo que ver con esos elementos positivos y negativos, dialoguemos, debatamos, nos escuchemos con humildad, razonemos, reflexionemos,… y lleguemos a conclusiones que puedan tomarse como una buena base sobre la cual construir a partir de ya “lo que queremos para nuestra vida”. Pensemos sobre todo en nuestra familia.
La vida sigue.
“No importa el punto en el que estamos, lo importante es la dirección en la cual nos movemos”.
Aquí estamos, somos ahora, nos hallamos en el principio del resto de nuestra vida para hacer con y en ella lo que de verdad anhelamos. ¿Qué queremos para nosotros, para nuestras vidas y las de quienes con nosotros están?, ¿cómo deseamos sentirnos?, ¿qué haremos para lograr eso que tanto nos ilusiona?, ¿por dónde empezar?. ¿Cómo organizarnos para conseguirlo de la mejor manera posible?.
Ya no es tiempo para lamentos, culpar a nadie ni autoflagelarnos con los errores cometidos. Se trata ahora de asumir nuestra realidad presente pero mirando hacia las metas que queremos alcanzar. Ahí es donde hemos de centrar toda nuestra atención.
En equipo.
Empecemos por nuestra propia familia, planteémonos esas cuestiones del punto anterior, las dialoguemos y lleguemos a conclusiones en las cuales estemos ambos de acuerdo.
Inclusive si partimos de una separación o divorcio ya que aunque no me entienda con mi ex… no por ello hemos dejado de ser familia: tenemos unos hijos en común y ellos se merecen tanto respeto y tanto amor que como mínimo hemos de saber ponernos de acuerdo por el bien de ellos, aparcando nuestras diferencias y también mezquindades, aparquemos nuestros egos y busquemos esa comunicación franca y abierta no sólo por nuestro bien sino también y sobre todo por el de los hijos (dicho sea de paso, aunque eso no signifique recobrar aquella relación de pareja que se perdió, de seguro sí nos hará sentir orgullosos de que nuestros hijos valoren ese esfuerzo que hacemos por entendernos al menos en esto).
Hagamos esto también en nuestros ambientes laborales, de compromiso voluntario en tal o cual ONG, en nuestros ámbitos de militancia social o política, eclesial, cultural, deportiva,…
¿No te gustó lo que hizo el gobierno o la oposición en este año que termina?, ¿tienes propuestas al respecto?,… ¡entra en un partido político, en un sindicato, en una asociación de vecinos,…expresa allí tus propuestas, actúa coherentemente con lo que crees que debe ser para que este país avance!.
¿Deja que desear lo que la Iglesia local, la parroquia de tu barrio, hizo en este año 2020?, ¿puede mejorar en algo o en mucho?... ¡anímate a acercarte a ella!, participa de su vida, aporta tu crítica constructiva, haz escuchar tus propuestas, comprométete en arrimar el hombro para materializarlas,…
¿Responde el colegio donde llevas a tus hijos a tus expectativas?, ¿sí?, ¿no?... ¿en qué podrías implicarte para que sea posible un cambio para mejor?. Ahí tienes a su directiva, a los tutores de tus hijos, a los especialistas, a la Asociación de Padres y Madres de Alumnos,… nadie en ese colegio es imprescindible pero ¡TODOS y TODAS son necesarios e importantes, todos construyen!.
…
Y así en todo.
¿Quieres que las cosas cambien?, ¡PARTICIPA!.
Santi Catalán
PARA LA REFLEXIÓN Y DIÁLOGO EN FAMILIA:
- ¿Qué conclusiones obtenemos tras la lectura de este artículo y de los enlaces para ampliar?. ¿En qué resumiríamos todo?.
- En una escala de 0 a 10 (en el que 0 es "nada implicado" y 10 "implicado al 100%") ¿cómo puntuarías tu grado de implicación en cada uno de estos espacios: vida familiar, laboral, político, eclesial, social (AA.VV., ONGs,...)?.
- ¿Te parece importante participar al menos en alguna plataforma, entidad o actividades que puedan ayudar a mejorar nuestro mundo?, ¿por qué?, ¿para qué?.
- ¿Cómo podemos en nuestra familia crecer en esa implicación y organizarnos para no desatender el primer compromiso que es nuestra propia familia?.
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