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martes, 29 de mayo de 2018

Artrosis: cómo frenarla e incluso revertirla

A partir de los 50 años la artrosis es el problema de las articulaciones más frecuente. En nuestro país afecta al 15% de la población, lo que supone nada menos que 7 millones de personas.
Todo comienza una mañana, nada más levantarse. Siente rigidez en una articulación; una especie de punta de acero se hunde en su cadera, su espalda o su rodilla al tratar de bajar las escaleras.
Algunos de sus mejores sueños se evaporan drásticamente: salir de viaje tranquilo, jugar en el jardín con sus nietos o simplemente realizar alguna actividad manual como bricolaje o pasear por el barrio sin sentir ese dolor palpitante que irradia todo su cuerpo y que parece que le empuja sin cesar.
La artrosis también puede afectar al codo, la muñeca, los dedos, la columna vertebral
El dolor se despierta con sólo presionar levemente la articulación con el dedo, y poco a poco ésta va perdiendo flexibilidad. Las articulaciones se enrojecen, se calientan, se hinchan y a veces incluso se deforman. Y al menor cambio de temperatura, el dolor empeora.
Una muestra de la gravedad de la situación es que el 76% de las personas tratadas con medicamentos para la artrosis consideran sus dolores “incapacitantes”.


En las profundidades de su cartílago se gesta la catástrofe.

Que el 76% de las personas tratadas sufran dolores incapacitantes significa que los tratamientos médicos que se administran contra la artrosis son a todas luces ineficaces.
Pero hay algo peor: numerosos estudios han demostrado que los analgésicos contra la artrosis agravan la situación, acelerando la degradación del cartílago.
En un primer momento, cuando empieza a tomar la medicación, el paciente siente que está mejorando. Y está tranquilo porque el medicamento enmascara el dolor. Pero se trata de una peligrosa ilusión.
En las profundidades de su cartílago, de sus huesos y de sus tendones se está gestando una catástrofe…
Médicos de Oslo (Noruega) han realizado un seguimiento a 186 pacientes que sufrían artrosis de cadera. De ellos, 58 tomaron un medicamento contra la inflamación y el dolor, en concreto un antiinflamatorio no esteroideo (AINE). Gracias a los rayos X se dieron cuenta de que las personas que tomaban ese medicamento sufrían un deterioro mucho más rápido de la cadera que los que no lo tomaban.
El Dr. Antonio López Vaz, del Hospital de Oporto (Portugal), ha estudiado a un grupo de 48 pacientes que sufrían artrosis de rodilla. Dividió el grupo en dos, dando al primer grupo cada día y durante ocho semanas 1,5 g de glucosamina (un producto natural sobre el que volveré más adelante), y 1,2 g de ibuprofeno (también un antiinflamatorio no esteroideo -AINE-) al otro.
Al principio, las personas que tomaban ibuprofeno vieron disminuir sus dolores más rápidamente que el resto, y esa impresión persistió durante las dos primeras semanas.
Sin embargo, al cabo de ocho semanas no sólo los dolores habían vuelto a agravarse, sino que ahora ¡eran “significativamente más fuertes” que los del grupo que había tomado glucosamina (el producto natural)!.
Y aquél no fue el fin de sus pesadillas.

Agujeros en el estómago que sangran.

El ibuprofeno, como el resto de AINEs, puede ser extremadamente peligroso si se toma durante mucho tiempo.
Utilizados de forma continuada, los AINEs provocan sangrados gástricos debido a que producen ulceraciones en la pared del estómago y el intestino.
Y no es un efecto secundario raro, sino una consecuencia frecuente. Miles de personas cada año se ven afectadas por este problema en nuestro país, y con graves efectos secundarios.
La artrosis no es como un resfriado o una pierna rota. No es un problema de salud temporal. Y por eso no se trata de aliviarlo en unos pocos días o semanas.
Lo importante es que ni en 6 meses ni en 2 ó 10 años usted acabe en una silla de ruedas o inmovilizado sobre la cama de un hospital.

Soluciones naturales y eficaces contra la artrosis.

Por suerte existen tratamientos naturales y sin efectos indeseables contra la artrosis. No se trata de ninguna solución milagrosa (como de hecho tampoco lo son los medicamentos) pero, a diferencia de los fármacos químicos, permiten:
  1. Reducir significativamente los dolores causados por la artrosis.
  2. Reducir significativamente las secuelas de la artrosis.
  3. Contribuir a que vuelva a crecer el cartílago, un efecto que no podría esperar de ningún medicamento químico (más bien todo lo contrario, tal y como ha visto más arriba, ya que los medicamentos más usados para combatir la artrosis, los AINEs, aceleran la destrucción del cartílago).
La verdadera causa de la artrosis (descubierta recientemente).

Tal y como explica el Dr. Curtay, la artrosis es un problema articular que desde hace tiempo se atribuye al uso del cartílago, que es la sustancia blanca y ligeramente elástica que recubre las extremidades de sus huesos y que les permite resbalar unos sobre otros sin que esa fricción resulte dolorosa, así como amortiguar los golpes.
Sin embargo, hace 15 años unos investigadores americanos se dieron cuenta de que la artrosis no está causada por eso. De hecho, si ese fuera el caso, los deportistas estarían mucho más afectados por esta dolencia que el resto de la población, cuando en realidad sucede lo contrario.
El origen real del problema es que las células del cartílago se vuelven “locas”.
Normalmente el cartílago está en constante renovación, y usted posee para ello unas células especiales llamadas condrocitos. Éstas “digieren” constantemente el viejo cartílago y fabrican lo que podríamos denominar “ladrillos” con los que construir nuevo cartílago y mantenerlo suficientemente grueso, elástico, irrigado y, por tanto, con capacidad protectora. 
En definitiva, los condrocitos son las células esenciales que le ayudan a deshacerse de su viejo cartílago y le proporcionan lo necesario para producir cartílago nuevo. Es gracias a ello que sus articulaciones pueden permanecer flexibles y elásticas durante décadas.
Pero si los condrocitos son maltratados, enloquecen, por decirlo de alguna forma, y verá que las consecuencias de ello son terribles.
Antes de abordar estas malas noticias, debo indicarle cómo puede cuidar de sus condrocitos, lo cual también es aplicable a los casos en los que la artrosis ya ha comenzado a desarrollarse.

Cómo puede cuidar a sus condrocitos.

Para evitar que la artrosis se desencadene o se agrave hay que cuidar la salud de los condrocitos. Para ello, usted debe:
  1. Darles oxígeno y los nutrientes que necesitan para vivir y desarrollar su trabajo de regeneración del cartílago.
  2. Protegerlos de las agresiones exteriores. Los condrocitos detestan recibir golpes fuertes, así como las sustancias inflamatorias (las citoquinas, los leucotrienos…). Por eso, cuando una inflamación se instala en el cuerpo de forma permanente (debido por ejemplo a una intolerancia alimentaria, a la obesidad o a un estilo de vida insano), los condrocitos corren el riesgo de enfermar y volverse locos, dejando de cumplir su función.
Nutrir bien a los condrocitos.

Hay que comenzar por la alimentación. Los condrocitos se encuentran en el cartílago, el cual tiene una particularidad: que no está irrigado por los vasos sanguíneos.
Eso quiere decir que las células del cartílago no reciben oxígeno ni nutrientes por la sangre, como sí les ocurre a las demás células del cuerpo. Su alimento se encuentra en el líquido sinovial, una sustancia que se asemeja a la clara de huevo y con la cual baña la articulación.
Para oxigenar y nutrir sus condrocitos, usted debe hacer penetrar su líquido sinovial en el cartílago. Y para ello es necesario que se mueva con regularidad.
El cartílago es un tanto esponjoso, y cada vez que se le presiona un poco de líquido sinovial circula por dentro y por fuera. Y así es cómo sus condrocitos se nutren y se oxigenan.
Los problemas comienzan cuando:
  1. Nos movemos poco. Pasar demasiado tiempo sentado viendo la televisión, llevar a cabo un trabajo sedentario, ir de un lado a otro siempre en coche… La consecuencia de ello es que exigimos demasiado poco a nuestras articulaciones, y a nuestros condrocitos les falta oxígeno y alimento. Por ello se debilitan y, finalmente, terminan enfermando.
  2. Comprimimos demasiado nuestro cartílago. Las personas con sobrepeso asfixian su cartílago. Como una esponja mullida sobre la que apoyamos un grueso diccionario, nuestro cartílago se ve aplastado y expulsa todo el líquido sinovial. En ese caso los condrocitos también sufren falta de oxígeno y alimento y corren el riesgo de enfermar.
Estas son las razones por las que es tan importante, para prevenir la artrosis, hacer ejercicio físico moderado con frecuencia y mantenerse lo más próximo posible al peso ideal de cada uno.
Pero eso no basta. También hay que evitar los golpes y cualquier tipo de inflamación crónica.

Proteger a los condrocitos de los golpes y la inflamación.

Nuestro cartílago está ahí para “encajar” las frecuentes presiones que reciben las articulaciones. Usted puede saltar, correr y bailar sin ningún miedo a dañarlo, sino más bien al contrario.
No obstante, el cartílago no está hecho para recibir golpes demasiado violentos. En caso de esguince o de caída practicando esquí, fútbol o rugby, de accidente de coche, de bicicleta o de patines, por ejemplo, un gran golpe daña notablemente el cartílago.
También en ese caso los condrocitos sufren y pueden acabar enfermos.
Es por ello que las personas que en su juventud han sufrido un accidente de este tipo tienen un riesgo elevado de sufrir artrosis. Y es especialmente importante que sigan los consejos contra la artrosis.
Por otra parte, los condrocitos son muy vulnerables a las sustancias inflamatorias, que también los hacen enfermar. Por lo tanto, una intolerancia alimenticia, el exceso de peso, los malos hábitos de vida, el estrés crónico y cualquier otra causa que provoque una inflamación crónica en el organismo puede afectar muy negativamente a los condrocitos.
A todo ello se suma que, a medida que envejecemos, la actividad de nuestros condrocitos disminuye notablemente.
Todos estos fenómenos son graves. Mucho más graves que el simple dolor pasajero que provocan al principio.

El terrible secreto de los condrocitos que “enloquecen”.

Un condrocito que ha dejado de cumplir su función reparadora del cartílago no sólo deja de hacer su trabajo, sino que también:
  1. Mata a otros condrocitos.
  2. Ataca a las células sanas del cartílago.
  3. Impide que los nuevos “ladrillos” del cartílago sean fabricados y colocados.
Esa es la terrible verdad. Por más chocante que pueda parecer, los condrocitos, células normalmente programadas para renovar el cartílago, empiezan a hacer lo contrario cuando se vuelven locas: destruyen el cartílago existente e impiden que el nuevo se forme.
Y ahí arranca, como ya está viendo, un terrible círculo vicioso: cuanto más se agrave su artrosis, más inflamación tendrá. Y cuanta más inflamación tenga, más enfermos estarán sus condrocitos, que a su vez seguirán agravando su artrosis.

Un error que no debe cometer.

Ahora seguro que comprende cómo de grave es el error de tomar analgésicos para combatir la artrosis. Y es que éstos, al enmascarar el dolor, le impedirán sentir el grave problema que se está produciendo en sus articulaciones.
Pero, día a tras día, el desgaste continúa. Y cuanto más tiempo pase más condrocitos locos dañarán sus cartílagos, vertiendo sustancias inflamatorias y acelerando su destrucción.
Y pronto se verán afectadas las demás partes de la articulación: los tendones, los huesos, el propio líquido sinovial (que en otro tiempo permitía lubricar la articulación) se inflaman por el efecto de las sustancias inflamatorias concentradas en la zona. De ahí que el enrojecimiento, la hinchazón y el dolor terminen por ser paralizantes.
La artrosis no es un problemilla más, sino que es una enfermedad muy dolorosa e incapacitante. Debería hacer todo lo que esté en su mano para prevenirla o controlarla en caso de que ya haya aparecido.

Desafíos considerables para su futuro.

Ojalá estuviera exagerando, pero es que los condrocitos enfermos pueden provocar problemas muy serios:
Destruyendo el cartílago existente, lejos de lo que sería su función normal de deshacerse únicamente del viejo cartílago (incluso atacan a las células nuevas y sanas). Lo hacen segregando metaloproteinasas.
Impidiendo la formación de nuevos "ladrillos" (es decir, colágeno y proteoglicanos) con los que renovar el cartílago.
Atacando las demás partes de la articulación (tendones, huesos, líquido sinovial…), lo que ocurre al producir sustancias inflamatorias agresivas (los leucotrienos y las citoquinas).
Coincidirá conmigo en la importancia crucial de llevar un estilo de vida sano, practicando actividad física regular (pero sin excesos) y manteniéndose en el peso adecuado.
En definitiva: debe hacer todo cuanto esté en su mano para evitar que el círculo vicioso de la inflamación se ponga en marcha.
Y si en su caso ese proceso ya se ha desencadenado, lo más importante es que:
Frene la inflamación.
Aporte a sus articulaciones nuevos "ladrillos" para el cartílago, los cuales sus condrocitos han dejado de producir.
Por lo tanto, el plan de batalla está claro, y por ello las primeras medidas descritas por el
Dr. Curtay para luchar contra la artrosis se centran en prevenir y combatir la inflamación por todos los medios posibles, centrados en cinco puntos:
  1. Luchar contra el sobrepeso adoptando los consejos del estudio ADAPT (siglas de Arthritis, Diet, and Activity Promotion Trial; es decir, Artrosis, Alimentación y Promoción de la Actividad).
  2. Prevenir los traumatismos, así como los microtraumatismos.
  3. Reducir el estrés oxidativo, en particular optimizando la actividad de las mitocondrias (“mini-centrales energéticas”).
  4. Adoptar una alimentación antiinflamatoria (acerca de lo cual probablemente usted ya sabrá algo si está familiarizado con el trabajo del Dr. Curtay en Los Dossiers de Salud, Nutrición y Bienestar).
  5. Mantener una actividad física regular (pero no traumatizante) para alimentar el circuito natural de alimentación de las articulaciones.
Pero evidentemente eso no es todo.
¿Qué hay que hacer cuando la artrosis ya se ha presentado?. ¿O simplemente a medida que se va envejeciendo?.
Y es que con la edad nuestros condrocitos también van trabajando menos, y también tienen cada vez más necesidad de ayuda e irrigación.
Las primeras experiencias médicas desarrolladas a partir del año 2000 para ofrecer a los pacientes con artrosis una alternativa a los tratamientos a base de AINEs y analgésicos han arrojado unos resultados muy claros.
Estas experiencias (y las que se siguen desarrollando) consistían en nutrir al cartílago y reestablecer el buen funcionamiento de los condrocitos. Uno de los primeros estudios, realizado en 2003, demostró la superioridad del jengibre sobre el placebo.
Otras investigaciones se sucedieron, enriqueciendo y precisando la lista de elecciones nutricionales adaptadas, a las cuales se pueden añadir complementos nutricionales.

Esos platos olvidados… tan buenos para sus condrocitos.

Los cartílagos de cerdo, al igual que los del pollo, están repletos de sulfato decondroitina y glucosamina, nutrientes valiosísimos para nuestras articulaciones que contribuyen a mejorar las capacidades amortiguadoras del líquido que las rodea.
Pero, ¿cuándo saboreó usted por última vez pezuñas de cerdo en vinagreta?. ¿Y su hocico?. ¿Se prepara usted caldos de pollo en lugar de tirar la piel al hacer pollo asado?.
El sulfato de condroitina y la glucosamina no son los únicos nombres de la lista de nutrientes indispensables para la salud de sus articulaciones que le ofrece el Dr. Curtay. En ella también encontrará:
  1. Zinc, que permite mantener el cartílago joven.
  2. Silicio, para la solidez y la resistencia.
  3. Antígenos alimentarios de colágeno no desnaturalizado, con efectos antálgicos impresionantes y que también mejoran mucho la movilidad.
  4. Omega 3, vitamina C, magnesio
  5. ...
Verá que esta lista de nutrientes está minuciosamente detallada: descubrirá en particular por qué las catequinas del té verde, los citroflavonoides, los polifenoles de la granada, el resveratrol y la cúrcuma tienen efectos positivos frente a la artrosis.
O incluso cómo el acai, una planta originaria de Sudamérica, se ha revelado con potentes efectos antioxidantes contra la artrosis.

¡A su salud!.

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