"¡Este niño no escucha!". ¿Cuántas veces has oído o dicho esto?. Seguro que muchas. Puede que más de una vez te lo dijeran a ti de pequeño.
Es difícil no tomarse como algo personal el hecho de que un niño no nos escuche, y considerarlo como una falta de respeto. Y resulta tentador elevar el volumen y gritarle para decirle las cosas, incluso para amenazarle si persiste en su actitud.
Conseguir que un niño escuche no es cuestión de hablar más alto, ni de amenazarle para conseguir su atención.
De hecho, el problema de muchos niños es que no se dan cuenta de que alguien se está dirigiendo a ellos.
De hecho, el problema de muchos niños es que no se dan cuenta de que alguien se está dirigiendo a ellos.