Páginas

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Reseña histórica de la Iglesia, la parroquia, y nuestra postura a tomar

Hay muy buena bibliografía acerca de la Hª de la Iglesia, de la evangelización y de la catequesis que con más o menos amplitud y profundidad nos va ayudando a comprender la situación actual.
Puede haber también más o menos rigor en los datos que recogen pero en todas estas versiones realizadas con un mínimo de objetividad subyace una serie de datos que explican lo que hoy observamos. Sin pretender mostrar aquí un gran estudio en esta materia pero sí dando pistas para ampliar y empezar a profundizar en ello, tengo  que decir que también en internet hay buenos ejemplos de ello y de todo lo encontrado apuntaría estos enlaces-web que cumplen perfectamente esos criterios de objetividad y fidelidad a la Historia y que recomiendo leer antes de proseguir con este artículo (especialmente los enlaces 2 y 3 que van más directamente al tema que nos ocupa):
  1. Historia de la Iglesia.
  2. Historia de la parroquia.
  3. Lecciones de historia (sobre la catequesis).
  4. Historia de la evangelización de América Latina.
De la lectura de esta documentación y otras que podamos hallar al respecto se deducen varias conclusiones:
  • Nada de lo que encontramos hoy en nuestra Iglesia o parroquias es por casualidad: todo tiene su explicación y su lógica.
  • Puede haber cosas que hoy nos choquen mucho y nos parezcan incluso incomprensibles "para los tiempos de hoy" y criticamos con dureza eso que para nosotros, hoy, nos parece más que censurable considerando que "sus causantes originales o bien eran unos incultos incorregibles o hicieron lo que hicieron con muy mala intención" y les achacamos todas las culpas de lo que hoy anda mal, pero esto es un grave error puesto que "no podemos juzgar con los ojos de hoy y la mentalidad de hoy lo que aquellos ojos de entonces con la mentalidad de aquellas épocas pudieron ver y hacer"; es un grave error que no pocos cometen (o hemos cometido alguna vez) hoy día y que equivoca de raíz todo análisis que pretenda ser objetivo.
  • Todos cuantos cambios ha habido a lo largo de la Historia, también en la Iglesia, han sido posibles gracias a la acción del Espíritu de Dios -que sigue animando a la Iglesia aún a pesar de sus limitaciones y errores- en las personas que escuchándole han tratado de dar respuesta, muchas veces en medio de grandes dificultades sobre todo con los propios miembros de la Iglesia.
  • Estos cambios nunca se hubieran dado sin esa ESCUCHA y sin la firme determinación de llevar a cabo esa inspiración; por lo tanto, nada en nuestra Iglesia ni en las parroquias cambiará nada si no nos implicamos nosotros escuchando hoy la voz del Espíritu de Dios, adherirnos totalmente a Jesucristo, vivir su mensaje y actuando por lo tanto en consecuencia.
Habrá hoy en nuestras comunidades y en la Iglesia en su conjunto muchas cosas que nos parecerán estupendas y otras que nos supondrá mucho esfuerzo comprender que sucediera y que hoy se siga dando (la Iglesia es como una madre que aún buscando lo mejor para sus hijos no siempre hace las cosas bien, comete errores y aciertos... pero no por ello deja de ser nuestra madre, aquélla que nos transmitió la vida y que seguirá siempre con la mano tendida aún cuando hayamos sido nosotros quienes le hayamos dado portazo: no puede ser de otra manera).
Esto quiere decir, por lo tanto, que es pecadora y santa al mismo tiempo (es "pecadora" porque humanos somos todos quienes la componemos y es un absurdo pretender que sea perfecta si nosotros mismos no lo somos; y es "santa" no porque seamos nosotros perfectos -que no lo somos aunque estamos llamados a ello- sino porque a pesar de su pobreza interior, la de todos nosotros, el Espíritu de Dios sigue en ella animándola y propiciando constantemente caminos de conversión e identificación con Él), así que... planteémonos ahora:
  1. ¿Es la realidad de nuestra Iglesia y de nuestras parroquias algo que nos satisfaga?. ¿Qué limitaciones objetivas descubrimos en ellas y cuáles consideramos que pueden superarse sin dilación alguna?.
  2. ¿Esperamos que sean siempre los de arriba, o los de abajo, los que sean,... quienes emprendan la tarea de ir aportando cambios o alternativas más coherentes con la adhesión a Jesucristo y por lo tanto fiel a la Voluntad de Dios?, ¿o bien entendemos que nosotros somos los llamados a ir generando esos cambios que toda la Iglesia necesita?.
  3. ¿Me reconozco tal como soy: limitado y con incoherencias mil al mismo tiempo que me considero templo del Espñíritu Santo, o bien prefiero situarme desde la barrera y juzgar y condenar el mal proceder de los demás o su falta de valentía en atreverse a vivir -ellos- coherentemente con su fe?. (Es fundamental que empecemos todo proceso de cambio RECONOCIÉNDONOS a nosotros mismos tal como somos realmente: ni los gigantes de nuestros sueños ni los enanos de nuestros miedos).
  4. ¿Qué puedo ir empezando a cambiar o renovar en mí mismo y en mi entorno más cercano -la familia- para hacer de mi vida al go más auténtico, más fiel a mí mismo, a la voz que clama desde mi interior?.
  5. ¿Qué puedo proponer a mis amigos, resto de la familia, a mi parroquia o comunidad cristiana con quienes celebro la fe y trato de vivirla en comunidad y qué puedo hacer en esa comunidad para ayudar a realizar el cambio?.
  6. ...

No planteo, por lo tanto, un proceso de cambio que venga desde otras esferas sino aquél del que cada cual puede sentirse dueño y responsable; lo planteo así por varias razones: 
1ª)- Quien vive la vida que Dios nos dio es cada cual así que es cada uno quien debe tomar las riendas de este gran regalo y hacerse responsable de él.

 2ª)- No puedo controlar la vida de los demás, sólo la mía; por lo tanto no puedo pretender tampoco que sean los demás quienes me marquen lo que he de hacer ni el cómo, aunque les pueda escuchar, por supuesto, eso siempre.

 3ª)- Todo edificio se construye desde la base aunque tengamos en mente ya el proyecto completo; la persona, la vida de familia y nuestra Iglesia también se construyen así.

Y en este proceso no nos olvidemos de:

  • Contar con Aquél que nos inspira, nos mueve, nos fortalece y nos levanta del suelo con todo su amor cada vez que caemos.
  • Compartir y celebrar la fe, nuestras ansias y proyectos, éxitos y fracasos, limitaciones y fortalezas,... con quienes a nuestro lado caminan (hay mucho más de aquello que nos une que de lo que nos separa; hablo incluso desde diferencias de religión, cultura, mentalidad o ideología: nada de eso es esencial cuando conectamos unos con otros).
  • Hagámoslo siempre con gozo, con intención de vivir la felicidad a diario -no sólo al final de un camino- (en realidad me sobraba decirlo porque sólo con lo anteriormente dicho comprobaremos que esa alegría natural nos inundará completamente aún apesar de las dificultades).
  • Y atrevámonos a vivir de acuerdo con lo que creemos. Si la fe mueve montañas... ¿no va a movernos a nosotros mismos aunque sea tan pequeña como un grano de mostaza?.
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA:
(Ambos volúmenes abordan la Historia de la Iglesia desde la  perspectiva de la Historia de Salvación): 
  • La Palabra de Dios 1. Revelación y kerigma.
    • Autor: Elías Yanes Álvarez
    • Editorial: EDICE
  • La Palabra de Dios 2 (A y B). Primera etapa. Ser cristianos.
    • Autor: Elías Yanes Álvarez
    • Editorial: EDICE

No hay comentarios:

Publicar un comentario