sábado, 8 de febrero de 2014

"Mis padres se han separado"

Cristian está en el ecuador de 6º de Primaria, siempre ha sido un alumno que ha destacado en muchas áreas del conocimiento; se ha caracterizado además por su alegría natural, su capacidad para llevarse con todo el mundo, jamás antes se le vio enzarzado en peleas o malos modos en la resolución de un conflicto; tenía un talante colaborador para cualquier tarea de grupo, era un animador nato en la práctica de su deporte favorito: el baloncesto y aunque no era ningún genio al respecto generaba en su equipo siempre tal ímpetu que cuando él faltaba... ya nada era lo mismo.
Pero lleva ya casi tres meses en caída libre, que la apatía parece que se adueñó de él, aparenta no descansar por las noches, sus resultados académicos han ido bajando en todas las materias y algunas corren riesgo de suspenderse; por otra parte, ha dejado de participar en los recreos en los juegos o deportes de grupo, prefiere sentarse en cualquier rincón, tomarse su desayuno y luego dejar que pase el tiempo hasta que suena el final del recreo.
Hoy, antes del recreo, aprovechando que se quedó el último recogiendo sus cosas me acerqué y le pregunté:
- "¿Cómo estás Cristian?".
- "Bien, estoy bien".
Le enseñé entonces sus notas del trimestre anterior comparadas con lo que antes sacaba; le hablé de cómo era su participación en el aula hace cosa de unos meses para acá; le expuse lo que observábamos varios profesores y profesoras en el patio de recreo,... en comparación con lo que antes sucedía.
- "¿Qué está pasando Cristian?, ¿quieres decir que todo eso es "normal" y que todo va bien?".
Guardó silencio unos instantes, bajó la cabeza y noté que le temblaba su barbilla. Le invité a sentarse y poder hablar de lo que quisiera; se sentó, le expresé mi preocupación al verle "bajando" en todos los terrenos y traté de hacerle entender que eso era importante para nosotros sus profesores y queríamos poder entenderle y ayudarle. Mientras le hablaba me interrumpió diciendo:
- "Mis padres se han separado... y me siento muy mal, no sé ni qué decir ni hacer, no tengo ilusión por nada. Me pongo a estudiar o hacer las tareas y todo me parece tontería, no entiendo nada,...; no sé porqué mis padres han dejado de quererse ni porqué se tratan como se tratan y me parece que yo tengo la culpa porque siempre que discuten me nombran y se echan en cara cosas de mí".
...
 
Una realidad que rompe.

Cada niño o niña, cada joven,... que experimenta la ruptura de sus padres como pareja expresa esta situación de una manera distinta; hay infinidad de matices dependiendo de la ruptura en sí misma pero también del modo en que se ha producido. También influye el conjunto de características del niño o niña o joven: no a todos afectan de la misma manera los mismos hechos.
Pero hay algunos elementos comunes:
  1. Sentimientos que llevan a la confusión: se buscan las causas de lo sucedido y no se hallan o no se entienden.
  2. Con frecuencia se generan sentimientos de culpa, como si la ruptura fuera a causa de los hijos.
  3. Al ver que uno se ha ido... se llega a temer seriamente la posibilidad de que el otro también lo haga en algún momento. Miedo a quedar desamparado.
  4. Hay una fuerte incertidumbre: hasta ahora todo parecía previsible, a partir de ahora... ¿qué sucederá?.
  5. Pueden darse sentimientos de culpabilización hacia cualquiera de los padres; esta culpabilización en realidad sólo responde a la necesidad angustiosa de tratar de entender la situación, de encontrarle alguna lógica.
  6. ...
Para el padre o la madre tampoco es fácil la situación; ninguno de los dos salta de felicidad, hay en ellos también muchos sentimientos encontrados, mucho dolor, frustración,... a veces incluso odio. Pero tanto uno como otro viven con toda seguridad esta separación de manera muy distinta a como la percibe un niño.
Ésta es una cuestión que no se tiene en cuenta suficientemente; se dan con frecuencia separaciones que por muy fundamentadas que estén sin embargo se llevan a cabo sin tener en cuenta que "aunque la pareja no exista ya de hecho sin embargo uno y otro son padres de sus hijos". Los hijos no se divorcian de los padres.
Entonces... ¿hay que evitar a toda costa vivir separados aunque el hogar sea un infierno?, no, no estamos diciendo que el remedio sea aparentar lo que no es y malvivir infelizmente de manera indefinida. Estamos diciendo que ante la evidencia de la imposibilidad de entenderse como pareja y también ante lo contraproducente de permanecer juntos:
  1. Piensen padre y madre en sus hijos y organicen con respeto hacia sus hijos el modo de proceder en esos trámites de separación.
  2. Ni en lo más mínimo se aparten de sus hijos sino que les sigan manifestando el amor que desde siempre les profesaron.
  3. Escuchen y hablen a sus hijos de tal manera que éstos puedan comprender esta separación conyugal y al mismo tiempo entiendan que NADA cambia ni cambiará en relación con el cariño, dedicación y atención de cada uno de sus progenitores hacia ellos sus hijos.
  4. Eviten por todos los medios utilizar a los hijos como piedras arrojadizas de uno contra otro (se hace esto con demasiada frecuencia y por muchas razones que queramos aportar... no se justificará nunca el gran daño que con ello hacemos a los hijos porque ellos aman tanto a su padre como a su madre).
  5. Procuren mostrar respeto y comprensión hacia el otro cónyuge, incluso apoyo especialmente en relación con las medidas educativas adoptadas con los hijos.
  6. En todo lo concerniente a la educación y demás cuidados que los hijos necesiten, procuren ambos ponerse de acuerdo mirando siempre el bien del hijo por encima de cualquier pretensión que esté tratando de ocultar rivalidad o enojo con el cónyuge.
  7. ...
Y si observamos que no somos capaces de comprometernos a esto debido a que nos puede nuestro estado interior... no dudemos en acudir al recurso de la "mediación familiar". La honestidad y honradez en esto será la mejor muestra de amor y respeto que podremos ofrecer a nuestros hijos.
Si una de las partes quiere esta mediación y la otra parte no... entonces es preferible desestimarla y recurrir al recurso de la Ley. La mediación sólo es efectiva y surte un gran bien para todos cuando es aceptada por todas las partes y todas se comprometen de principio a fin en seguir sus reglas de juego.

PARA NUESTRA REFLEXIÓN:
  • ¿Qué ecos produce este artículo en nosotros?, ¿en qué nos hace pensar?.
  • Si acaso estamos viviendo una experiencia de separación ¿qué añadiríamos a las recomendaciones aquí planteadas y que han sido positivas para los hijos?.
  • Si no estamos en esta situación pero tenemos un buen conocimiento de este tipo de situaciones ¿qué añadiríamos o corregiríamos al respecto de lo expuesto?.
  • A juicio de todos ¿qué medidas concretas adoptar en un proceso de separación para que los hijos salgan lo menos perjudicados posible y se garantice el respeto que merecen y necesitan?.
PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O PROFUNDIZAR:

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