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lunes, 6 de agosto de 2018

¿Tos?, ¿dolor de garganta?

Tres remedios que dejarán K.O. a los virus.
La bronquitis aguda no es una enfermedad peligrosa (excepto, claro está, en casos de riesgo como en pacientes ancianos, con EPOC, con enfermedades cardiovasculares, etc.). Sin embargo, provoca una tos dolorosa y un dolor de garganta horrible. Cuando aparece, uno se siente cansado, febril y con la voz ronca, y también sufre dolor de cabeza y tiene flemas que incluso pueden adoptar una tonalidad oscura.

No debe confundirse con la bronquitis crónica, que es una inflamación permanente o al menos muy habitual y por lo general provocada por el tabaco. Entraña una tos con mucosidad muy característica, que precisamente recibe el nombre de “tos de fumador”.
La mayoría de las veces (un 95% de los casos) son los rinovirus los que provocan la bronquitis aguda.
Virus de este tipo infectan a las personas adultas entre una y dos veces cada año de media, especialmente a quienes frecuentan aglomeraciones de gente.
Aunque no es grave, lo más sensato es favorecer -y sobre todo acelerar- la curación a través de los medios naturales que tenemos a nuestro alcance.

Cómo se desarrolla la bronquitis aguda.

Los rinovirus, la causa más común de bronquitis aguda, viven en la nariz, como su propio nombre indica (“rhino” es una palabra griega que significa nariz, como puede verse en términos como otorrino o rinoceronte, entre otras).
Este virus se reproduce en la nariz y desciende por la garganta y la tráquea hasta llegar a los bronquios, que reaccionan inflamándose. En ese punto las mucosas se inflaman y se enrojecen, y las células caliciformes fabrican moco.
Con la tos el organismo expulsa poco a poco ese moco, y con él se eliminan también productos de la inflamación, células muertas y antígenos (microbios) destruidos por el sistema inmunitario.
Una bronquitis aguda dura en principio una semana y puede tratarse con soluciones totalmente naturales. No obstante, hay que visitar al médico si la respiración se complica tanto que se llega a tener la impresión de que falta el aire, si se tose sangre, si la fiebre supera los 39º C o si los síntomas no mejoran después de siete días.

Qué es lo que hace la medicina convencional contra la bronquitis.

Lo primero es empezar siempre por auscultar los pulmones con un estetoscopio. Si efectivamente se trata de una bronquitis su médico escuchará ruidos ásperos, tanto en la inspiración como en la espiración, provocados por las secreciones de moco en los bronquios. Este característico ruido tiene incluso un nombre específico: roncus.
En la medicina convencional se le prescribirían entonces antitusivos para calmar la tos, analgésicos (paracetamol, aspirina…) para disminuir los dolores y la fiebre, expectorantes para fluidificar las secreciones bronquiales y tal vez antibióticos para combatir posibles infecciones.
Pero, ¡ojo!: La fiebre es una reacción de defensa natural contra los virus. Cuando la temperatura del cuerpo aumenta, la velocidad de reproducción de los virus (es decir, su virulencia) disminuye. A 40º C la mayoría de los virus dejan de reproducirse por completo, y es entonces cuando al cuerpo le resulta más fácil librarse de ellos definitivamente. Por tanto, haciendo bajar la fiebre también nos arriesgamos a facilitar de nuevo la proliferación vírica.
Por su parte, la tos también es un mecanismo útil -e incluso vital- para expulsar de los pulmones las sustancias nocivas y peligrosas. Hay que ser muy prudente a la hora de cortar la tos con medicamentos, ya que hay medicamentos que funcionan bloqueando el acto reflejo de toser a nivel cerebral. No se debe dejar que el moco y los gérmenes se acumulen en los pulmones, pues se favorecería la proliferación bacteriana y se corre el riesgo de desarrollar una peligrosa neumonía.
Respecto a los antibióticos hay que ser muy claros: no valen para absolutamente nada en caso de bronquitis vírica y deben reservarse para las bronquitis de origen bacteriano.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Richmond (EEUU) publicado en 2006, sólo el 5% de las bronquitis tienen un componente bacteriano y necesitarían ser tratadas con antibióticos.
Los antibióticos matan a las bacterias y las levaduras, pero nunca a los virus. La diferencia entre unos y otros es que las bacterias son organismos vivos en sí mismos, mientras que los virus son pequeñas entidades biológicas que no pueden existir fuera de las células a las que colonizan.
En caso de que su médico le prescriba antibióticos para tratar una bronquitis, mi consejo es que trate de confirmar con él si su origen es, efectivamente, bacteriano. Asimismo, no insista para que le prescriba antibióticos cuando él no lo considere.
Y es que tomar antibióticos en caso de bronquitis vírica no hará otra cosa más que retrasar la curación, ya que además los antibióticos dañan el sistema inmunitario destruyendo la flora intestinal protectora.
Por el contrario, no dude en tomar acetilcisteína si se lo prescriben como fluidificante y expectorante.
La acetilcisteína es un derivado aminoácido que estimula la producción de glutatión, el antioxidante natural más potente del organismo. De hecho, yo suelo recomendar acetilcisteína como complemento para estimular el sistema inmunitario. Además, fluidificar las secreciones para expulsarlas mejor evita que se irriten las mucosas.
Dicho esto, debe saber que se puede plantar cara a la bronquitis de forma contundente y totalmente natural. Y por eso hoy le traigo varias de las mejores soluciones a su alcance, entre ellas algunas recetas de remedios que podrá preparar en su propia casa.

Beba dos litros de agua al día.

Para empezar, y sin duda su médico se lo habrá recomendado en más de una ocasión, es muy importante que beba dos litros al día, ya sea a través de agua, de tés o de tisanas.
Cuanto más hidratado esté, más fácilmente expulsará las secreciones bronquiales, ya que serán menos pegajosas.
Además, beber líquido caliente alivia tanto la garganta como los bronquios, de ahí que sea bueno apostar por las infusiones. El eucalipto, el anís, el hinojo, el regaliz, el hisopo, la mirra, el saúco, la verbena y el tomillo son plantas particularmente indicadas para tomar en tisana en caso de bronquitis, ya que tienen notables efectos expectorantes.
Pero, tal y como va a ver, también puede actuar de forma aún más directa.

Aproveche todo el potencial del tomillo.

El tomillo funciona no sólo como fluidificante, sino también como antiinflamatorio.
Las inhalaciones de tomillo disuelven el moco y estimulan la expectoración. Si quiere probarlo sólo tiene que poner unas cuantas gotas de aceite esencial detomillo en un gran bol de agua muy caliente o preparar una infusión de ramitas de tomillo en un poco de agua que acabe de arrancar a hervir. Cúbrase la cabeza con una toalla para impedir que el vapor se escape mientras inhala la preparación durante 15 minutos.
No obstante, también existe otro preparado especial antibronquitis a base de tomillo que podrá preparar en su propia casa y que le resultará de lo más eficaz. Esta es la receta:
  1. Mezcle 30 g de tomillo (Thymus vulgaris),15 g de llantén menor (Plantago lanceolata, también conocido como siete venas) seco y 10 g de raíz de regaliz (Glycyrrhiza glabra, que podrá adquirir en establecimientos especializados).
  2. A continuación vierta sobre la mezcla de hierbas un litro de agua que acabe de romper a hervir y deje en infusión 10 minutos antes de filtrar.
  3. Beba una taza tres veces al día.
Rábano negro y capuchina contra la multiplicación de los virus.

Además de actuar sobre los síntomas, es importante combatir el virus desde el mismo origen de la bronquitis. Y para ello también hay sustancias naturales que pueden servir de ayuda.
El aceite de mostaza es un antibiótico natural que puede combatir las bacterias y también los virus, impidiendo que se multipliquen. Es un producto que encontrará en el rábano negro (también conocido como rábano picante o remolacha negra de invierno) y en las capuchinas.
Y es que en realidad se trata de un glucosinolato, es decir, un componente característico de las plantas de la familia de las crucíferas (entre las que, además del rábano, se encuentra la col, por ejemplo) y de las tropaeoláceas (la familia a la que pertenecen las capuchinas).
Investigadores del Instituto de Medicina Medioambiental e Higiene Hospitalaria de Friburgo (Alemania) descubrieron en 2005 que el aceite de mostaza derivado del rábano picante y de la capuchina actúa contra el conjunto de los 13 gérmenes patógenos (es decir, origen de enfermedades) que habían sido testados. Los investigadores demostraron, entre otras acciones, su eficacia contra los rinovirus, la causa más frecuente de bronquitis aguda.
Estas son las mejores formas que yo conozco para usar el rábano negro (picante) como remedio antibronquitis:
  1. Cojín de rábano picante: Ralle un rábano negro muy fino y extiéndalo sobre un paño de algodón que doblará por las esquinas, como si quisiese hacer con él un cojín. Acuéstese boca arriba y coloque el paño con el contenido sobre el pecho, encima de la zona en la que nota los bronquios inflamados, unos 10 minutos. ¡Ojo! Si siente que le quema demasiado, retírelo antes.
  2. Miel de rábano picante: Mezcle 1 cucharada sopera de rábano picante recién rallado con 3 cucharadas soperas de miel y déjelo reposar unas cuantas horas. Tome una cucharadita de la mezcla 3 veces al día, hasta que disminuya la inflamación, y manteniendo siempre su contenido en la boca un instante antes de tragarlo.
Si esto no es suficiente.

Si todo esto no fuese suficiente puede adquirir en una tienda “bio” especializada papaína y bromelaína (también conocida como bromelina).
Se trata de dos enzimas capaces de destruir las proteínas inflamatorias y de estimular las células del sistema inmunitario encargadas de atacar a los microbios, los virus y los restos de células muertas.
Al mismo tiempo, alivian las mucosas inflamadas y neutralizan la tos seca, irritante y dolorosa. Elija comprimidos gastrorresistentes (capaces de resistir a la acidez del estómago), condición indispensable para que sean realmente eficaces.
Si no tiene fiebre, puede también probar a “irradiarse” los bronquios una vez al día con una lámpara de infrarrojos (no provoca ninguna radiación radiactiva ni peligrosa).
Exponga su pecho a la lámpara de infrarrojos caliente y a una distancia de un metro durante un cuarto de hora. Eso hará disminuir más rápido la inflamación.

¡A su salud!.

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