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domingo, 20 de noviembre de 2016

Evitemos la toxicidad

A veces en lugar de comunicar salud... comunicamos toxicidad. Deseamos establecer pilares en la educación de los niños que sean seguros pero nos sucede también que lejos de fomentar una madurez personal y una seguridad con la cual poder abrirse posteriormente al mundo, no hacen más que anclar pesadas cadenas vetando por completo la independencia física y emocional de esa persona.
Los padres y madres tenemos un peso muy intenso en la educación de los niños.

La madre establece ese vínculo de cuidado y afecto tan estrecho con ese recién nacido, que día a día, irá desprendiéndose de sus brazos para avanzar con seguridad por el mundo sabiéndose amado, teniendo siempre ese referente que le ha aportado un amor incondicional pero saludable, con el que madurar de modo inteligente. El padre estará ahí también y generalmente reforzará las mismas actitudes de la madre o incluso puede que sea él quien sea aún más sobreprotector que la madre.
Las "actitudes tóxicas" ofrecen un amor a los hijos hostigante a la vez que inmaduro. Proyectan sobre ellos inseguridades que provocan mayor dependencia de los hijos, llevando a tener mayor control sobre sus vidas, sí,... pero ¿con qué consecuencias?.

¿Qué hay detrás de las actitudes tóxicas?.

Puede que nos llame la atención, pero detrás del comportamiento tóxico, está el amor. Ahora bien, todos sabemos que a la hora de hablar del amor, existen dos caras de una misma moneda: está esa dimensión capaz de propiciar el crecimiento personal de la persona, ya sea a  nivel de pareja o a nivel familiar, y a su vez, está también ese lado más tóxico donde se ejerce un amor egoísta e interesado, a veces hasta asfixiante, que puede ser completamente destructivo.
Lo preocupante, es que los familiares que despliegan las artimañas de la toxicidad, lo hacen hacia criaturas que están en pleno proceso de maduración personal, ahí donde debe asentarse su personalidad, su autoestima… Todo ello, irá esculpiendo en ellos grandes vacíos, grandes inseguridades en ocasiones insalvables.
Veamos ahora qué dimensiones psicológicas que se observan en las actitudes tóxicas:

1. Personalidad insegura.

En ocasiones, suele esconderse una clara falta de autoestima y autosuficiencia que obliga a ver en los hijos “esa tabla de salvación” a la cual modelar y controlar para tener siempre al lado, para que cubran las carencias del adulto.
El ver por ejemplo que los hijos empiezan a ser autónomos, que ya no nos necesitan tanto y que poco a poco son capaces de hacer su vida, supone para las personas con actitudes tóxicas una gran ansiedad, puesto que temen ante todo quedarse solas. De ahí que sean capaces de desplegar “hábiles artimañas”, para seguir teniéndoles cerca e incluso justificarles que debe ser así, y un modo de hacerlo es proyectando en los niños desde el inicio su misma falta de autoestima, y su misma inseguridad.

2. Obsesión por el control.

La necesidad por tener controlado cada aspecto de sus vidas, hace que acaben haciendo lo mismo en la vida de sus hijos. No son capaces de ver los límites. Para estas personas, control es sinónimo de seguridad, de algo inmanente que no cambia, y lo que no cambia es bueno porque les hace sentir bien.
Lo complicado de esta dimensión es que suelen ejercer el control pensando que con ello, hacen el bien y que así demuestran amor por los demás. “Yo te hago la vida fácil controlando tus cosas para que seas feliz”, “Yo sólo quiero lo mejor para ti, y por ello evito que puedas equivocarte”…
El control llevado a cabo desde la justificación del cariño, es el peor acto de la sobreprotección. Impedimos con ello que los niños sean autónomos, capaces y valientes. Y aún más, que aprendan de sus errores.

3. La proyección de los deseos incumplidos.

“Quiero que consigas lo que yo no tuve“, “No quiero que caigas en mis mismos errores”, “Quiero que llegues a ser aquello que yo no puede conseguir”.
En ocasiones las personas con actitudes tóxicas proyectan en sus hijos los deseos incumplidos de su propio pasado, sin preguntar siquiera qué es lo que ellos desean, sin darles opción a elegir, pensando que con ello, les demuestran un amor incondicional, cuando en realidad, es un falso amor. Un amor interesado.

¿Cómo enfrentarnos a una persona con actitudes "tóxicas"?.

Dirigido a los hijos:
  1. – Sé consciente de que debes romper el ciclo de la toxicidad. Has vivido durante mucho tiempo dentro de él, sabes las heridas que te ha dejado, sin embargo, ahora ya comprendes que necesitas abrir tus alas para ser tú mismo. Para ser feliz. Te va a costar, pero debes empezar a decir “No”, a poner en voz alta tus necesidades y a alzar tus propios muros, ésos por los que nadie debe pasar.
  2. Es tu familia, los quieres y sabes que romper ese ciclo de toxicidad puede causar algún daño. En ocasiones, decir la verdad de lo que uno siente hace daño a los demás, pero es una necesidad vital. Se trata sólo de marcar límites y dejar claro lo que permites o lo que no. No deseas causar daño alguno, debes dejarlo claro, al igual que debe quedar constancia de que tampoco tú quieres ser herido/a nunca más.
  3. Reconoce la manipulación. Hay veces que es tan sutil, que no nos damos cuenta, así que atiende cualquier palabra, cualquier comportamiento. Y sobre todo, no caigas en las redes de la “victimización”, puesto que es un recurso fácil al cual suelen recurrir las personas con actitudes tóxicas. Alzarse como las más dolidas, las más heridas, cuando en realidad, al que han hecho daño es a ti. Tenlo siempre en cuenta.

Dirigido a nosotros mismos como padres/madres y familiares educadores:
  1. - Escuchemos a nuestros hijos, observemos sus ansias naturales de ir construyendo su propia autonomía para llevar un día las riendas de su vida al 100% sin dependencia alguna. Ellos nos están dando pistas constantemnete de lo que necesitan y es realmente bueno PARA ELLOS.
  2. - Practiquemos la reflexión, análisis autocrítico de nuestras conductas y actitudes. No confundamos el amor a nuestros hijos con la sobreprotección excesiva; evitemos asfixiar sus intentos por ser ellos mismos cuando esas ansias son nobles, lícitas y les irán capacitando cada vez más a ser responsables de sí mismos y, por lo tanto, con mayores cotas de libertad, armonía consigo mismos y con su entorno.
  3. Nunca creamos que "es tarde" para desandar lo mal andado. Somos seres vivos, dinámicos, capaces de evolucionar, rectificar y también de pedir perdón con humildad en el momento en que sea necesario (así es como les enseñamos a ellos también a saber reconocer sus errores; no somos héroes de tebeo ni de película).
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PARA LA REFLEXIÓN EN FAMILIA:
Aunque en algunos escritos se hable de "personas tóxicas" en realidad éstas no existen; sólo existen actitudes o acciones que son tóxicas. La persona es siempre, SIEMPRE, mucho más que todas sus apariencias, acciones, actitudes, costumbres,... es un ser dinámico y por lo tanto siempre en camino, siempre cambiante y capaz de construirse y reconstruirse a sí misma. Dicho esto:
  • ¿Hay algo de lo expuesto en este artículo y en los "relacionados" que nos hacen pensar que podemos tener alguna actitud "tóxica"?. ¿En qué nos vemos reflejados nosotros, padres y madres de nuestros hijos?.
  • ¿Qué efectos observamos en nuestros hijos que pueden indicar que esta toxicidad les está haciendo efecto?.
  • Si es ése el caso ¿cómo podríamos desandar lo mal andado y/o continuar el camino pero con actitudes completamente sanas?.
  • Si no es el caso ¿qué diríamos a los padres y madres preocupados por esta cuestión y quieran rectificar su conducta?, ¿cómo hacer para transformar la actitud tóxica en otra no-tóxica sin dejar de amar y prestar la atención que nuestros hijos necesitan?.

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